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Opiniones amañadas y usuarios indignados copan los sitios web de reseñas

Shadows, de Andy Warhol. Los usuarios de Internet calificaron las obras del Guggenheim como “garabatos”.
Shadows, de Andy Warhol. Los usuarios de Internet calificaron las obras del Guggenheim como “garabatos”.Ander Gillenea (AFP)
Andoni Luis Aduriz

Este tiempo de posverdad no solo pone al descubierto la falta de escrúpulos y ética en la Red, repleta de opiniones amañadas. También demuestra que parte del público demanda un espacio donde exhibir su frustración

Como una sombra, la prolongada silueta de la polémica acompañó la trayectoria del dramaturgo y escritor Oscar Wilde hasta sus últimos días. Su homosexualidad, acusada excentricidad e inteligencia penalizaban en aquel efervescente victorianismo tardío. En una suerte de condenación perpetua, la mezcla de talento, éxito y, sobre todo, manifestarse distinto desvela entre muchos individuos el sueño de la mezquindad humana. Y como no podría ser de otra manera, en estos tiempos de redes tecnológicas la lapidación se efectúa con comentarios y likes en cadalsos digitales.

En Italia, hace unos meses, el Tribunal Penal de Lecce condenó a nueve meses de cárcel y a pagar 8.000 euros al propietario de una empresa que vendía paquetes de opiniones falsas a hoteles del país. No dejaría de ser una anécdota si no fuese porque en los últimos años se han detectado decenas de compañías dedicadas a lo mismo en todo el mundo. ¿No es sospechoso que algunos afamados establecimientos prácticamente no tengan críticas en un mundo donde hay gente para todo? Porque si las opiniones amañadas online son preocupantes, no lo son menos las que cuelgan los usuarios que quieren desquitarse o dar rienda suelta a su subjetividad para con todo lo que les rodea. De este modo, entre los indignados, los que opinan que el acueducto de Segovia “parece que está hecho de cartón piedra”, que en los yacimientos de Atapuerca “solo hay andamios” o que el Guggenheim de Bilbao “es un truño y una estafa porque las obras maestras son garabatos” (extraído del artículo ‘15 monumentos españoles masacrados por turistas en TripAdvisor’, publicado en la revista Icon, de EL PAÍS), se filtran los bandidos que amenazan con una mala opinión para lograr algún beneficio. Todo esto sin olvidar los casos en que los propios restaurantes ofrecen una compensación por la retirada de una mala opinión recibida en la Red.

Para verdad incómoda, la prueba que realizó en 2015 el periódico italiano A Tavola creando el restaurante ficticio La Scaletta. El resultado de la misma, un portazo de realidad. Un perfil falso, junto a un puñado de comentarios fingidos, fue suficiente para conseguir que el inexistente establecimiento lograra en poco tiempo verse clasificado en el sitio web de reseñas como el mejor restaurante de la localidad de Moniga del Garda, en la región de Lombardía. Pero quizá la broma del periodista ­Oobah Butler dé una buena medida de lo fácil que es deformar las evidencias a través de la Red. Un teléfono móvil, una página en Internet, unas atractivas fotografías y bastante ingenio fue lo que utilizó este informador para encumbrar al imaginario The Shed at Dulwich al puesto de mejor restaurante de Londres en TripAdvisor.

Aunque más allá de intereses, embustes, fisuras en el sistema y timos, este tiempo de posverdad lo que pone al descubierto es no solamente la falta de escrúpulos y ética en el campo informativo, y en especial en la Red, sino la simple demanda de una parte del público de un espacio donde poder exhibir su frustración. Y quizás ese sea el éxito de estos sitios web de reseñas relacionados con los viajes, que además de información son tribunas con perfil de retrete dorado donde vomitar desengaños y miserias que siempre están ahí para provecho de algunos. Así, Internet, que prometía diversidad, pluralidad y fertilidad cultural, “un sistema de sistemas de pensamiento”, en palabras del filósofo Rafael Capurro, se va escorando hacia espacios donde la apelación a las emociones y a las creencias personales tiene mayor influencia que los hechos.

Tras una encendida polémica con la crítica de su tiempo, Oscar Wilde dejó escrito: “Cuando el público dice que una obra es ininteligible, quiere decir que el artista ha dicho o hecho una cosa bella que es nueva; cuando dice que una obra es inmoral, quiere decir que el artista ha dicho o hecho una cosa bella que es verdadera”. Así de sencillo.

Fiambre de lomo de cerdo

Fiambre de lomo de cerdo
Óscar Oliva

Ingredientes

Para 4 personas

Para la marinada

  • 20 gramos de pimentón dulce
  • 5 gramos de achiote
  • 10 gramos de orégano seco
  • 10 gramos de tomillo seco
  • 10 gramos de romero seco
  • 4 dientes de ajo
  • 20 gramos de perejil fresco
  • 40 mililitros de aceite de oliva
  • 20 mililitros de vinagre de manzana
  • 10 mililitros de brandi
  • 5 gramos de sal

Para el fiambre

  • 300 gramos de lomo de cerdo
  • La marinada
  • Aceite de oliva
  • Pimentón dulce

Instrucciones

1. La marinada

Triturar todos los ingredientes hasta que formen una marinada. Probar y rectificar al gusto.

2. El fiambre

Quitar la parte blanca del lomo con ayuda de un cuchillo y recubrirlo con la marinada. Dejar marinar 24 horas en refrigeración, dándole la vuelta de vez en cuando. 

3.

Precalentar el horno a 160 grados, envolver el lomo en papel de aluminio por todas las caras y cocinar durante dos horas. Pasado este tiempo, dejar enfriar dentro del papel de aluminio. Reservar refrigerado.  

4. Acabado y presentación

Cortar el fiambre en láminas y aliñar con aceite y pimentón.

Propiedades nutricionales

El lomo de cerdo es un tipo de carne con muy poca grasa y un alto contenido en proteínas. Respecto a las vitaminas y minerales, destacan, entre otros, la B1, el potasio, el hierro, el zinc, el fósforo y el selenio. Una porción de 100 gramos comestibles aporta unas 95 kilocalorías y 1,8 gramos de grasa.

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Sobre la firma

Andoni Luis Aduriz
Andoni Luis Aduriz (San Sebastián, 1971) es un cocinero reconocido internacionalmente que lidera desde 1998 el restaurante Mugaritz, en Errenteria, con dos estrellas Michelin. Comunicador y divulgador, colabora desde 2013 con ‘El País Semanal’, donde comparte su particular visión de la gastronomía y su mirada interdisciplinar y crítica.

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