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Arthur Brand, detective del arte tras el asalto al Louvre: “Es más fácil robar en un museo que en una joyería famosa”

El célebre investigador neerlandés sostiene que las piezas sustraídas en el “golpe de la década” son invendibles

Isabel Ferrer

El robo perpetrado este domingo en el museo del Louvre, donde los ladrones se llevaron ocho piezas de la Corona francesa de valor incalculable, “es el golpe de la década”. Así lo cree el investigador neerlandés Arthur Brand, uno de los mayores especialistas del mundo en robos de cuadros, conocido como “el detective del arte“, que se dedica a recuperar obras diversas sustraídas por el mundo. ”Ha sido obra de profesionales que habían visitado las instalaciones varias veces para calibrar el tiempo necesario para actuar sin ser interceptados por la policía”, afirma el experto en conversación telefónica con EL PAÍS.

Asaltar de este modo el Louvre, “tal vez la sala más famosa del mundo, es también el sueño de cualquier delincuente de esta clase”, añade Brand. Si los investigadores policiales no los encuentran pronto, las joyas pueden ser desmontadas para que pasen desapercibidas en el mercado. “En su estado original, este botín es invendible. Por eso creo que fundirán el oro y la plata y cortarán los diamantes más grandes para poder venderlos”.

Brand admite que proteger un gran museo es muy difícil, y lo único que se puede hacer es “retrasar” el robo mismo a base de poner trabas, ya sean más puertas o cristales más gruesos en las vitrinas. “Pero un museo tiene que pensar también en el público y en que se puedan contemplar las obras con tranquilidad”. Es más, añade que hoy “debe de resultar más fácil robar en un museo que en una joyería famosa de Mónaco”, por ejemplo.

El asalto tuvo lugar entre las 9.30 y las 9.40 de la mañana del pasado domingo, y los autores accedieron al edificio por la fachada que da al Sena con una escalera. Fueron vistos por la gente desde la calle, “pero pudieron pensar que se trataba de operarios”, especula Brand. En siete minutos, consiguieron amenazar a los agentes de seguridad presentes en la galería de Apolo, donde estaba en conjunto sustraído, y después rompieron las vitrinas con unas radiales. “Estos ladrones han calculado al milímetro el tiempo que necesitaban y para ello han estado varias veces en esa galería”, dice. La policía tendrá que analizar ahora los vídeos de seguridad “para intentar encontrar a unos visitantes que se preocuparan más del entorno que de las joyas expuestas”.

Si los diamantes robados acaban siendo cortados, será más fácil introducirlos en el mercado legal de joyas sin levantar sospechas. El detective neerlandés sostiene que podrían acabar en Europa, “o tal vez en Asia y en lugares como Dubai, donde lo ocurrido quede más lejos y hagan menos preguntas”.

El destino de este tipo de tesoros es distinto al de los cuadros famosos robados. Un lienzo no suele ser destruido o cortado. Muchos acaban en manos del hampa, “y cuando esa clase de gánsteres son detenidos, los usan como reclamo para intentar una rebaja de la pena de cárcel que les puedan imponer”, asegura Brand, que nunca se pone en contacto directo con los ladrones y siempre colabora con la policía.

Arthur Brand apunta que un robo así recuerda a los de películas como Ocean’s 11, pero es que los preparativos son similares. “Es preciso visitar varias veces el museo para ver cómo está distribuida la sala en cuestión, dónde hay cámaras y los turnos de vigilancia”. La operación debe calcularse al milímetro, “y en este caso han usado una escalera”. Es un clásico: robo con escalera, pero también algo aparatoso a plena luz del día y en un entorno siempre tan concurrido como el Louvre.

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