Hinquemos el diente al filete, que puede ser el último
¿Es la tecnología una herramienta de libertad o de control de esa libertad? El oráculo de Negroponte alimenta el debate
¿Le preocupa a usted el bienestar animal? ¿Y el cambio climático? Tranquilo: dentro de cinco años llegarán los filetes artificiales y no necesitaremos vacas, esas pérfidas megaemisoras de metano que están dañando nuestro planeta con sus gases, porque haremos hamburguesas a partir de células. ¿Le preocupa más el maíz genéticamente modificado? Entonces está usted atrasado. En unas décadas, seremos los humanos (y no el maíz) quienes estaremos genéticamente modificados. Y tan contentos. Gracias a ello, nuestra esperanza de vida (o la de nuestros nietos) llegará a los 200 años.
Cuerpos biónicos, cerebros interconectados, ciudades sin infraestructura y una inmensa capacidad para alargar la vida son algunas de las predicciones del hombre-oráculo del momento, Nicholas Negroponte, avalado porque hace 30 años ya anunció que íbamos a llevar el ordenador en el bolsillo, a toquetear pantallas táctiles como si fueran rosarios, a elegir series de televisión a la carta o a hablar a un altavoz que nos iba a poder comprender.
Negroponte explicó todo esto en Madrid en un foro que no por casualidad se llamaba Cruce de Caminos, porque fue un auténtico ídem entre sus ideas optimistas sobre la tecnología y las más recelosas que expresó Mario Vargas Llosa. Fue mucho más que un Nicholas versus Mario. Fue un cruce de visiones, a cual más desafiante y no por ello excluyente. Negroponte defendió que, gracias a las pantallas, los átomos vuelan a más velocidad que las cosas y que millones de libros pueden llegar a África sin necesidad de papel. El Nobel de Literatura, por su parte, subrayó que las pantallas están derrotando a los libros y que la sociedad resultante es más fácil de manipular que la que emerge de la literatura.
Fue contradictorio. O complementario. Ni Negroponte valoró los riesgos para la democracia que suponen los sistemas de reconocimiento facial o la acumulación de datos en manos de las tecnológicas, ni Vargas Llosa perdonó a las pantallas que mermen el espíritu crítico de los usuarios porque su potencial de entretenimiento puede más que el de la reflexión. Debate abierto, que continuará: ¿es la tecnología una herramienta de libertad o de control de esa libertad?
Por si acaso, salimos de allí directos a hincar el diente a un filete de verdad, no vaya a ser que sea el último.
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