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Un informe del Tribunal de Cuentas francés previo al atraco ya advertía de fallos “considerables” en la seguridad del Louvre

El museo permanece cerrado al público tras el espectacular robo de ocho piezas de incalculable valor. “Da una imagen lamentable de Francia”, ha reconocido el ministro de Justicia

El insólito robo del domingo en el Museo del Louvre ha revelado las grietas evidentes en la seguridad del mayor museo del mundo, el emblema del patrimonio cultural francés, que mantiene sus puertas cerradas al público todavía este lunes. El país sigue sin salir del asombro después de que cuatro encapuchados lograran colarse en la galería que alberga las joyas de la Corona y, con la ayuda de una simple escalera de mudanza y radiales, se hicieran con un botín que en realidad no tiene precio: una parte de la historia de Francia. El asalto, en siete minutos, fue eficiente; los sistemas de seguridad no.

Esto no es algo nuevo, según revela un informe del Tribunal de Cuentas, que constata “retrasos considerables y persistentes” en la modernización de las medidas de protección. El informe, bastante clarificador, fue realizado antes del atraco y debía publicarse en diciembre, pero lo han adelantado algunos medios franceses. Hay salas que no cuentan con cámaras de seguridad. Es el caso del 75% de las del ala Richelieu y el 60% del ala Denon, donde se encuentran la Gioconda y la galería de Apolo, la asaltada el domingo. En cinco años solo se han instalado 138 cámaras adicionales, a pesar de la gran afluencia de público.

Tras el atraco a las joyas de la Corona que obligó a cerrar el museo surgen interrogantes que revelan fallos inexplicables. El principal es cómo el comando de cuatro atracadores pudo llegar con una camioneta y una escalera y colocarla en la fachada que da al Sena a plena luz del día sin llamar la atención. ¿Las cámaras de vigilancia que hay en el perímetro del museo no lo registraron?

Unos 60 agentes de la Brigada de Represión de la Delincuencia de la Policía Judicial trabajan desde el domingo, no solo para tratar de detener a los ladrones y recuperar las joyas napoleónicas, sino también para responder a todas estas cuestiones y determinar qué falló. La ministra de Cultura, Rachida Dati, anunció este lunes la apertura de una investigación administrativa para ver “qué ocurrió en esos siete minutos”.

Según este ministerio, los sistemas de alarma funcionaron correctamente y sonaron, pero para entonces los asaltantes ya habían accedido a la galería Apolo desde el balcón y amenazaban a los agentes de seguridad con las radiales para que no se acercasen mientras desvalijaban las vitrinas. Había solo cuatro agentes y todos han sido interrogados por la policía.

El Gobierno admite los fallos. El ministro del Interior, Laurent Nuñez, que fue prefecto de la Policía de París, ha ordenado reforzar la seguridad en los museos. Y el de Justicia, Gérald Darmanin, ha sido el más contundente: “Todos los franceses tenemos la sensación de haber sido robados. Lo que está claro es que hemos fallado cuando alguien consigue colocar una escalera para acceder al Louvre y se lleva las joyas en siete minutos. Da una imagen lamentable de Francia”, ha reconocido.

A pesar del estupor general tras el asalto, lo cierto es que trabajadores y sindicatos llevan tiempo denunciando estos problemas a la presidenta de la pinacoteca. El pasado 16 de junio el museo cerró varias horas por una huelga de los empleados, que advertían sobre la falta de personal de seguridad y de medios para gestionar la importante afluencia: unas 30.000 personas por día, unos ocho millones cada año. Según Christian Galani, miembro del sindicato CGT-Culture, se han perdido unos 200 puestos en los últimos 15 años sobre los 2.000 que cuenta del museo.

No es solo una cuestión de vigilancia. El Tribunal de Cuentas revela deficiencias en los sistemas eléctricos y en la seguridad antiincendios. Las “inversiones de la dirección no son insuficientes”, a pesar de que el Louvre cuenta con un presupuesto de 323 millones de euros.

El plan antiincendios se lanzó en 2024, pero es por concurso público y aún no se han licitado los trabajos. Este es el argumento que ha usado este lunes Rachida Dati para justificar estos retrasos en la modernización del Louvre: “Estos procesos llevan su tiempo, porque no es como cuando elegimos a un operador privado a nuestra elección, que es más rápido”.

La presidenta del Louvre, Laurence de Cars, asumió el cargo en 2021 y ya entonces encargó a la Prefectura de Policía un informe sobre la seguridad al, según dice, “haber detectado problemas”. El pasado enero escribió a Emmanuel Macron alertando de los problemas de degradación del edificio y falta de medios para afrontar la saturación. Poco después, Macron anunciaba el plan “Louvre Renacimiento”, un proyecto de ampliación que prevé reorganizar los espacios para acoger mejor a los visitantes y hace hincapié en la seguridad. Entonces destacó que el Louvre “es un símbolo de Francia, un orgullo del país”, señaló.

El presidente francés ha dicho que se detendrá a los asaltantes y se recuperarán las piezas, aunque, cuando pronunció esas palabras, no se sabe nada de los ladrones ni del botín. Entre las hipótesis: que el robo fuera un encargo de algún coleccionista extranjero o que los asaltantes las desmonten y traten de vender las piedras preciosas por separado. Esto sería catastrófico, pues se perdería parte de ese patrimonio histórico del que Francia presume pero que no ha sabido proteger lo suficiente.

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