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Los peligros de convivir con animales salvajes

Los pastores kenianos marcan rutas ganaderas libres de fauna salvaje para prevenir las enfermedades de sus reses, por ejemplo la zoonosis que se puede transmitir a las personas

Un pastor conduce a su rebaño por los pastizales del condado de Kajiado, en el valle del Rift, (Kenia).
Un pastor conduce a su rebaño por los pastizales del condado de Kajiado, en el valle del Rift, (Kenia). Kagondu Njagi (FUNDACIÓN THOMSON REUTERS)
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El tintineo del cencerro de una vaca rompe la calma de la mañana en el valle de Losirien, en el sudeste de Kenia, mientras Bejamin Kerei conduce su rebaño, de unos 50 animales, por un camino abrasado que discurre junto a un cauce seco. A lo largo de los 10 kilómetros de viaje hasta unos pastos vecinos, el joven de 24 años busca huellas recientes de vida salvaje.

Al igual que todos los pastores de este país de África oriental, Kerei tiene que mantener a su ganado alejado de la fauna salvaje para evitar exponerlo a enfermedades infecciosas, algunas de las cuales pueden ser mortales tanto para las reses como para los seres humanos. Ahora que las sequías y las inundaciones reducen la superficie de tierra habitable en Kenia, la búsqueda de alimento y agua en cantidades suficientes empuja a la gente y a los animales a adentrarse cada vez más en los territorios de otros. En consecuencia, los casos de enfermedades infecciosas transmitidas de la fauna a las personas —llamadas enfermedades zoonóticas, o zoonosis— están aumentando, afirma Patrick Kimani, director ejecutivo de la Asociación de Productores de Ganado de Kenia.

En los últimos años, algunos pastores han descubierto una manera sencilla de proteger la salud de sus animales y la suya propia. Buscan caminos hacia los pastos que no utilice la fauna salvaje y los marcan para que otros los sigan. Kerei, que empezó a emplear este método hace dos años, cuenta que en la zona sur del sector keniano del valle del Rift, las enfermedades zoonóticas eran muy frecuentes, pero los pastores no sabían cómo tratarlas. "Por eso decidimos utilizar rutas seguras hacia los pastos con el fin de reducir las probabilidades de que el ganado entrase en contacto con animales salvajes enfermos", explica.

Casos extendidos

El ganado campa a sus anchas por las zonas residenciales de Kajiado, en el valle del Rift.
El ganado campa a sus anchas por las zonas residenciales de Kajiado, en el valle del Rift.Kagondu Njagi (FUNDACIÓN THOMSON REUTERS)

Según Samuel Kahariri, presidente de la Asociación Veterinaria de Kenia (KVA, por sus siglas en inglés), en el país hay por lo menos 36 zoonosis conocidas. Entre las más graves se encuentran la brucelosis, la fiebre del valle del Rift, la rabia y el carbunco. La mayoría están muy extendidas entre las comunidades de pastores, añade. Estas dolencias, transmitidas principalmente por las vacas, las ovejas, las cabras, los venados y los ciervos canadienses, se pueden contagiar a los humanos a través del consumo de carne cruda o leche no pasteurizada, provocando síntomas similares a los de la gripe. Sam Kariuki, director del Centro para la Investigación en Microbiología del Instituto de Investigación Médica de Kenia, calcula que alrededor de 750 kenianos contraen brucelosis cada año. Sin embargo, el científico puntualiza que, debido a la irregularidad de los registros, es imposible obtener una imagen precisa de cómo se propagan estas enfermedades.

Los datos muestran que el número de casos de brucelosis ha aumentado en los últimos años, informa James Akoko, un investigador de la Universidad de Maseno, en el condado de Kisumu, dedicado al estudio de esta dolencia. Akoko sostiene que los efectos negativos del cambio climático combinados con una población cada vez más numerosa han provocado que el contacto entre seres humanos, animales salvajes y ganado sea más intenso que nunca. "La gente está invadiendo zonas que estaban reservadas a la fauna salvaje, y esta clase de contacto crea las condiciones para que las enfermedades se propaguen a través de diferentes huéspedes", concluye.

En Kenia hay unas 36 zoonosis conocidas y alrededor de 750 kenianos contraen brucelosis cada año

Torres de ladrillo

Los pastores como Kerei se esfuerzan por evitarlo. Cuando identifican una ruta que no atraviesa territorio salvaje, la marcan con pequeñas torres de ladrillo. Además de buscar huellas y heces, saben que la presencia de grandes felinos, como los leones, así como de pájaros que se alimentan de parásitos, indica que rumiantes como los búfalos y los ciervos se han trasladado a una zona, explica Paul Gathitu, portavoz del Servicio de Vida Salvaje de Kenia. Cuando esto sucede, se desmontan las torres de ladrillo, lo cual indica a los demás que la ruta se ha vuelto peligrosa. "Asegurarnos de que nuestro ganado no comparte pasto o abrevaderos con animales salvajes es una tarea difícil", afirma Kerei, "pero es la única medida barata y accesible de que disponemos".

Por ahora, el método lo utilizan sobre todos las tribus masai del valle del Rift y los borana del norte de Kenia, señala Abdulaziz Jama, del Programa de Desarrollo de la Capacidad Pastoril, quien añade que la experiencia de los ancianos de los pueblos confirma que la técnica funciona allí donde no existen otras opciones para combatir las enfermedades. "El uso de caminos de pasto seguros es uno de los muchos [tipos de] conocimientos indígenas que han ayudado a las comunidades marginadas a combatir el cambio climático y las enfermedades zoonóticas en los lugares donde el Gobierno del país ha fracasado", zanja.

¿Alertas en tiempo real?

Las dificultades del Gobierno para controlar la propagación de las zoonosis se deben en parte a los obstáculos con los que tropieza a la hora de seguirles la pista, ya que los pastores se mueven de un sitio a otro, explica Kahariri. El presidente de la KVA añade que el problema se agrava a causa de las precarias redes de pistas y de comunicación en las zonas en las que viven los pastores, lo cual dificulta que estos puedan compartir información con el Gobierno cuando aparece una de estas dolencias.

Los pacientes acuden al hospital de referencia del condado de Kajiado, en el sector keniano del valle del Rift, para recibir tratamiento.
Los pacientes acuden al hospital de referencia del condado de Kajiado, en el sector keniano del valle del Rift, para recibir tratamiento.Kagondu Njagi (FUNDACIÓN THOMSON REUTERS)

Ezekiel Kiamba, del pueblo de Ildamat, en el sudeste de Kenia, denuncia que las autoridades deberían hacer más para apoyar a los pastores. Este ganadero de 32 años no utiliza rutas de pasto seguras para proteger a sus 80 vacas, sino que contrata a un veterinario privado para que examine y vacune regularmente a la manada a razón de 20 dólares la dosis. Le gustaría ver que el Gobierno utiliza tecnología moderna para mandar información en tiempo real sobre los brotes en las comunidades rurales. "Algunos pastores tienen teléfonos inteligentes que el Gobierno podría usar para trabajar con nosotros y ayudar a controlar las zoonosis", se queja. "Todavía estoy esperando que pase".

Este reportaje ha sido realizado gracias al apoyo de la Fundación Thomson Reuters, la rama sin ánimo de lucro de Thomson Reuters dedicada a informar sobre cambio climático, temas humanitarios, derechos de las mujeres y LGBT+, trata de personas y derechos de propiedad.

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