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Columna
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Pisar la raya

El empecinamiento pueril —tan hispánico— de Torra ejemplifica una idea antipluralista del espacio público y de las instituciones

Daniel Gascón
Trabajadores de la Generalitat colocan una pancarta con un lazo blanco encima de la que había antes.
Trabajadores de la Generalitat colocan una pancarta con un lazo blanco encima de la que había antes.Toni Albir (EFE)

El otro día llego a casa y veo a mi mujer en la cama con otro. El tío coge un cuchillo y hace una raya en el suelo. Me dice: ‘Como cruces verás’. Y se volvió a la cama con mi mujer”. “¿Y qué hiciste?”. “Cuando no me miraba, pisaba la raya”. El comportamiento del narrador del chiste se parece a las acciones del president de la Generalitat Quim Torra en el caso de los lazos amarillos. Xavier Vidal-Folch ha enumerado la serie de “aviesas irregularidades” del president: desde no seguir las recomendaciones de la Junta Electoral Central a cambiar de idea fingiendo que seguía las instrucciones de una institución no competente, tergiversando la información y desacreditando aún más el órgano que preside.

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El empecinamiento pueril —tan hispánico— de Torra ejemplifica una idea antipluralista del espacio público y de las instituciones. Algo que resulta palpable en el juicio del procés es la promiscuidad entre empresas, medios y asociaciones independentistas y partidos. El secesionismo —herejía, consecuencia inevitable de un proyecto de construcción nacional o intento de las élites políticas por salvarse— no tenía la mayoría, pero tenía la hegemonía. La puerta giratoria funcionaba muy bien: ese espíritu activista colonizaba las instituciones y desembocaba en una privatización de lo público. Todavía ahora se reclama a España que respete su propia diversidad (algo que ya sucede) mientras se niega la diversidad interna en Cataluña. La política se paraliza en nombre de un fin que ya es solo un reflejo de sueños en el sueño de otro espejo, como diría Borges. Se pone al servicio de una causa particular lo que es de todos y se pervierten los instrumentos destinados a facilitar la convivencia: inventos y organismos creados para canalizar los desacuerdos se emplean para invisibilizar o estigmatizar a quien piensa de otro modo. La consejera de Cultura dice que los lazos representan a la parte de Cataluña que respeta los derechos humanos, y un departamento de la Generalitat presenta una denuncia contra Arcadi Espada, un periodista crítico con el nacionalismo. Se habla de transversalidad cuando se practica la exclusión, de defender derechos y democracia cuando en realidad se vulneran derechos y se fomentan actitudes profundamente antidemocráticas. Y al mismo tiempo, todas esas rebeliones simbólicas, que desgastan las instituciones, crean tensiones cívicas y dificultan encontrar soluciones, ya solo son muestras de autoengaño e impotencia. Cuando no me miraba, pisaba la raya. @gascondaniel

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Sobre la firma

Daniel Gascón
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) estudió Filología Inglesa y Filología Hispánica. Es editor responsable de Letras Libres España. Ha publicado el ensayo 'El golpe posmoderno' (Debate) y las novelas 'Un hipster en la España vacía' y 'La muerte del hipster' (Literatura Random House).

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