La ciencia merece en España algo más que excusas
El Gobierno no ha sabido responder a los desafíos urgentes en investigación y desarrollo
"Una vez estabilizada la economía, algo que se va a lograr pronto, la apuesta por la ciencia, la tecnología y la innovación será clara”. Era el 12 de junio de 2014, y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tuiteó esta frase tras visitar uno de los mejores centros de investigación de España, el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares, en Madrid.
Tres años y medio después, la economía se ha estabilizado, pero la situación de la ciencia española no deja de empeorar. Los países más fuertes y eficientes de Europa han aumentado drásticamente sus inversiones en I+D. Alemania, por ejemplo, lo ha hecho en un 37% desde 2009. Reino Unido, en un 39%. E incluso países como Italia, que sufrió el impacto de la crisis en una medida similar a España, lo ha hecho en un 12%. España, en el mismo periodo, ha disminuido su “apuesta por la ciencia” un 9,1%, según datos recientes de la Fundación Cotec.
El ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, aseguraba esta misma semana que quiere “un pacto de la ciencia con todos los grupos políticos para incrementar la financiación de la investigación y aumentar el número de investigadores”. El gasto global en I+D es ahora del 1,19% del PIB, menos que hace una década. Y aunque no hay datos de cuántos investigadores ha perdido el sistema, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el mayor centro público de investigación en España, tiene 1.800 empleados menos que en 2011.
Las palabras del principal responsable de la gestión de la ciencia en España son, por tanto, llamativas. Parece desprenderse de ellas que existe algún extraño ente ajeno al Gobierno que está impidiendo que la inversión en ciencia e innovación en España sea la que le correspondería por su tamaño y ambición política y económica. La llamada al pacto de Estado parece sugerir que ese ente es la oposición. Sin embargo, ese pacto es una reivindicación clásica (y hasta aburrida ya, por el número de veces que es invocada) de todos los partidos políticos de la oposición en este país que, hasta el día de hoy, no ha sido atendida por el Gobierno del Partido Popular. Mariano Rajoy lleva gobernando este país desde 2011.
La ciencia en España “camina a gatas, vacilante, insegura, sumisa, temerosa de alzar la cabeza y mirar al cielo”, explica hoy en este periódico, en un emocionante artículo, el investigador Miguel Delibes de Castro. Si hoy mismo, o mañana lunes por la mañana, o incluso el martes, el ministro De Guindos decide levantar el teléfono para poner en marcha con urgencia ese pacto de Estado que él mismo cree relevante exigir, sabremos que este Gobierno piensa realmente que la ciencia y la innovación deben ser preservadas de los vaivenes económicos como única manera de garantizar el futuro de este país. Mientras eso no ocurra, lo único que es razonable pensar es que al Gobierno de Mariano Rajoy solo le interesa la ciencia para tuitear frases vacías y exigir pactos que nunca se llevarán a cabo.
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