Investigadoras del pasado que abren puertas al futuro
Seis historiadoras del CSIC reciben las becas individuales mejor dotadas que otorga la Unión Europea
¿Qué pueden tener en común una investigación que analiza las consecuencias de las conversiones forzosas de judíos y musulmanes en los siglos XVI y XVII en España, el estudio de la relación entre conocimiento y política en Al Andalus, el papel de las mujeres en el arte medieval, la producción de biblias en la Iberia tardomedieval o la aparición de la piedra en vez de la madera en la arquitectura partir del año 1000? Todos estos trabajos han recibido la más importante ayuda para investigación individual que se concede en la UE, del European Research Council (ERC), y todas han sido logradas por mujeres que trabajan en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Las ayudas ERC cuentan con una financiación que puede alcanzar los 2,5 millones de euros durante cinco años (la media que reciben los proyectos en humanidades en España es de 30.000 euros por tres años). Se crearon en 2007 y la mayoría van destinadas a las ciencias físicas o a la investigación en medicina. En total se han concedido 8.000 y no se dan a instituciones, sino a una persona que lidera un proyecto en el que, normalmente, están implicados investigadores de diferentes disciplinas y países. En humanidades, en España se han recibido 19 en esta década, de las que seis han ido a parar al CSIC, todas ellas a mujeres.
"Las cosas tienen que cambiar"
“¿Será casualidad que seamos todas mujeres y que la mayoría nos dediquemos a investigar sobre la Edad Media?”, se pregunta Therese Martin (South Bend, Indiana, 1965), que ha colaborado con universidades de numerosos países y cuya beca ERC se centró en la relectura del papel de las mujeres en el arte medieval. “Quizá refleja una mentalidad abierta a la importancia que tienen las conexiones entre las múltiples culturas medievales, así como cierta sensibilidad hacia las sensibilidades de hoy en día. Creo que todas somos conscientes de que las cosas tienen que cambiar, tanto en la investigación como en la sociedad en general, y que una vía para efectuar esos imprescindibles cambios es a través de las subvenciones europeas. Representan una escala de financiación que ningún país aislado se puede permitir por lo tanto se nos abren la oportunidad de llevar a cabo una investigación muy ambiciosa y de ver su impacto tangible. Liderar este tipo de proyectos exige un esfuerzo mayor que dirigir un proyecto nacional. Por eso sigue siendo inexplicable el poco reconocimiento que hay por parte de la institución del CSIC por la consecución de proyectos europeos”.
Dado que cinco de ellas trabajan en temas similares, este grupo de historiadoras lideran un programa interdisciplinar llamado Historia social y cultural del Mediterráneo. "Las humanidades tienen que ser transversales y multidisciplinares porque se trata de procesos que solo se pueden explicar si se abordan desde diferentes disciplinas académicas: filología, arqueología, historia del arte, de la religión, de la cultura...", explica Mercedes García-Arenal (Madrid, 1950), la investigadora más veterana del grupo y una de las más reputadas historiadoras de la religión españolas, que estudia actualmente las conversiones forzosas. La medievalista Ana Rodríguez (Madrid, 1961), que analiza el cambio en la forma de construir en la Edad Media, agrega: "Esa idea de que las humanidades consisten en alguien leyendo un libro en solitario en su despacho debería estar muy superada. El futuro de nuestras disciplinas depende de la capacidad para crear un ambiente en la que se puede trabajar desde diferentes disciplinas".
Aunque también recibió una beca ERC, la prehistoriadora Leonor Peña Chocarro (Madrid, 1965) no forma parte de este grupo de investigación, porque su especialidad bucea en un mundo muy anterior: su campo de estudio es la llegada de la agricultura a Europa durante la revolución del neolítico, hace unos 8.000 años. Su proyecto trata de determinar la variedad de especies que cultivaron los primeros agricultores de la Península, las técnicas agrícolas y el clima y refleja perfectamente el enfoque múltiple del que hablan sus colegas. "Analizamos decenas de yacimientos, centenares de muestras arqueobotánicas, realizamos estudios isotópicos de semillas, trabajamos con heces prehistóricas y con ADN en un complejo programa que involucró a investigadores de varias instituciones españolas y europeas", explica. "En mi campo, se mezclan las humanidades y la ciencia. Pero esos son el tipo de proyectos que pretende que construyamos el ERC".
Las seis investigadoras se reunieron a petición de EL PAÍS en el CSIC para hablar sobre ciencias y humanidades, pero también sobre el hecho de que sean mujeres las que ganaron las becas, algo que no se explica por las estadísticas. El CSIC, según datos del informe oficial de Mujeres y Ciencia de 2017, cuenta con 2.752 investigadores, de los cuales 1.769 son hombres y 983, mujeres. En el área de Humanidades y Ciencias Sociales trabajan 255 investigadores, de los que 157 son hombres y 98, mujeres (un 38%).
Capacidad de riesgo
"Creo que se debe a que asumimos una capacidad de riesgo mayor", explica Mercedes García Arenal. "Estoy de acuerdo en que teníamos que arriesgarnos más y, también, al ser mujeres teníamos que demostrar más cosas", agrega Maribel Fierro (Moscú, 1956), una arabista que ha pasado por las universidades de Chicago, Princeton, Stanford y la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París y que recibió una ERC, que se prolongó entre 2009 y 2014 titulada "Conocimiento, herejía y cultura política en el Occidente islámico (VIII-XV)".
Esperanza Alfonso (Ponferrada, 1970) es la más joven del grupo, pero también tiene una importante carrera internacional a sus espaldas. El eje de su proyecto es la Biblia hebrea y su papel como agente para fomentar la coexistencia o, al revés, generar exclusiones. "Para los investigadores que están en etapas iniciales o medias de su carrera, son becas que permiten llevar a cabo un proyecto de gran envergadura con total independencia", explica. Todas coinciden en que las becas españolas no permiten lanzar ese tipo de proyectos. "Si haces un buen proyecto da igual que seas un hombre o una mujer", puntualiza Ana Rodríguez. Pero el hecho es que han logrado seis de seis en el CSIC.
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