Haifaa Al Mansour, la cineasta saudí que rompe barreras

Frankenstein es una historia que solo podía haber escrito una mujer. Piénselo, nos pide Haifaa Al Mansour. “Cuando se habla del libro se dice lo masculino que es, y la ironía es que todo en él tiene que ver con su vida como mujer. Perder un hijo, una relación asfixiante con su marido, estar rodeada de muerte, la obsesión con devolver la vida. Yo creo que todos estos son temas que vienen directamente de su vida”. Igual que hay cosas que solo puede haber escrito una mujer, hay cosas que solo las puede expresar una mujer saudí.

Haifaa Al Mansour, que estrena una película en la que cuenta la desgraciada vida de Mary Shelley, autora de Frankenstein, es la primera directora de cine surgida de Arabia Saudí. Ese es otro factor para apasionarse por el personaje que le ofreció su agente. “Mary Shelley eligió lo que quería hacer, la sociedad no lo eligió por ella. Yo me identifico con eso viniendo de Arabia Saudí, donde la vida de las mujeres realmente está controlada de principio a fin. ‘Vas a vivir aquí, vas a hacer esto, te vas a casar con este hombre’. Me identificaba con esa necesidad de escapar de la presión”.

La historia de Al Mansour, de 43 años, empieza en una familia de 12 hermanos en un hogar que las malas lenguas del pueblo llamaban “la casa laica”. “La educación fue muy importante para mis padres. Nunca se me dijo que no podía hacer algo por ser mujer”. Su padre, abogado y poeta, permitía que alquilara películas en un videoclub cercano en el que había copias piratas de filmes clásicos, cine chino y mucho Bollywood. “Así fue como me enamoré de las películas”.

Esos padres que le daban más importancia a la educación que a la tradición la enviaron a estudiar filosofía y literatura a la Universidad Americana de El Cairo. Rodó un corto documental sobre las mujeres saudíes y, casada con un diplomático estadounidense, fue a estudiar cine a Sydney, de donde salió con el guion de La bicicleta verde (Wadjda). En 2012, fue la primera película rodada en Arabia Saudí y, por supuesto, la primera dirigida por una mujer. No es que no hubiera cine, es que no había salas de exhibición comercial hasta el año pasado. Al Mansour se ha convertido en el rostro del cine saudí, un concepto que ni siquiera existía antes de ella. La apertura iniciada por el príncipe Mohamed Bin Salmán la ha tomado como referente.

Ahora vive con su marido y sus dos hijos en Westlake, Los Ángeles, y su próximo proyecto suena a una especie de culminación de esa imagen de apertura. “Voy a rodar en Arabia Saudí una película sobre una mujer que se presenta a las elecciones locales. Va a honrar la ambición política de las mujeres. Creo que va siendo hora. Hay muchas mujeres allí que no se atreven a presentarse a cargos porque no quieren significarse. Vamos a rodar allí y todo el personal va a ser saudí”. Todo, con apoyo oficial, asegura. “Espero que las mujeres saudíes sientan que sus sueños se pueden cumplir. Tienen miedo de fracasar y yo quiero animarlas a desarrollar su potencial sin miedo. Mary Shelley escribió un libro cuando era muy joven y no fue reconocida en su momento. Lo es ahora. Las mujeres deberían atreverse a ser lo que quieran y no dejar que la sociedad dicte su camino”.