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Quincy Jones: “Las mujeres y los negros hemos tenido que aguantar mucho”

Art Streiber

A sus 85 años, el hombre que convirtió en leyenda discográfica el talento de Frank Sinatra, Tony Bennett o Michael Jackson se confiesa. Su colmillo retorcido se clava igual en el autor de ‘Thriller’ que en los Beatles, en Donald Trump que en Harvey Weinstein, en el declive del pop que en el racismo de EE UU. Productor, compositor, trompetista, ejecutivo y eterno amigo de las estrellas, el viejo rey Midas de la escena musical no sabe de medias tintas: una entrevista a tumba abierta.

TANTO EN LO QUE se refiere a su música como a sus modales, Quincy Jones siempre se ha mostrado suave, sofisticado e impecable. No todo el mundo ha conquistado 28 premios Grammy ni ha coproducido los álbumes más vendidos de Michael Jackson. Sin embargo, cara a cara, este pope de la industria musical es, a sus 85 años recién cumplidos, mucho más quisquilloso y complejo. “Nunca he dicho más que la verdad”, afirma Jones, sentado en un sofá de su palaciega residencia de Bel-Air. Y advierte: “No tengo nada que temer, tío”. Esta entrevista es fruto de la transcripción de dos conversaciones mantenidas con Quincy Jones.

En la actualidad, Jones se encuentra inmerso en un prolongado paseo triunfal con un documental de Netflix y un especial de la cadena CBS presentado por Oprah Winfrey a la vista. Vestido con un jersey holgado, un pantalón oscuro y un elegante fular, habla como si no tuviese nada que perder. Cita nombres, reprende, elogia, cuenta y vuelve a contar historias de sus famosísimos amigos. Hasta cuando utiliza palabras duras las pronuncia con encanto, a menudo inclinándose hacia delante para que choquemos los puños y para darme un golpecito en la rodilla. “¡Lo que he vivido!”, exclama, sacudiendo la cabeza maravillado. “Es casi increíble”.

“Michael Jackson robó un montón de canciones. Ahí están ‘State  of Independence’ o ‘Billie Jean’. Las notas no mienten, tío. No
se podía ser más maquiavélico”

Trabajó con Michael Jackson más que cualquiera de las personas con las que él tuvo relación. Cuéntenos algo que la gente no sepa del artista. No me gusta nada hablar de esto públicamente, pero Michael robó un montón de material. Robó un montón de canciones. Ahí están State of Independence [de Donna Summer] y Billie Jean. Las notas no mienten, tío. No se podía ser más maquiavélico.

¿Y eso? Era codicioso, tío. Codicioso. En Don’t Stop ‘Til You Get Enough, Greg Phillinganes escribió el interludio. Michael debería haberle dado el 10% de la canción y no se lo dio.

Y aparte de la música, ¿qué idea equivocada se tiene de Michael? Solía meterme mucho con él por lo de la cirugía estética. Él siempre lo justificaba y decía que era porque tenía algún trastorno. Tonterías.

¿Hasta qué punto la fama encubría sus problemas? ¿Se refiere a su aspecto? Michael tenía un problema con él porque su padre le decía que era feo y lo maltrataba. ¿Qué se podía esperar?

Es una yuxtaposición curiosa. Con lo alegre que era su música y, en cambio, a medida que pasa el tiempo, su vida parece cada vez más triste y extraña. Sí, pero al final el problema de Michael era el propofol, y ese problema afecta a todo el mundo aunque seas famoso. Las grandes farmacéuticas que producen OxyContin y toda esa mierda son un asunto grave. Durante ocho años frecuenté la Casa Blanca, cuando estaban allí los Clinton, y descubrí cuánta influencia tiene el sector. No es ninguna broma.

¿Por qué se les sigue teniendo a los Clinton una aversión tan visceral? ¿Qué es lo que la gente no ve en Hillary, por ejemplo, que usted sí? Es porque tiene más de una cara. Cuando tienes secretos, se vuelven contra ti.

¿Como cuáles? Esa es otra cosa de la que no debo ­hablar.

Desde luego, parece que sabe muchas cosas. Demasiadas, tío.

Lynn Goldsmith

¿Hay algo que preferiría no saber? Quién mató a Kennedy.

¿Y quién lo mató? [El mafioso de Chicago Sam] Giancana. Existía una conexión entre Sinatra, la Mafia y Kennedy. Joe Kennedy, que era un mal tipo, fue a Frank para que hablase con Giancana para conseguir votos.

Ya había oído antes la teoría de que la Mafia ayudó a ganar Illinois para Kennedy en 1960. No deberíamos hablar de esto públicamente. ¿De dónde es usted?

De Toronto. Yo estuve en el concierto en el Massey Hall.

¿De verdad? ¿En el concierto de Charlie Parker con Mingus y demás? Sí, tío. Después vi el contrato. En total, la banda ganó 1.100 dólares. Nunca lo olvidaré. En su momento no fue más que un concierto de tantos. Nada para la historia. Lo mismo que Woodstock. Tito Puente me dijo que quería actuar allí. Esos festivales no son lo mío. Elon Musk sigue intentando conseguir que vaya a Burning Man. No, gracias. Pero ¿quién iba a saber lo que acabaría siendo Woodstock? Jimi Hendrix estuvo allí jodiendo el himno nacional.

¿No se suponía que Hendrix iba a tocar en Gula Matari? Sí, se suponía que iba a tocar en mi álbum, pero se rajó. Le ponía nervioso tocar con Toots Thielemans, Herbie Hancock, Hubert Laws y Roland Kirk, que eran unos tipejos de cuidado. Toots era uno de los solistas más jodidamente grandes que han existido. Los tíos que participaban en mis discos eran la hostia, y Hendrix no quería tocar con ellos.

¿Qué pensó cuando escuchó rock por primera vez? El rock no es más que una versión blanca del rhythm and blues. Ya sabe que conocí a Paul McCartney cuando él tenía 21 años.

¿Cuál fue su primera impresión de The Beatles? Que eran los peores músicos del mundo. Los cabrones no podían tocar. Paul era el peor bajista que había oído jamás. ¿Y Ringo? Mejor no hablar. Me acuerdo de una vez que estábamos en el estudio con George Martin, y Ringo había estado tres horas con algo de cuatro compases que estaba intentando arreglar en un tema. No pudo. Le dijimos que por qué no se tomaba una cerveza, comía algo, descansaba una hora y media y se relajaba un poco. Lo hizo y llamamos a Ronnie Verrell, un batería de jazz. Ronnie vino, estuvo 15 minutos y lo bordó. Cuando Ringo regresó, le pidió a George que volviese a tocarlo. George lo tocó y Ringo dijo que no sonaba tan mal. Yo le contesté: “Claro, cabrón, es que no es tuyo”. Pero era un gran tipo.

¿Hay algún músico de rock que le haya parecido bueno? Me gustaba el grupo de Eric Clapton. ¿Cómo se llamaba?

Cream. Sí. Sabían tocar. Pero ¿a que no sabe quién canta y toca igual que Hendrix?

¿Quién? Paul Allen.

Franz Hubmann

A ver, un momento, ¿se refiere al tipo de Microsoft? Pues sí, tío. Hice un viaje en su yate. Había invitado a David Crosby, Joe Walsh, Sean Lennon…, a todos esos cabronazos pirados. Los últimos dos días llegó Stevie Wonder con su grupo. Hizo que Paul saliese y tocase con ellos. Es bueno, tío.

Frecuenta esos círculos sociales de élite y la labor humanitaria siempre ha sido importante para usted. ¿Le parece que esos megarricos se preocupan tanto por los pobres como a usted le gustaría? No, los ricos no hacen lo suficiente. No les importa un carajo. Yo vengo de la calle, y me preocupo por los niños que no tienen lo que necesitan porque me siento uno de ellos. Esta otra gente no sabe lo que es ser pobre, así que no les preocupa.

¿Vivimos en un país mejor que cuando usted empezó su labor humanitaria hace 50 años? No. Estamos peor que nunca, pero por eso la gente está intentado mejorar las cosas. Con el feminismo, las mujeres dicen que no van a seguir tragando. La gente combate el racismo. Dios nos está poniendo a los malos delante de los ojos para que la gente contraataque.

Últimamente nos hemos estado enterando de lo destructiva que puede ser la industria del espectáculo para las mujeres. Dado que usted ha trabajado en este mundillo al más alto nivel durante tantos años, ¿le ha sorprendido lo que ha salido a la luz recientemente? Nada, tío. Las mujeres y los hermanos negros han tenido que aguantar muchas cosas jodidas. Los dos tenemos que vérnoslas con el techo de cristal.

¿Qué tiene que decir del supuesto comportamiento de su amigo Bill Cosby? ¿Es difícil encajar las acusaciones contra él con la persona que usted conoce? Lo hacían todos. Brett Ratner, [Harvey] Weinstein. Weinstein es un cabrón de tomo y lomo. No ha devuelto ni una de mis cinco llamadas. Es un matón.

“Dejé de beber hace dos años
y ahora mismo me siento como
si tuviese 19. Nunca he sido
tan creativo. No sé cómo explicarlo…, menuda vida”

¿Y qué hay de Cosby? ¿Qué hay de qué?

¿Le sorprendieron las acusaciones? No podemos hablar de eso públicamente, tío.

Si pudiese solucionar un problema del país con solo chascar los dedos, ¿cuál sería? El racismo. He sido testigo del racismo durante mucho tiempo, desde la década de 1930 hasta el día de hoy. Hemos avanzado mucho, pero nos falta mucho por hacer. El sur siempre ha sido muy jodido, pero allí uno sabe dónde está. En el norte, el racismo está disfrazado. Nunca sabes en qué lugar estás. Por eso lo que pasa ahora está bien, porque personas que antes no decían que eran racistas, lo dicen. Ahora lo sabemos.

¿Qué ha provocado esta situación? ¿Solo el trumpismo? Trump y los paletos ignorantes. Lo único que hace Trump es decirles lo que quieren oír. Antes tenía relación con él. Es un hijo de puta y está loco. Es una persona intelectualmente limitada, megalómana y narcisista. No lo soporto. Yo salí con Ivanka, ¿sabe?

No me diga. ¿De verdad? Pues sí. Hace 12 años. Tommy Hilfiger, que trabajaba con mi hija Kidada, me dijo que Ivanka quería cenar conmigo. Le contesté que ningún problema, que la tía estaba muy buena. Tenía las piernas más bonitas que he visto en mi vida, pero el padre equivocado.

¿Cree que su amiga Oprah sería una buena presidenta? No creo que se deba presentar. No tiene lo que hay que tener para ello. Si no has sido gobernador de un Estado, consejero delegado de una empresa o general del ejército, no sabes cómo dirigir a la gente.

Art Streiber (August / Cordon Press)

Ella es consejera delegada de una empresa. El director de una orquesta sinfónica sabe mejor cómo liderar que la mayoría de los empresarios; mejor que Trump, que no tiene ni idea. Alguien que sepa de verdad de liderazgo no tendría a tanta gente en contra como tiene él. Trump es un jodido idiota.

En lo que se refiere a la raza, ¿Hollywood funciona tan mal como el resto del país? Sé que cuando empezó a escribir música para películas, oía a los productores decir cosas como que no querían partituras “tipo blues”, lo cual era claramente un racismo velado. ¿Sigue encontrándose con esa clase de racismo? Sí, las cosas siguen jodidas. En 1964, cuando estaba en Las Vegas, había sitios a los que se suponía que no podía entrar porque era negro, pero Frank [Sinatra] lo arregló. Para que las cosas cambien hacen falta esfuerzos individuales como ese. Hace falta que los blancos pregunten a los demás blancos si de verdad quieren ser racistas, si de verdad creen en ellos. Pero cada sitio es diferente. Cuando voy a Dublín, Bono quiere que me quede en su castillo, porque Irlanda es muy racista. Bono es mi hermano, tío. Le puso mi nombre a su hijo.

¿U2 siguen haciendo buena música? [Niega con la cabeza].

¿Por qué no? No lo sé. Quiero a Bono con toda mi alma, pero el grupo está sometido a demasiada presión. Está haciendo una buena labor en todo el mundo. Colaborar con él y con Bob Geldof para que se reduzca la deuda ha sido una de las cosas más importantes que he hecho. Más o menos como We Are the World.

Dígame algo en lo que haya trabajado que debería haber sido más importante. Pero ¿qué coño dice? Nunca he tenido ese problema. Todos mis trabajos han sido importantes.

Desde un punto de vista estrictamente musical, ¿de qué está más orgulloso de todo lo que ha hecho? De que todo lo que puedo sentir lo puedo traducir en una partitura. No hay mucha gente capaz de hacerlo. Puedo conseguir que un grupo suene como canta un cantante. En eso consisten los arreglos, y es un gran don. No lo cambiaría por nada.

Michael Och Archive (Getty)

Hace algunos años se citaba una supuesta declaración suya (no he podido encontrar la fuente, así que a lo mejor la cita es apócrifa) en la que menospreciaba el rap diciendo que era un puñado de bucles de cuatro compases. ¿Sigue manteniendo esa opinión? Es verdad que el rap es así. Es la misma frase una y otra vez. El oído necesita la melodía adecuada; hay que darle siempre algo atractivo, porque la mente desconecta cuando la música no cambia. La música hecha así es extraña. Hay que lograr que el oído esté ocupado.

¿Hay algún ejemplo en su trabajo, a lo mejor con Michael, que ilustre esto que dice? Sí, el mejor ejemplo de un intento mío de fomentar los principios musicales del pasado —me refiero al bebop— es Baby Be Mine. [Tararea la melodía de la canción]. Es Coltrane convertido en canción pop. Me refiero a conseguir que los jóvenes escuchen bebop. El jazz está en la cumbre de la jerarquía musical porque los músicos aprendieron todo lo que podían de música. Siempre que me encontraba con Coltrane, él llevaba el libro de Nicolas Slonimsky.

Sí, se sabe que estaba obsesionado con el Thesaurus of Scales and Melodic Patterns [Tesauro de escalas y patrones melódicos]. ¿Se refiere a él, verdad? Sí, eso es. Ahora sí que está sacando temas interesantes. Todo lo que tocó Coltrane en algún momento estaba en el tesauro. De hecho, cerca del principio del libro hay un ejemplo de dodecafonía. Es Giant Steps. Todo el mundo piensa que la compuso Coltrane, pero no fue él. Fue Slonimsky. Ese libro hizo que todos los músicos de jazz improvisasen con esa dodecafonía. Coltrane lo llevó encima hasta que se le cayeron las páginas.

Cuando Coltrane empezó a ir más allá con la música… Giant Steps.

Bueno, más allá incluso, como en Ascension. No se puede ir más allá de los 12 tonos, y Giant Steps es dodecafónica.

Pero cuando tocaba utilizando un sistema atonal… No, no, no. Incluso en eso había una gran influencia de Alban Berg. Es lo más lejos que se puede llegar.

¿Percibe el espíritu del jazz en el pop actual? La gente ha renunciado a él para correr tras el dinero. Cuando lo que te interesa es el vodka Cîroc, la ropa Phat Farm y toda esa basura, Dios sale de la habitación. Nunca en mi vida he hecho música para lograr fama o dinero. Ni siquiera con Thriller. Ni hablar. Dios se aparta de tu lado cuando piensas en el dinero. Puedes gastarte un millón de dólares en una partitura para piano y que esta no te reporte otro millón. Las cosas no funcionan así.

John Dominis

¿La música pop actual es innovadora? Para nada. No es más que bucles, pulso, ritmo y ganchos. ¿Qué puedo yo aprender de ellos? No hay ni una jodida canción. La canción es el poder, y el cantante es el mensajero. Ni el mejor cantante del mundo puede salvar una mala canción. Lo aprendí hace más de 50 años, y esa es la gran lección que aprendí como productor. Si no tienes una buena canción, da lo mismo de qué la rodees.

¿Cuál ha sido su mayor innovación musical? Todo lo que he hecho.

¿Todo lo que ha hecho es innovador? Todo ha sido algo de lo que me podido enorgullecer, absolutamente todo. Ha sido un contraste asombroso de géneros. ­Desde que era muy joven he tocado toda clase de música: música para el bar mitzvah, marchas de ­Sousa, música para clubes de striptease, jazz, pop, todo. No tuve que aprender nada para trabajar con Michael ­Jackson.

¿Cuál es la causa de que las canciones no sean tan ­buenas como antes? La mentalidad de las personas que componen la música. Actualmente, los productores ignoran todos los principios musicales de las ­generaciones pasadas. Es ridículo. Las cosas no funcionan así; se supone que tienes que utilizar todo lo que te proporciona el pasado. Si sabes de dónde vienes, es más fácil llegar a donde quieres ir. Tienes que entender de música para conmover a la gente y convertirte en la banda sonora de su vida. ¿Me deja que le cuente cuál ha sido uno de los mejores momentos de mi vida?

Por supuesto. Fue la primera vez que se celebró el cumpleaños de Martin Luther King en Washington. Stevie Wonder era el responsable y me pidió que fuese el director musical. Después de actuar, fuimos a una recepción y se nos acercaron tres señoras. La mayor llevaba Sinatra at the Sands, con arreglos míos; su hija llevaba mi álbum The Dude, y la hija de esta, Thriller. Tres generaciones de mujeres diciéndome que esos eran sus discos favoritos. Fue muy emotivo.

Estoy intentando concretar cuál cree usted que es específicamente el problema del pop actual. ¿Es la falta de formación musical académica por parte de los músicos? Sí. Y además, ni siquiera les importa no tenerla.

Michael Och Archives (Getty)

¿Y quién está haciendo cosas que merecen la pena? Bruno Mars, Chance the Rapper, Kendrick Lamar. Me gusta dónde tiene la cabeza Kendrick. Tiene los pies en el suelo. Chance también. Y el disco de Ed Sheeran es fantástico. Sam Smith, que no oculta en absoluto su homosexualidad, me encanta. Mark Robson es un músico que sabe producir.

Dejando al margen la calidad de las canciones contemporáneas, ¿hay algún aspecto técnico o alguna técnica de producción sonora que transmitan alguna sensación de novedad? No, no hay nada nuevo. Los productores son vagos y codiciosos.

¿Ve un futuro en el mundo de la música? El mundo de la música ya no existe. Si esa gente hubiese prestado atención a Shawn Fanning hace 20 años, ahora no tendríamos estos problemas. Pero en el negocio de la música sigue habiendo demasiados contables de la vieja escuela. No se puede ser así. No puedes ser de esos que siempre están diciendo: “En mis tiempos…”.

Ahora está hablando de negocios, no de música, pero —y lo digo con todos mis respetos— ¿no le parece que alguna de sus ideas sobre música es también de la clase “en mis tiempos…”? Existen principios musicales, tío. Hoy día los músicos no son capaces de sacar todo el partido a la música porque no han hecho los deberes con el lóbulo izquierdo del cerebro. La música es emoción y ciencia. La emoción no hace falta practicarla, porque sale de forma natural. Con la técnica es diferente. Si en el piano no sabes poner el dedo entre el mi y el fa y el si y el do, no puedes tocar. Sin técnica solamente puedes llegar hasta un punto. La gente se limita a sí misma. ¿Acaso esos músicos conocen el tango? ¿Y la macumba? ¿Y la música yoruba? ¿Y la samba, la bossa nova y el chachachá?

A lo mejor el chachachá no. [Marlon] Brando solía salir a bailar chachachá con nosotros. Podía bailar hasta caerse muerto. Era el cabrón con más encanto que he conocido nunca. Se tiraba a cualquiera. A cualquiera. Se habría tirado hasta un buzón. James Baldwin, Richard Pryor, Marvin Gaye…

¿Se acostó con ellos? ¿Cómo lo sabe? [Frunce el ceño] Venga, tío. Le importaba un carajo. ¿Le gusta la música brasileña?

Sí, pero no conozco mucho aparte de Jorge Ben y Gilberto Gil. Gilberto Gil y Caetano Veloso son los reyes. ¿Sabe?, todos los años voy a las favelas. Esos tíos tienen una vida difícil, pero son gente dura. Si piensa que aquí las cosas están mal, aquello es peor.

“La canción es el poder y el cantante es el mensajero. Ni el mejor cantante del mundo puede salvar una mala canción. Aprendí esa gran lección hace 50 años”

He leído que cuando era joven solía llevar pistola. Pues sí.

¿La disparó alguna vez? Sí.

¿Contra qué? [Sonríe] Solo para practicar.

Permítame que le haga una pregunta poco usual. En su autobiografía hay un capítulo en el que habla de… ¿Lo de ser un perro?

No estaba pensando en eso, pero, bueno, también aparece en el libro. Estaba pensando en un capítulo en el que cuenta que sufrió un colapso nervioso poco después de Thriller. A menudo habla de sus mejores momentos. Me pregunto si podría contar algo de sus momentos peores. Lo que pasó fue que yo era uno de los productores de El color púrpura. Spielberg y yo seguimos siendo buenos amigos. Es un tipo genial. Me encantó trabajar con él.

Sí, bueno, pero ¿qué pasó en El color púrpura que le provocó la crisis? Lo que pasó fue que yo era uno de los productores de la película y, cuando terminamos de rodar, todos se fueron de vacaciones. Todos menos yo. Yo tuve que quedarme en casa y escribir una hora y 55 minutos de música para la cinta. Estaba tan cansado que no podía ver. Me sobrecargué de trabajo y eso me pasó factura. Uno aprende de sus errores y yo aprendí que no podía volver a hacer algo así.

Está a punto de cumplir 85 años. ¿Le asusta el final? No.

¿Qué cree que sucede cuando uno muere? Pues que se ha ido.

¿Es religioso? Para nada. Conocí a Romano Mussolini, el pianista de jazz hijo de Benito Mussolini. Solíamos pasar la noche improvisando. Él me contó de dónde venían los católicos. Los católicos tienen una religión basada en el miedo, el humo y el asesinato. Y no hay mayor timo que la confesión. Cuentas tus malas acciones y todo arreglado. Venga ya. Y en casi cualquier sitio del mundo al que vas, los edificios más grandes son las iglesias católicas. Es dinero, tío. Qué jodido.

Hablando de dinero, tengo una pregunta grosera. La primera mitad de su carrera se dedicó al jazz, que no es especialmente lucrativo. ¿Cuándo empezó a ganar dinero de verdad? Cuando empecé a producir para Lesley Gore. Yo era el primer vicepresidente negro de una casa discográfica [Mercury], lo cual era genial, excepto porque supuso que no me pagaron por producir para ella. Pero después de eso, en la década de 1970, cuando empecé a producir para otros artistas y luego para Michael, por supuesto, me dio un montón de dinero. También gané un montón con las producciones para televisión. El príncipe de Bel-Air fue una barbaridad para mí. Mad TV se emitió 14 años. Los ingresos por la redifusión son geniales, tío.

¿Cómo influyó su educación —los problemas con su madre y el hecho de crecer en la verdadera pobreza— en su manera de ver el éxito? Sí que influyó. Valoro la suerte que tengo porque sé lo que es no tener nada.

¿Piensa mucho en su madre? Todo el tiempo. Murió en un hospital psiquiátrico. Era una mujer brillante, pero nunca tuvo la ayuda que necesitaba. Su demencia precoz se podría haber curado con vitamina B, pero no podía conseguirla porque era negra.

¿Qué es lo más ambicioso que le queda por hacer? Qwest TV. Será un programa musical de Netflix. Tendrá la mejor música de todos los géneros del mundo. Así que si todos los chicos buscan lo mejor de lo mejor para escuchar, ahí lo tendrán. La verdad es que no me puedo creer que todavía esté participando en cosas así. Dejé de beber hace dos años y me siento como si tuviese 19. Nunca he sido tan creativo. No sé cómo explicárselo. Menuda vida… 

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