No se descarta la pompa de jabón
Se plantean las preguntas en la posibilidad, pero se ponen las respuestas en la probabilidad
El refranero forma parte de nuestra herencia lingüística y cultural, y lo tenemos latente en el pensamiento aun sin darnos cuenta. Cómo evitar que aliente nuestras cautelas una idea tan clara, comprensible y razonable como “nunca digas de esta agua no beberé” (ojo: “esta”, que se oye a veces a periodistas españoles decir “este agua”, “este área”, “este acta”…).
Me imagino que la prudencia refranera rondaba por el subconsciente del ministro José Luis Ábalos cuando le preguntaron el lunes pasado, en un desayuno informativo de Europa Press, si descartaba un “superdomingo” electoral el 26 de mayo. Es decir, que las elecciones generales se añadan a la coincidencia ya segura de las municipales, las autonómicas y las europeas. Y el ministro respondió relajado, mientras interrumpía su acción de beber una copa de agua: “Nada es descartable”.
Claro. A ver quién tiene la valentía de descartar algo en esta vida, máxime si se dedica a la política.
La pregunta estaba encaminada sin remedio a los menos exigentes titulares de la prensa y a las más baratas aperturas de informativos, tuviera la respuesta que recibiese. Si el ministro no descarta, entonces es que lo considera posible. Si el ministro descarta, entonces está cerrando una posibilidad. Noticia segura. Y fácil.
Muchas de las informaciones que se difundieron a continuación reflejaban la respuesta textual de Ábalos, pero rodeada de interpretaciones y sin que figurase en ningún lugar la pregunta. Como tantas veces, se presentaba una declaración pública como si fuera iniciativa del personaje expuesto ante la prensa, cuando en realidad se trataba de una situación activada por el periodista.
Así, un diario de gran difusión subtitulaba en portada: “El ministro Ábalos ve posible un ‘superdomingo’ con las municipales”. Y una cadena de televisión: “Ábalos abre la puerta a elecciones generales en primavera”. Y según las consiguientes crónicas, el ministro había dado alas a ese debate o reconocía que cualquier adelanto electoral es posible.
¿Reconocía? Eso significa “admitir como cierto” algo. En este caso, que se pueden adelantar las elecciones. ¡Por supuesto! Está en la Constitución.
El idioma español, como otros, sabe distinguir entre lo posible y lo probable. Sin embargo, muchas preguntas periodísticas que se plantean en el terreno de la posibilidad se adentran después en el ámbito de la probabilidad cuando se transcriben las respuestas. Y eso sucedió el lunes con Ábalos.
Qué mal debe de andar el periodismo si se agarra como una lapa a los “no es descartable”, a los “al parecer”, al uso del “potencial francés” como “habría” y “sería” (o “potencial del rumor”: Lázaro Carreter, El dardo en la palabra, 1997, páginas 95 y 96); a los “puede” y “podría”, a la conjetura por encima de los datos. Se trata casi siempre de pompas de jabón informativas que se desintegran transcurridos unos días y sin que ya nadie recuerde la especulación que ocupó tantos espacios. No eran información, sino entretenimiento.
Después de todo este revuelo, en el terreno de las certezas estamos hoy igual que el lunes: puede que el presidente convoque elecciones generales para el hipotético “superdomingo”, pero también puede que no. Y en ese camino hacia la nada, el periodismo se ha dejado de nuevo unos cuantos jirones de prestigio.
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