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A veces, lo mejor que hacemos es lo que no hacemos

La seña de identidad de los productos ecológicos de Cantero de Letur es que no se les añade nada, ninguno de los aditivos se síntesis química (los famosos E-) habituales en otros productos

iStock

Si en el súper cogemos al azar casi cualquier producto y miramos su etiqueta nos encontraremos que al alimento que adquirimos le acompañan una larga lista de añadidos: colorantes, estabilizantes, agentes aromáticos, antioxidantes, potenciadores del sabor, conservantes, azúcares añadidos, colorantes… En cambio, la etiqueta de un yogur o un kéfir de Cantero de Letur es muy corta porque lo único que lleva es leche y fermentos naturales y así en todos los productos de la marca. Hablamos de un referente en lácteos ecológicos que se distingue por comercializar alimentos naturales y no añadirles nada. Y es que, muchas veces, lo mejor que hacemos es lo que no hacemos. En las cosas del comer casi siempre es así.

Oímos con frecuencia que los productos de antes sí que tenían sabor, como si encontrar alimentos así fuera hoy una utopía. En Cantero de Letur han demostrado que el sabor puro y tradicional sigue siendo posible y es compatible con los más elevados niveles de seguridad y calidad alimentaria. De hecho, la seguridad es un elemento primordial en su proceso de producción. La trazabilidad está garantizada (cada movimiento de materias primas y productos queda registrado), las instalaciones productivas disponen de líneas de envasado automático aisladas del exterior, hay un control exhaustivo de los alérgenos, las medidas higiénicas son estrictas tanto en las instalaciones como en el comportamiento y protección de las personas, y el mantenimiento de la cadena de frío hasta que el producto llega al consumidor está asegurado.

Cuando el fundador de la marca, Francisco Cuervo, empezó a elaborar los primeros quesos en 1989 explicaba que el objetivo de la empresa era “crear vida y trabajo, de modo que la salud, tanto de la tierra como de los animales, y de las personas que trabajan en ella, y de los que consuman sus productos se vea favorecida”. Esa apuesta ecológica sonaba entonces a algo excéntrico; hoy se ha abierto paso porque ofrece alimentos elaborados artesanalmente, de gran calidad y saludables, y al mismo tiempo, lo hace generando un impacto mínimo en el entorno y favoreciendo el desarrollo local. Además de haberse hacerse un hueco, progresa con rapidez porque cada vez hay más personas que conocen qué hay detrás de un producto 100% ecológico.

Hacer las cosas de un modo razonable, ese es el objetivo de la filosofía ecológica. Es un todo que implica ofrecer productos sencillos, respetuosos con lo que la naturaleza ofrece y elaborados sin añadidos artificiales. También implica un enfoque radicalmente distinto del de la ganadería intensiva; en las explotaciones verdes se respetan los ciclos naturales del ganado, los animales comen solo alimentos ecológicos certificados y pasto natural. Por otra parte, los nutrientes químicos están prohibidos, impidiendo así que pasen a la cadena alimentaria.

Productos sanos, seguros y placenteros

Ese equilibrio que se busca en el cuidado del ganado y del entorno se completa con el de las personas que participan en las distintas fases del proceso. También el empleo digno y de calidad es parte de lo ecológico. Cantero de Letur fue, por ejemplo, una de las empresas pioneras en la elaboración de un plan de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Todos los participantes en el proceso de elaboración y comercialización de los productos son claves y el fruto de ese trabajo colectivo son alimentos pensados para la salud, la seguridad y el placer del consumidor.

Un sector cada vez más amplio de la población se siente vinculado a esos valores y comprueban que la idea de que lo ecológico encaja mal con el estilo de vida moderno no deja de ser una imagen distorsionada que ha transmitido la greenfobia. La filosofía ecológica tiene su principal aliado en la lógica que rodea al proceso de elaboración de leches, yogures o quesos ecológicos que proporciona un beneficio individual (alcanza a cada ganadero, consumidor, empleado, animal) y, al llegar a todos, es también un beneficio colectivo. El último eslabón de la cadena son los consumidores que tienen la posibilidad de adquirir los productos Cantero de Letur en las tiendas especializadas eco, grandes cadenas de supermercados o por Internet. En los pedidos superiores a 35 euros los gastos de envío son gratuitos y entre dos y cinco días llegan a su destino. La leche que sabe a leche o el yogur que sabe a yogur no solo forman parte de la memoria de generaciones pasadas, pueden disfrutarse hoy. Los productos ecológicos son mucho más que una etiqueta, contribuyen a una alimentación más saludable y a un futuro más sostenible para todos.

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