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LA PELÍCULA DE LA SEMANA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Lo natural se torna insólito

'La bicicleta verde' no es una obra de arte, pero sí una película agridulce que hace sonreír

Carlos Boyero
La joven actriz Waad Mohammed, en un momento de 'La bicicleta verde'.
La joven actriz Waad Mohammed, en un momento de 'La bicicleta verde'.

Hace tiempo que no escucho esa frase tan manida de que no importa el tema sino su desarrollo, lo cual probablemente es cierto. Pienso en ello al termino de la película La bicicleta verde. Wajda. Si alguien me pregunta por su argumento le contaré con expresión de inocencia que es la historia de una niña obsesionada por tener una bicicleta verde. Y puedo intuir que su gesto será de pasmo o que a continuación me preguntará: ¿Y....? También intentaré que mi memoria rebobine con inmediata agilidad y pueda recitarle un montón de argumentos presuntamente simples o etéreos que se convirtieron en películas auténticamente poéticas.

Y, por supuesto, habría qu aclararle con celeridad a tu interlocutor que lo insólito de este argumento es que se desarrolla en un suburbio de Riad y que algo tan normal como que una cría desee poseer una bicicleta para poder correr con ella junto a la de un niño con el que le une un rollo muy tierno y cómplice, con el que se ríe, se divierte, se pelea, coquetea, puede convertirse en un pecado intolerable para sus profesoras, su familia, su entorno, la educación que pretenden implantarle. Tambien habría que informar a tu oyente que esta es la primera película que dirige una mujer en Arabia Saudí y que las condiciones para que pudiera hacerlo exigen riesgo, que lo que debería ser natural supone una experiencia tan insólita como peligrosa. Es posible que el rostro del que te está oyendo siga en lógico estado de impavidez. Lamentando, como no, tanto como tú, la opresión, la discriminación, la injusticia e incluso la barbarie que padecen en determinados países con tradiciones y religión temibles los seres que han tenido la mala suerte de pertenecer al género femenino. Y después de haber soltado tu inacabable rollo sobre los méritos sociológicos de La bicicleta verde, deberás aclarar finalmente que no es una obra de arte, que su narrativa no es apasionante, pero sí que van a encontrarse con un una película agridulce, que te hace sonreír de vez en cuando, que habla con sutileza de una moral tan hipócrita como asfixiante, eficazmente contada y resuelta, protagonizada por una niña que te puede enamorar.

Se llama Waad Mohammed. Tiene los ojos muy negros y no más de nueve o 10 años. Es espontánea, pero tambien pícara, a pesar de ser tan pequeña ya conoce los manuales de la supervivencia, el disimulo y la astucia, la obligatoriedad de aprender mejor que ninguna otra compañera el Corán si eso va a servirle para comprar su sueño, la necesidad de comunicación que tiene su desolada madre, una mujer enamorada de su marido que lleva muy mal el abandono en una sociedad que bendice la caprichosa o estratégica poligamia de los hombres. Ojalá que la directora Haifa Al-Mansour pueda seguir haciendo cine. Pero sospecho que va a tenerlo crudo para realizarlo en su país.

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