Cuando el panadero es un anarquista
Nace la "boulangerie" con vocación ecológica y social
Dos amigos, Thomas y Pierre, están en el origen de la curiosa iniciativa: abrir una panadería bio -hasta aquí nada de novedoso, haberlas haylas- que además sea una cooperativa. Y aquí es donde se encuentra la novedad del invento. La conquista del pan es la primera panadería autogestionada de Francia. Abrió sus puertas en Montreuil (región parisina) en el 2010 y desde entonces funciona y sin problemas desde el punto de vista económico.
Thomas y Pierre eran, y aún son, dos amigos de ideas libertarias y anarquistas. Es simpática, por decirlo de alguna manera, la estrella de ¿reminiscencias soviéticas? que corona la palabra pan en su logo. Su ideario y su concepción de la vida tiñen no sólo el logo sino todo el proyecto desde la a hasta la z.
Para ellosLa conquista del pan trata de unir por un lado la voluntad de hacer pan de calidad y respetuoso con el medio ambiente y el deseo de dar una dimensión social a un proyecto que normalmente se limita a ser sólo una «tienda de pan». Su panadería tiene tarifas de crisis, porque se dijeron que habría personas que no contarían con los medios para poder comprar el pan de calidad al precio ordinario de venta al público. Una baguette que cuesta 1 € se rebaja a 75 céntimos cuando el cliente solicita que se le aplique la tarifa social. No solicitan comprobante o justificante de nada. Simplemente confían en la palabra del cliente.
Una baguette de 1 € se rebaja a 75 céntimos cuando el cliente solicita que se le aplique la tarifa social
Ricos y pobres, por lo tanto, no pagan lo mismo. Y es más, los pobres pueden agenciarse algunos productos totalmente gratis porque la panadería dispone de baguettes suspendidas. Es decir, ofrecen al cliente la posibilidad de comprar 2 panes y llevarse sólo uno. El otro queda en la panadería a la espera que alguien, sin recursos económicos, lo solicite. El café, que han bautizado como zapatista, es por el contrario gratis para todo el mundo sin excepciones. Y todo el producto invendido al final del día es distribuido entre los vecinos con menos recursos.
La panadería está decorada con retratos de grandes revolucionarios como Karl Marx, Mijaíl Bakunin, Louise Michel y Rosa Luxemburgo. Los retratos cobran vida de alguna manera en el mostrador porque los sandwiches a la venta tienen nombres igualmente rimbombantes como el Bakunin, el Lenin y el Durruti. E incluso el nombre de la panadería no es baladí. Se trata del título de un libro publicado en 1892 por el anarquista ruso Piotr Kropotkin.
La organización empresarial es casi totalmente horizontal. Los diez trabajadores de la panadería reciben el mismo salario, a excepción de los aprendices, y todas las decisiones se toman por todos en asamblea general, que se reúne cada 15 días. No hay jefe y han impuesto la rotación de tareas para que el proyecto sea lo más comunitario e igualitario posible. Según reza en su web se consideran deudores del «comunismo porque quieren poner en común, compartir» y también se califican a sí mismos de libertarios porque rechazan «la ideología autoritaria» y piensan que «la igualdad sin la libertad no es nada».
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