El trágico final del otro ‘Babe’, una cerdita francesa
La hembra, que fue salvada de acabar en el matadero, acabó siendo sacrificada por su cuidadora, que ha sido condenada por ello
También se llamaba Babe, pero la historia de este cochino francés —más bien una cochina— no pudo tener el final feliz del cerdito valiente de la exitosa película de Chris Noonan. Una mujer ha sido condenada en Bretaña por haber matado y preparado en conserva al animal que le había sido confiado para que lo cuidara y lo pusiera a salvo de acabar, precisamente, en un plato.
La suerte parecía sonreírle a Babe. Corría el año 2016. La cerdita vivía feliz desde hacía dos años en la localidad bretona de Saint-Jacut-les-Pins con la familia Sourdon, que la quería y cuidaba como si fuera un animal de compañía cualquiera. “Acogimos a Babe cuando tenía dos meses. Era pequeñita. Era un cerdo de granja, pero la domesticamos como un animal de compañía”, contó Laurence Sourdon al diario Ouest-France. Pero a finales de ese año, los Sourdon decidieron mudarse a otra localidad. La nueva casa no reunía las condiciones para acoger a Babe, así que la familia tomó una decisión que creyó en su momento la mejor para la cerdita: la dejaron al cuidado de una mujer que aceptó ocuparse de Babe.
“No encontramos un terreno para Babe. Así que la pusimos bajo contrato de cuidados en casa de esa mujer. Era para poder seguir teniéndola vigilada, poder ir a verla y, eventualmente, recuperarla en caso de que hubiera algún problema”, explicó a comienzos de 2017 al diario Ouest-France Laurence Sourdon, responsable de la asociación Le paradis de la dernière chance (el paraíso de la última oportunidad), que salva a animales condenados al matadero.
La “mudanza” se efectuó a mediados de noviembre de 2016. La mujer que recogió a Babe y se encargaba de cuidarla, una vendedora ambulante, le mandaba correos electrónicos a Laurence Sourdon contándole cómo le iba a la cerdita. “Hasta me dijo que se escapó dos veces y que había reforzado el corral”, relató al diario regional.
El problema fue cuando Sourdon le dijo que quería visitar a la cerdita, para entonces ya todo un bicho de más de cien kilos. La “babysitter” de Babe no le daba la dirección para que pudiera ir a verla. Cuando al fin la consigue, a través de las redes sociales, se encuentra con que, del animal, no hay ni rastro. Babe había sido sacrificada. Al entrar en el domicilio de la supuesta cuidadora tras recibir una denuncia, los gendarmes hallaron a finales de 2016 110 kilos de carne de cerdo en latas de conserva “amontonadas en el aparador” de la vivienda, recordó recientemente el regional Le Télégramme.
Según explicó la acusada en su momento a los gendarmes, “el animal era demasiado grande para alimentarlo y se había escapado varias veces de su corral”. Por ello, continuó, se lo dio a su exmarido, “que llamó a un carnicero para matar (a Babe) de un disparo”. Sin embargo, señala el Télégramme, este dio una versión diferente de los hechos: “Desde el principio, ella quería matarlo para comérselo, yo no estaba al tanto del contrato de adopción” que había firmado su exmujer, aseguró.
Horrorizada, Sourdon lanzó una petición online reclamando “Justicia para Babe”.
“Babe fue instalada bajo un contrato de asociación con la prohibición expresa de ser sacrificada, comida, vendida o regalada. Salvo que, en cuanto su familia de acogida se presentó, se la llevaron a casa y la mataron de un tiro, para después descuartizarla”, escribió Sourdon, que pedía apoyos para “que se haga justicia para Babe y que sus dos verdugos sean condenados”.
La petición obtuvo más de 25.000 firmas. Y ahora, dos años más tarde, la justicia se ha pronunciado. Según Le Télégramme, el caso provocó más de una sonrisa de los jueces. A pesar de ello, se lo tomaron en serio. El tribunal correccional local condenó la semana pasada a la cuidadora a tres meses de cárcel exentos de cumplimiento y a una multa de 500 euros tras ser hallada culpable de “abuso de confianza” y de “complicidad en el sacrificio de un animal fuera de un matadero en condiciones ilícitas”. Babe obtuvo justicia al fin.
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