Aquí las aguas sucias se filtran con los plátanos
Más de 5.000 familias de la Amazonia peruana mejoran el acceso a agua potable y saneamiento a través de letrinas ecológicas en altura y hoyos rellenos de hojas de plátano y ramas para el drenaje
Sinagua, Sinjabón y Sinaseo son los tres peores enemigos de los habitantes de la Amazonia peruana. O, por lo menos, lo eran hasta la llegada de los superhéroes H2 y O. La lucha de estos personajes de ficción contra los villanos, recogida en un cómic para sensibilizar a los más pequeños, se centra en mejorar el acceso a agua potable y saneamiento para más de 5.000 familias de 15 comunidades rurales de la Amazonia peruana, principalmente en las regiones de Ucayali y Loreto. Letrinas ecológicas en altura y hoyos rellenos de hojas de plátano y ramas para el drenaje de las aguas sucias son la clave de la iniciativa Agua para la Amazonia peruana, lanzada por la Fundación Aquae y Unicef en coordinación con el Gobierno de Perú, las autoridades locales y la ONG Arkana Internacional, en una zona en la que viven más de 300.000 personas, de las cuales el 85% no tiene acceso a agua potable.
“Cuando pensamos en la Amazonia, la primera imagen que se nos ocurre es la del agua. De hecho, es una zona donde este recurso abunda, pero muchas veces no es potable, está contaminada o no existen medidas de higiene adecuadas”, explica Mikel de Pablo Merino, responsable de Proyectos de la Fundación Aquae.
Los problemas a los que se enfrentan estas comunidades son numerosos. Aunque muchas tienen instalados tanques que se abastecen de pozos, la mayoría de familias continúa consumiendo agua del río sin tratamiento. Los residuos sólidos se eliminan arrojándolos al río o en los campos. A lo largo de los últimos cuatro años, el proyecto Agua para la Amazonia Peruana ha instalado 191 baños secos, tanto en casas como en comunidades y escuelas; nuevos sistemas de potabilización del agua y de recogida de lluvia y se han impartido cursos de formación en hábitos de higiene con el objetivo de reducir la desnutrición crónica que sufren muchos niños de la zona, en su mayoría indígenas.
Las letrinas ecológicas están construidas a una altura aproximada de un metro para evitar que se inunden durante los días de lluvia —que, cada año, oscilan entre 200 y 240— y los excrementos contaminen los suelos.Las desechos así recogidos se usan como compost para la agricultura. Además de lavaderos para limpiarse las manos, los servicios higiénicos cuentan también con un doble depósito para transformar los desechos en compost para el cultivo. Las aguas sucias se drenan a través de los llamados Círculos de plátanos, unos hoyos rodeados de hojas y ramas del árbol, cuyas raíces absorben y filtran el líquido residual.
La Fundación Aquae y Unicef llevan trabajando juntas en la zona desde 2014. En julio del año pasado, firmaron un convenio de colaboración para construir hasta 2020 180 modelos de nuevos baños ecológicos en cuatro comunidades; integrar la participación comunitaria en la gestión y mantenimiento de instalaciones de agua y saneamiento, y promover comportamientos saludables en cuestiones de higiene, nutrición, salud y resiliencia frente a situaciones de emergencia o desastres.
Más de una cuarta parte de la humanidad sigue careciendo de una fuente segura de agua cerca de sus casas. De Pablo, de la Fundación Aquae, subraya la importancia de seguir concienciando en ocasión del Día Mundial del Agua, que se celebra hoy, ya que "áun queda mucho por mejorar".
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