_
_
_
_

Tomates contra la mafia del campo

Una iniciativa italiana emplea a inmigrantes bien remunerados para cultivar alimentos y luchar así contra las explotación de las organizaciones agrícolas

SfruttaZero

Iniciativas que cambian el mundo

Este reportaje pertenece al proyecto Impact Journalism Day, que recoge historias sobre proyectos positivos que se están llevando a cabo en todo el mundo. Medio centenar de periódicos participa en la iniciativa de la que EL PAÍS forma parte. Consulta aquí las otras historias que hemos publicado:

Trabajan 12 horas al día bajo el sol, a veces hasta morir de agotamiento. Viven hacinados en campamentos improvisados o amontonados en guetos ruinosos, un poco más allá de los campos en donde se cultivan las mejores frutas y verduras Made in Italy. En su mayoría son temporeros extranjeros, porque la explotación va de la mano con el fenómeno del tráfico de inmigrantes. Pero también hay jornaleros italianos, como Paola Clemente, una mujer de 49 años de San Giorgio Jonico, un pueblo al sur del país, a quien el calor le provocó la muerte mientras trabajaba en el campo por dos euros la hora.

Las reglas tácitas establecidas por los reclutadores de la agromafia (la mafia del sector agrícola) son más o menos las mismas para todos: ningún contrato, un salario de entre 22 y 30 euros por día (menos de la mitad del sueldo mínimo legal en Italia) por un trabajo a destajo absolutamente agotador, además de violencia, chantaje y abusos como la confiscación de documentos, guantes de trabajo a precio de oro, y alimentos y transporte vendidos a la fuerza a los trabajadores por los mismos capataces esclavistas, bajo amenaza de despido.

Este es el infierno que los jóvenes de SfruttaZero (ExplotaciónCero) quieren evitar. La organización produce tomates cultivados sin abuso de poder, plantados por los activistas de Diritti a Sud (Derechos en el Sur) y Solidaria, junto con un grupo de inmigrantes legalmente registrados y remunerados. Opera en el campo de Apulia, el tacón del país, la región más afectada por esta plaga de empleo ilegal.

"Cultivar campos sin explotación es posible y eso es lo que estamos haciendo", explica Rosa Vaglio, portavoz de Diritti a Sud, que lleva en el proyecto tres años. "Comenzamos en el verano de 2016 produciendo 2.500 frascos de salsa. El año pasado fabricamos casi 20.000 frascos a partir de las tierras de cultivo en Nardò y Bari, y este año habrá aún más", comenta.

SfruttaZero

Este oro rojo se vende bien en tiendas de comercio justo, en ferias y a través de FuoriMercato, una red nacional que opera fuera de los mercados tradicionales. La marca SfruttaZero comenzó a ganar notoriedad en parte gracias al premio Livatino que ganó en 2016, en reconocimiento a su fuerte postura antimafia.

El proyecto comenzó casi como un desafío en el patio de una escuela ocupada. Se extendió a tierras arrendadas legalmente en Nardò y al área de Japigia en Bari. Con fondos de la iglesia Valdense y de la Banca Ética, se propuso convertirse en un negocio estable. "La idea nació en el gueto de Nardò, donde vivían cientos de inmigrantes, amontonados en un barrio pobre. Sin embargo, la iniciativa no fue creada únicamente para luchar contra la explotación de extranjeros. Queremos dignidad para todos, incluidos nosotros, los jóvenes, oprimidos por el desempleo que asfixia a todo el sur de Italia", explica la activista. "Aquí en el sur no hay mucho trabajo, incluso para los que han estudiado. Entre nosotros hay graduados, personas con doctorados, que no pueden encontrar trabajo. Y nos enfrentamos a gente que convierte el trabajo agrícola en un abismo de sufrimiento", prosigue.

En verano de 2016 produjeron 2.500 frascos de salsa de tomate. El año pasado, casi 20.000

Los activistas de Diritti a Sud y Solidaria decidieron arremangarse y crear una realidad diferente, donde es posible trabajar con dignidad junto a jornaleros del otro lado del Mediterráneo. La portavoz agrega: "Para nosotros, esta salsa de tomate tiene un valor altamente simbólico. Representa una unión de pueblos, y por lo tanto tratamos de producirla de manera natural. Hemos hecho cursos de agricultura natural y no usamos productos químicos en nuestros campos".

Los jóvenes de SfruttaZero quieren que se reconozca su causa y han ilustrado las etiquetas de los frascos con fotos de los trabajadores que contribuyeron a la producción de la salsa. Los costes de fabricación son mayores que los de las salsas tradicionales, por supuesto. El registro legal de los trabajadores implica márgenes de beneficio reducidos y precios más altos que las compañías que recurren al empleo ilegal.

SfruttaZero

En su último informe sobre agromafia y empleo ilegal, el sindicato italiano Flai Cgil realizó un censo en 80 distritos agrícolas con varios grados de infiltración de la mafia, donde las prácticas ilegales a lo largo de la cadena de producción crean una economía sumergida de entr 14.000 y 17.000 millones de euros. SfruttaZero es David contra Goliat.

Frente a un monstruo de este tamaño, está claro que este pequeño negocio artesanal debe superar obstáculos desalentadores. "Encontrar un campo para alquilar es difícil. La tierra está en su mayoría en manos de unos pocos grandes terratenientes, mientras que los lotes más pequeños a menudo han sido abandonados porque pertenecen a familias divididas, con herederos repartidos por todo el mundo. Pero este año hemos logrado encontrar dos hectáreas para cultivar aquí en Nardò: ya hemos sembrado 20.000 plantas", explica Vaglio.

Hasta ahora, la asociación solo tiene cinco trabajadores contratados: tres italianos, un tunecino y un sudanés. Pero cuando comience la cosecha, alrededor del 10 de julio, se necesitará mucha más mano de obra. "El año pasado tuvimos 21 contratos agrícolas", dice Vaglio, quien planea contratar más personas este año. Es una gota en el océano del medio millón de personas esclavizadas en el campo italiano, según los cálculos de Flai Cgil. Sin embargo, es un paso en la dirección correcta.

Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aquí a nuestra newsletter.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_