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10 pasos para que lo que piensen los demás le traiga sin cuidado (ahora y para siempre)

A quién le importa lo que usted haga

La razón por la que cantamos con garra y a voz en grito lo de “A quién le importa lo que yo haga, a quién le importa lo que yo diga” es que, oh, sorpresa: sí que nos importa. Y mucho. “El ser humano es social y eso le lleva a establecer lazos entre sus iguales y a mostrarse especialmente sensible en lo relativo a querer agradar a los que le rodean”, explica la doctora Natalia Sylvia Ramos, profesora de la Universidad de Málaga y coautora del libro Practica la inteligencia emocional. El problema, sin embargo, aparece cuando el juicio de los demás determina en exceso nuestra conducta.

Eso es lo que sucede en los clásicos experimentos de conformidad con el grupo de Solomon Asch. Los mismos consistían en preguntar a varios estudiantes por la longitud de unas líneas dibujadas en tarjetas: ¿Cuál era más larga? ¿Y más corta? Todos los alumnos, excepto uno, eran cómplices de Asch, y su trabajo era confundir al sujeto ofreciendo respuestas claramente incorrectas. El resultado: en el 36,8% de las ocasiones, el individuo objeto de estudio coincidía con las respuestas de sus compañeros, pese a ver con claridad que estas eran equivocadas.

Parece un comportamiento improbable, pero todos lo hemos experimentado más veces de las que nos atrevemos a confesar. “Las personas que se preocupan en exceso por lo que piensan los demás son, probablemente, ego dependientes que tienden a evaluar sus logros en función del reconocimiento externo. Suelen manifestar ansiedad o alta sensibilidad ante el juicio ajeno, y poseen alto temor al rechazo”, explica la psicóloga. Además, “suelen estar más centrados en el resultado que en el proceso durante la ejecución de actividades”, añade. El ejemplo más típico: ese escritor en ciernes que deja de escribir —pese a que le encanta— por miedo a que rechacen su obra.

¿Le ha sucedido? ¿Ha dejado de hacer algo por temor al qué dirán? En ese caso, atención a los consejos del psicólogo Jaime Burque, autor del blog de cine y coaching Filmoterapia.

1. Tenga muy claro que es usted quien crea sus emociones, nadie más.

El daño no está en las palabras que usen contra nosotros (por ejemplo: “No vales nada”), sino en cómo las interpretemos.

2. La razón de que lo desaprueben está muchas veces en la otra persona, no en usted.

“Cuando alguien reacciona negativamente hacia usted, normalmente es porque se siente inseguro, cansado, estresado, está pensando irracionalmente, hubo un problema de comunicación o está lanzándole emociones negativas que nada tienen que ver con lo que usted hizo”, explica el experto.

3. Aprenda a enfocar la crítica de una manera objetiva y constructiva.

"Y tenga en cuenta que el conflicto puede ser maravilloso”. Es complicado, es verdad, pero intente separar los sentimientos de ese juicio que le ha hecho un compañero de trabajo. ¿Puede aprender algo de ello? Además, quizá el encontronazo sirva para “reequlibrar la relación, mejorar la comunicación, poner límites o llegar a nuevas ideas”.

4. Esfuércese en hacer lo que usted quiere, en lugar de lo que los demás piensan que tiene que hacer

Burque aconseja que, cuando tengamos que tomar una decisión, nos preguntemos: “¿Qué es lo que necesito? ¿Y lo que quiero? ¿Cuáles son mis metas? ¿Tengo algún miedo o inseguridad que me esté distorsionando? ¿Me influyen demasiado los deseos de los demás?”.

5. Trabaje su autoestima y su asertividad.

“Una de las mayores causas de la necesidad de aprobación es una autoestima baja (y a la inversa: la necesidad de aprobación disminuye la autoestima)”, avisa el experto. Si tenemos una buena opinión de nosotros mismos y aprendemos a decir “no” y a poner límites, no nos dañará tanto la desaprobación del resto.

6. Sea consciente de las emociones asociadas con la necesidad excesiva de aprobación.

Al castigarnos recordando una y otra vez la vergüenza que sentimos cuando nos dijeron algo negativo, solo conseguimos reavivar ese sentimiento y evitar que desaparezca. Tampoco parece sensato, según Burque, imaginar de antemano que vamos a ser rechazados. Para evitar ambas situaciones, el profesional recomienda practicar meditación, pues “nos entrena a vivir nuestro presente”.

7. Comprenda que no se puede agradar a todo el mundo.

El rechazo siempre llega en algún momento; por lo tanto, necesitar la aprobación de los demás “es algo bastante irracional e inefectivo, y nos volverá personas constantemente reactivas”.

8. Recuerde que la crítica a una idea o un comportamiento no es un rechazo a su persona.

A lo mejor le han dicho que sus gustos en cine son pésimos: mantenga el rechazo dentro de ese campo. Nadie ha dicho que usted sea pésimo.

9. Usted es quien mejor puede opinar sobre usted mismo.

“Nadie nos conoce como nosotros mismos; si alguien tiene la mayor cantidad de información para opinar sobre usted, es usted mismo. Las personas con necesidad de aprobación creen más en las opiniones exteriores que en las suyas propias”, apunta Burque. Pero, dado que les falta información, los demás pueden formarse juicios equivocados.

10. Trabaje las creencias perfeccionistas de que su valor como persona está determinado por el logro

No pierda de vista que, cuando intentamos ser perfectos a toda costa, cada crítica se vive como un fracaso personal.

Para terminar, Burque nos ofrece una máxima: “Suele tener más aprobación quien no la busca ni la necesita, pues suele gustar más lo auténtico (aunque no coincida con nuestras opiniones) que lo sumiso y entregado”. Por lo tanto, la receta, aunque manida, es aparentemente sencilla: “Sea usted mismo”.

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