Un 'chequeo' en casa: cinco autoexámenes de salud que toda mujer debería hacerse
Hacerte estas pruebas periódicamente puede servir para detectar patologías como el cáncer y el síndrome metabólico, y detectar enfermedades de transmisión sexual
Por detrás de las suizas y las japonesas, las españolas lideran la esperanza de vida del mundo con 85,7 años, una cifra que vale la pena conservar por todos los medios. Uno de ellos es la prevención de las enfermedades, un concepto con el que ellas parecen estar más concienciadas que ellos a nivel mundial, puesto que, en general, las mujeres se preocupan más por la salud que los hombres. Mantener la atención y hacerse estos cinco autoexámenes regularmente, ayudará a las españolas a mantener esa longevidad tan envidiada por el resto del planeta.
Toca y observa tus pechos una vez al mes (como mínimo)
Todas las mujeres saben lo importante que es autoexplorarse las mamas una vez al mes, gracias a las campañas diseñadas específicamente para enseñarles cómo hacerlo. Pero la evidencia científica no aporta a este autoexamen una reducción de la mortalidad que sí cuantifica en el caso de las mamografías: la han reducido hasta un 35% desde su implantación, según datos de la Sociedad Europea de Radiología. En efecto, la autoexploración no es un método de detención precoz infalible, pero en ningún caso es inútil. De hecho, numerosas mujeres han pedido a su médico una mamografía solo después de haberse detectado un bultito ellas mismas.
Por eso, y pese a las limitaciones que sí existen, la Sociedad Española de Oncología Médica no recomienda dejar de llevarla a cabo, "aunque siempre junto con una detenida observación con profundidad del aspecto de nuestro pecho y recordando que, a partir de los 45-50 años, la mamografía cada dos años es el auténtico salvavidas (entre los 50 y 69 años puede llegar a adelantar el diagnóstico en 2 a 4 años, detectando tumores en estadios precoces, menores de 1 centímetro en más de la mitad de los casos y sin que haya afectado a la axila hasta en un 75% de las ocasiones)". Por otra parte, no encontrarse un bulto no significa que no haya cáncer -un error que también hace pensar que si no tocas algo es que estás sana-. Por eso hay que ver si los senos tienen un aspecto diferente, si presentan hoyuelos, arrugas, enrojecimiento, hinchazón, erupción o dolor.
El coordinador del área de Oncoplástica de la Unidad de mama del Hospital Universitario de Torrejón de Ardoz, Lorenzo Rabadán, recomienda pasar el examen una vez al mes, justo la semana posterior a la menstruación porque es el momento en el que menor tensión mamaria hay debido al menor estímulo hormonal. "El autoexamen consta de dos partes. La primera es observacional, mirándose al espejo y prestando atención a los posibles cambios que puedan existir en la piel, la forma o el volumen de la mama. Hay que estar atentas a posibles hundimientos, retracciones o alteraciones de la piel. Posteriormente se hace una palpación con la yema de los dedos de la mano contralateral, dividiendo la mama en cuatro cuadrantes (superoexterno, inferoexterno, inferointerno y superointerno) y complejo areola-pezón. Igualmente se debe prestar atención a posibles secreciones a través del pezón", detalla el especialista. Suena complicado, pero no lo es tanto.
88 centímetros, el límite saludable del perímetro abdominal
La grasa acumulada en el abdomen puede ser más peligrosa que los kilos de más. "Cuando existe demasiada se tiene más riesgo de desarrollar síndrome metabólico, que afecta a alrededor del 25% de la población adulta y que aumenta el riesgo de padecer distintas enfermedades cardiovasculares, como insuficiencia cardiaca, diabetes, infarto agudo de miocardio o ictus. Además, distintos estudios han demostrado que la obesidad abdominal puede inducir una situación de resistencia a la insulina, la que hace subir los niveles de glucosa y, a la larga, se asocia a otras alteraciones como la tensión elevada, niveles altos de lípidos e hígado graso", explica la integrante del Consejo de Expertos de la Fundación Española del Corazón Petra Sanz.
En esta parte del chequeo, hay que saber que se considera obesidad abdominal cuando se superan los 102 centímetros en los hombres y 88 centímetros en las mujeres, un perímetro de cintura que "se debería medir cada año con una cinta métrica en casa, en el punto medio entre el último reborde de las costillas y el borde superior del hueso de la cadera", apunta Sanz. Se trata de una de las técnicas más sencillas y efectivas que hay para saber si estamos en nuestro peso ideal, pero no es la única.
A partir de los 40, tómate la tensión en serio
La estadística sobre los accidentes cerebrovasculares y el género femenino es para tomársela en serio. Las mujeres, además de los riesgos compartidos con los hombres, tienen factores de riesgo de sufrir ictus añadidos como, por ejemplo, el embarazo, el parto, la salud reproductiva en general y toda la revolución hormonal que ello ocasiona. Por eso son más proclives que los hombres a sufrir un ictus, la segunda causa de muerte en nuestro país y la primera en mujeres.
"Está bien comenzar a controlar la tensión arterial con regularidad a partir de los 40 años, aunque en caso de tener familiares directos, de ser hija o hermana de pacientes con hipertensión arterial, deberían iniciar la vigilancia de la tensión desde la juventud", explica Sanz. "A partir de esa edad, si la tensión es normal, hay que controlarla una vez al año, pero si la tensión está elevada, hay que acudir al médico y seguir sus recomendaciones" para salvaguardar una buena salud, añade. Pero la hipertensión no es el único problema cuya presencia hay que vigilar.
Recurrir a los análisis para controlar el colesterol también es una opción, y depende fundamentalmente de los antecedentes familiares, de la edad y de la existencia de riesgo cardiovascular. "Si es el caso, hay que saber que el médico de atención primaria debe llevar un control de los niveles de colesterol de estos pacientes porque necesitarán un seguimiento más estricto y, probablemente, pedirá una analítica anual. En pacientes que ya han tenido una enfermedad cardiovascular, el objetivo es tener muy bajos los niveles del colesterol LDL (el "malo"). En estos casos, generalmente se manda un tratamiento con fármacos para bajar el colesterol, aunque en estos pacientes hay que hacer analítica más frecuentemente hasta confirmar que el nivel baja hasta el recomendado", explica la doctora.
Fotografía tus lunares y busca el "patito feo"
Es importante explorar nuestra piel y guardar en la mente un mapa detallado del cuero, ya que conocer bien nuestros lunares hace posible acudir al médico ante el mínimo cambio, y eso permite detectar precozmente el cáncer de piel. "No se necesita ningún aparato, se puede hacer en casa, mirándote un par de veces al año en un espejo desnuda y haciendo un barrido por tus manchas y lunares, pidiendo a tu pareja u otro familiar que te observe la espalda para ver si hay algo nuevo o si han cambiado los que ya tenías", explica la coordinadora de la campaña Euromelanoma de la Fundación Piel Sana, Miren Marquina. La dermatóloga recomienda que nos hagamos fotos de los lunares y que las imprimamos, porque así resultará más fácil hacer la comparación cuando pasen seis meses (hay ciertas aplicaciones de móvil que ayudan en la tarea, como ederma.es).
"Sobre todo hay que fijarse bien de qué color y tamaño son los lunares y, a partir de ahí, establecer la regla que los especialistas llamamos del ABCD. Es decir, observar la asimetría -si ya no son redondos y han comenzado a distribuirse asimétricamente-, si presentan bordes irregulares -si el color ha cambiado y no es homogéneo (por ejemplo, que un lunar planito, de color marrón, presente de repente un punto negro en el borde), si son más grandes de 6 milímetros y, sobre todo, si ese crecimiento ha sido repentino", explica la experta. Otra señal de alarma es el signo del patito feo. Aunque no pique ni sangre (que es signo de lesiones evolucionadas), si tienes todos los lunares más o menos homogéneos de un mismo color y súbitamente, como el protagonista del cuento infantil, resalta uno entre todos los demás, también hay que ponerse en guardia.
Eso sí, detectar cualquiera de estos cambios no significa que hayamos encontrado algo malo. "En la piel, con la edad, van saliendo manchas, verrugas y lunares, y no tienen porqué indicar que es cáncer de piel, pero siempre es mejor acudir al especialista para descartar", recomienda la especialista. En todo caso, el primer paso para la prevención sigue siendo fortalecer la cultura relacionada con el cuidado de la piel.
Los cambios en la regla merecen atención
"A los tres años de comenzar a tener relaciones sexuales, y desde los 25 a los 65, independientemente de si hay o no actividad sexual, hay que hacerse una citología cada tres años, una prueba que detecta lesiones producidas por un virus de transmisión sexual muy prevalente entre la población, el virus del papiloma", explica la jefa del servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Universitario de Torrejón, Belén Santacruz. Esta es una cita que hay que anotar en la agenda porque es la paciente quien se encarga de pedir hora en su centro de salud cuando se acerca la fecha.
En casa hay que ir observando nuestro ciclo menstrual, por si se van produciendo cambios significativos. "Hay alteraciones macroscópicas en el aparato genital interno (útero, trompas y ovarios) que la citología no va a detectar, por lo que si la paciente observa sangrados mensuales muy abundantes durante la menstruación y durante las relaciones sexuales, un dolor exagerado si la menstruación nunca ha sido dolorosa o la sensación de masa abdominal hay que acudir al especialista, quien, a través de una ecografía transvaginal, podrá detectar esas alteraciones", explica la ginecóloga. También hay que observar cualquier cambio en el flujo vaginal, si hay un olor desagradable, si duele o arde al orinar, han aparecido protuberancias o llagas en la zona de la vagina, ya que pueden ser síntomas de una enfermedad de transmisión sexual.
Mamografía, una prueba determinante sin sustituto en casa
Los 'chequeos' que una mujer puede hacerse en casa son muy útiles, pero acudir al hospital es fundamental, como apuntan los programas de detección precoz del cáncer de mama que se han implementado en toda España. En ellos se aconseja hacer mamografías de cribado cada dos años a todas las mujeres a partir de entre los 45 y los 50 años, hasta los 70. No se hacen antes de llegar a los 40 porque los senos más jóvenes tienen más densidad de tejido mamario y dan más falsos positivos, pero esta rentabilidad diagnóstica no significa que si una mujer joven encuentra algo sospechoso en su pecho no deba acudir inmediatamente a hacerse la prueba. La excepción de los dos años también es para pacientes que tienen antecedentes familiares de cáncer de mama, quienes son evaluadas y asignadas a programas de seguimiento personalizado si su genética aumenta su riesgo de padecer cáncer de mama a lo largo de la vida. Las pacientes que han sido tratadas por cáncer de mama también son atendidas anualmente con protocolos de revisión individualizados.
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