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IDEAS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Hojas sueltas

Episodios cotidianos, retazos de lecturas, algunos viejos recuerdos, noticias políticas: todo sirve para embarcarse en la tarea de intentar comprender a través de la palabra unarealidad compleja que siempre se escapa

Sr. García

La chamarrita

Una pareja joven con un niño de corta edad cruza el parque de Bilbao un sábado por la mañana. A unos 20 metros, un chavalín algo menor que el otro avanza hacia esos tres; pero lo hace arrastrando y pisando al caminar su chamarra, al tiempo que grita con el acento desesperado de quien ya no sabe qué hacer para atraer la atención de sus padres: “¡Eh, eh, que estoy pisando la chamarra!”.

El mejor momento

El profesor pregunta a sus alumnos cuál es para ellos el mejor y cuál el peor momento del día. Respuesta ganadora: depende de la estación. En verano, el mejor es el de levantarse, y el peor, el de acostarse. En invierno, la viceversa.

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Metafísica de aldea

Pobes, provincia de Álava, hacia el verano de 2015 en la piscina municipal. Un niño de unos cinco años pasea entre las mesas del bar canturreando una tonadilla que dice así: “Aquí no hay nada y tampoco hay nada”. Efectivamente, parece una ocurrencia de Oteiza. Una vez nos explicó a un grupo de discípulos su idea de la nada. Una caja de galletas vacía es solo una caja vacía. Pero si la llenas de gasolina y le das fuego, su contenido se evapora y te queda una caja llena de vacío, repleta de nada. Aquel niño de la piscina de Pobes tenía una mente metafísica. (Nadar: atravesar la nada).

El bravo Etxenagusía

A veces solo la muerte es capaz de acreditar la sinceridad o la buena fe de alguien. Pudo ser el caso de un korrikolari vasco apellidado Etxenagusía que en los años veinte del siglo pasado tuvo que morir para demostrar que no era un traidor o un tramposo. Sus paisanos estaban convencidos de que no había en el mundo un corredor de larga distancia capaz de ganarle y para demostrarlo organizaron un desafío con un campeón belga llamado De Nys, laureado en los Juegos Olímpicos de Amberes (en 1920).

La prueba fue fijada para el 21 de mayo de 1922 sobre un recorrido de 13 kilómetros entre Zarautz y Aia, en Gipuzkoa. El día amaneció bochornoso, por lo que el belga propuso aplazar el desafío 24 horas. Eso enardeció a los que habían apostado por Etxenagusía, que vieron en esa propuesta la evidencia de que el olímpico reconocía que el bravo corredor local era mejor que él.

De Nys cubrió la distancia en 54 minutos y 5 segundos. Etxenagusía salió a todo tren, pero cerca ya de la meta hizo señales de que no podía seguir. Los parientes y amigos que se habían jugado los cuartos por él pasaron de la sorpresa a la indignación: traidor, vendido, le llamaron. El korrikolari fue llevado a su casa, donde falleció por agotamiento en la mañana del día 23, tras 48 horas de agonía. Comprendieron entonces los suyos que Etxenagusía no era un traidor, pero tampoco el mejor corredor del mundo, sino uno de los mejores de Gipuzkoa.

La abolición de lo inverosímil

De un tiempo a esta parte asistimos a la multiplicación de hechos y situaciones que habían sido considerados inimaginables, imposibles, que no podían ocurrir; pero que han ocurrido. El caso más llamativo en la escena política internacional es también el más siniestro: la elección de Donald Trump tras una campaña manipulada por los servicios secretos de la Rusia de Putin. Casi tan inimaginable pero no tan siniestro fue el resultado del referéndum sobre el Brexit. También hay imposibles abolidos por la realidad que afectan a particulares. Yo publiqué una lista de casos en una columna fechada en diciembre de 1991. Algunos de ellos han dejado de ser llamativos para una opinión pública cada vez más acostumbrada a lo impensable. De todas formas, sigue habiendo casos pasmosos.

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La gran ovación

Por ejemplo, el del excursionista que recogía flores en la sierra madrileña para preparar infusiones y derribó de una pedrada a un helicóptero cuyo ruido le molestaba. Un cura integrista español intenta apuñalar al Papa polaco. El exdelfín de Fraga Jorge Verstrynge se pasa al socialismo (y luego a grupos antisistema). Fraga sale a pescar con Fidel Castro. Personas que no hace mucho vendían el cupón de la ONCE en la esquina se convierten en administradores de un imperio con inversiones millonarias en diversos sectores, incluyendo el de la comunicación. El Pequeño Nicolás (todo él). El cura Aguirre se casa con la duquesa de Alba. Un adolescente alemán aterriza con su avioneta en la Plaza Roja de Moscú. El secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética declara al comunismo fuera de la ley.

Trotskistas en Ibiza

En el verano de 1977, poco después de las primeras elecciones democráticas, fuimos de vacaciones a Ibiza tres parejas de militantes de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR). Nos instalamos en un campin próximo a la playa. Estando allí, nos dimos cuenta de que los ocupantes de una tienda cercana a la nuestra se pasaban horas leyendo libros de Trotski o sobre trotskismo. Nos sorprendió, pero también nos intrigó. ¿Quiénes serían, de qué partido? Eran personas adultas, de unos 40 o 45 años, lo que casi excluía la posibilidad de que fueran de nuestro partido, lleno de veinteañeros y vacío de personas de esa edad.

Tras vencer las dudas iniciales, decidimos abordarles y presentarnos. Les dijimos abiertamente que éramos trotskistas, de la LCR, a lo que uno de ellos replicó: “¿Trotskistas y de la Liga? Eso no es posible. Vosotros sois pablistas” (escisión de la IV Internacional dirigida por Michel Pablo). Nos quedamos de piedra. En España habría por entonces unos cientos o pocos miles de militantes trotskistas divididos en muchos grupúsculos. Pero, en lugar de alegrarse por esa casualidad que les había juntado, colocaban de entrada una barrera ideológica.

De oficio, Franco

Para quien tiene fe, la casualidad no existe. Una de las cosas más asombrosas que hemos descubierto al perder la fe en lo que considerábamos resultado de una teoría general (y genial) de la revolución es que fue solo un afortunado golpe de mano dirigido por dos publicistas demagogos, Lenin y Trotski.

Discusiones de barrio entre chavales, hacia los años cincuenta del pasado siglo, que culminaban con un “pues mi padre es Franco”. No se decía el Jefe del Estado, o el Caudillo, o el Generalísimo, sino Franco; como si fuera un oficio o un cargo. Pero la situación más desconcertante es la de un padre que, rememorando esas emulaciones, desafía a su hijo con un patético: “Pero mi padre manda más que el tuyo”.

En el debate de investidura de Pedro Sánchez, en julio de 2019, el candidato deslizó la idea de que, si tenía que elegir entre ser presidente y sus convicciones personales, elegiría sus convicciones. La famosa alternativa planteada por Max Weber era entre la ética de las convicciones y la de las consecuencias, también llamada de la responsabilidad. Y contra lo que parece creer Sánchez, el lado bueno del dilema no es en este caso el que mejor suena, sino el más responsable: el de quien rehúsa apuntarse al principio de “tenga yo razón y húndase el mundo”.

Cuando las consecuencias de una acción realizada conforme al criterio de la ética de las convicciones son malas, el que la va a ejecutar no se siente responsable de sus efectos, sino que culpa de ellos a la ignorancia de la gente. Mientras que la ética de las convicciones sería la pauta de conducta del político irresponsable.

La tempestad

(Carecía de sentido de la medida. En la duermevela que precede al sueño tomaba por estruendo de tempestad el rumor de su propia respiración sobre la almohada).

Flaubert definió así a Madame Bovary, su personaje más famoso: “Amaba el mar tan solo por sus tempestades”. No se puede decir más con menos palabras. O quizá sí. El propio Flaubert desafió a sus críticos con un estruendoso “Madame Bovary soy yo”. François Mauriac matizó la idea: “Thérèse Desqueyroux [personaje de su novela del mismo título] soy yo desesperado”.

Los críticos literarios se han planteado muchas veces la cuestión de si puede un personaje ser más inteligente que su creador. Por ejemplo, si Sherlock Holmes podría ser más inteligente que Arthur Conan Doyle. La cuestión fue nuevamente suscitada no hace mucho por el periodista especializado en temas científicos Javier Sampedro (EL PAÍS, 16-2-2017). Se preguntaba este autor “qué clase de ciencia infusa pudo sembrar la pluma de un obtuso médico de Edimburgo para inventar al pensador más agudo del mundo”.

Yo mismo escribí sobre ese tema en una columna (que no llegó a publicarse entonces). Trataba de un sueño que yo había tenido en la realidad y en el cual una persona citada en la columna daba una ingeniosa respuesta, que yo había sido incapaz de encontrar, a una cuestión económica que alguien me había planteado. Lo que me llevaba a especular sobre si el hecho de que lo hubiera soñado significaba que en realidad yo también conocía la respuesta.

Al decir “Madame Bovary soy yo”, Flaubert se limitaba a constatar que todo lo que pueda pensar la protagonista de su novela ha tenido necesariamente que ser pensado por el autor. Que esos personajes eran producto de su imaginación y que pensaban lo que él quería que pensaran.

Guardias y ladrones

Los chicos vascos de mayores quieren ser policías, y las chicas, profesoras. Es la conclusión más llamativa de una encuesta sobre el futuro laboral de niños y adolescentes vascos de entre 14 y 16 años realizada por la multinacional de recursos humanos Adecco que resumió El Diario Vasco (22-8-2016).

Los que eran niños hace 60 años no habrán olvidado que cuando jugábamos a guardias y ladrones, al principio nadie quería hacer de lo segundo, pero que algo después cambiaron las referencias y lo que nadie quería ser era policía. El estudio ofrece otros datos de interés como que chicos y chicas coinciden, con un 46% de media, en considerar un destino laboral especialmente poco atrayente el de político. Y que otras profesiones que atraen a los chicos son las de bombero, ingeniero, informático, médico; y entre las chicas, enfermera, peluquera, policía (también), ama de casa, actriz, escritora, entre otros destinos laborales deseables.

Contra lo que podría pensarse, un destino como héroe deportivo (ser como Messi) apenas si seduce a la cuarta parte de los chavales de esa edad: el 22,7%, tal vez por una visión más realista que las de las generaciones anteriores. Realismo en todo caso más visible entre las chicas.

Cerrada ovación

El historiador Hugh Thomas cita en su libro Paz armada el testimonio del escritor ruso Alexandr Solzhenitsin en Archipiélago Gulag sobre la situación que se creaba en escenarios diversos del régimen soviético cuando, tras el discurso del secretario del partido, los aplausos de los asistentes se convertían en una cerrada ovación sin final porque nadie se atrevía a ser el primero en dejar de aplaudir. “Tres minutos, cuatro, cinco después, el aplauso continuaba. Las manos dolían, los brazos fatigados querían bajarse, los más viejos desfallecían. Pero ¿quién hubiera osado ser el primero en dejar de aplaudir? Agentes de la Secreta observaban desde el fondo y, en efecto, no miraban otra cosa que quién dejaba de aplaudir el primero (…). El secretario del Comité tenía facultades para hacerlo, pero se trataba de un novato, el sustituto de otro, éste recién arrestado. Tenía miedo. Por fin y al cabo de 11 minutos, el director de la fábrica de papel hizo gestos de poner manos a la obra y se sentó. Alivio general. (…) Aquella noche el director de la fábrica fue detenido. Le cayeron 10 años. (…) Después de haber firmado el último documento de su interrogatorio, su interrogador le reconvino: “No hay que ser nunca el primero en dejar de aplaudir”.

Dijo Polonio a Laertes

Durante años he regalado a hijos de amigos o parientes en el día de su 14 o 15 cumpleaños una fotocopia de la página de Hamlet en la que el personaje de Polonio ofrece a su hijo Laertes, a punto de partir hacia tierras francesas, unos cuantos consejos que constituyen una especie de decálogo de filosofía aplicada. Esta es la página:

“Recibe mi bendición y procura imprimir en la memoria estos pocos preceptos: no publiques con facilidad lo que pienses ni ejecutes cosa no bien premeditada primero. Debes ser afable pero no vulgar en el trato. Une a tu alma con víncu­los de acero aquellos amigos que adoptases después de examinada su conducta, pero no acaricies con mano pródiga a los que acaban de salir del cascarón y aún están sin plumas… Huye siempre de mezclarte en disputas, pero, una vez metido en ellas, obra de manera que tu contrario huya de ti. Presta el oído a todos y a pocos la voz. Oye las censuras de los demás, pero reserva tu propia opinión. Procura no dar ni pedir prestado a nadie porque el que presta suele perder a un tiempo el dinero y el amigo”.

Cómo se conoce al malo

Al malo-malo, malo de verdad, se le conoce desde el recreo del patio del colegio. Es el abusón que aleja con un puntapié el balón con el que están jugando los pequeños, interrumpiendo el partido que están disputando.

El VAR

Sea lo que sea que signifique esa palabra, va a quedar emparejada al gesto de dibujar en el aire una pantalla que hace el árbitro para indicar que acepta remitir la escena a los expertos que van a validar, o no, lo que en primera instancia había señalado o dejado de señalar el propio árbitro. El rectángulo en el aire del VAR entrará así en la lista de gestos que componen la mitología del fútbol. El anterior gesto que se integró en esa lista es la manía, relacionada seguramente con alguna superstición, de colocar el balón para sacar un córner de forma que toda su circunferencia, menos un punto de tangencia, quede fuera del cuarto de círculo previsto para esa jugada.

Pero el VAR está sobre todo llamado a producir lo que tantas veces habíamos soñado: cambiar el pasado, corregirlo, tener una segunda oportunidad y no dar nunca por definitivo un gol, un penalti, un fuera de juego, una agresión furtiva que pueda suponer una tarjeta roja que resulte condicionante de la victoria o la derrota final.

Ni el más imaginativo hincha italiano hubiera sido capaz de augurar un desenlace de la Liga de ese país como el que se produjo en la temporada 2005-2006: el Juventus la había ganado con tres puntos de ventaja sobre el Milan y 15 sobre el Inter. Una investigación sobre prácticas corruptas provocó la pérdida del título y el descenso a la serie B de la Juve, y que se le restasen 30 puntos al Milan, lo que convirtió en campeón al Inter. Eso sí que es ganar de carambola.

Oxígeno

Cuando tengas que escribir un artículo difícil, procura documentarte bien antes de empezar: busca datos, compruébalos, ordena las ideas. Ahora bien: si lo que tienes que escribir es no ya difícil, sino muy difícil, sal de casa, camina un rato, toma aire, oxigena el cerebro. La inspiración llegará en su momento.

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