“Slums”, la otra cara de las grandes ciudades
La ONU estima que unos 1.000 millones de personas viven hoy en asentamientos urbanos informales
Crece el número de seres urbanos en el planeta. En el año 1950 el 30% de la población mundial vivía en ciudades, en 2015 alcanzaba el 54%, y la ONU prevé que en 2030 llegue al 60% (un total de 5.060 millones de personas). Entre 1950 y 2005, este grado de urbanización pasó del 30% al 49%. Y durante esos años, paralelamente, la emisión global de carbono fruto de la quema de combustibles fósiles aumentó en casi un 500%. Y es que, el modelo de crecimiento urbano es claramente insostenible. Debido a sus innegables efectos sobre la salud del planeta, vinculados al uso de fuentes de energía no renovables, la creciente generación de residuos, o la emisión de gases de efecto invernadero. Pero también por sus consecuencias sobre la calidad de vida humana.
Según el World Cities Report 2016, Urbanization and Development: Emerging Futures, si esta creciente urbanización del planeta no se gestiona y planifica adecuadamente, generará crecientes desigualdades en las grandes ciudades ligadas al surgimiento de barrios informales. Con frecuencia construidos en zonas de alto riesgo (bordes de ríos, lagunas, montañas, expuestas a inundaciones y deslaves) y al margen de la regulación urbanística en un marco de inseguridad legal. En muchas ocasiones con un acceso difícil, por la falta de caminos consolidados. Con viviendas levantadas con materiales poco adecuados, que ofrecen una pobre protección ante el frío, lluvia o vientos. Y con un limitado acceso a servicios básicos (agua potable, gas para calefacción, luz, cocina o red cloacal).
Este crecimiento urbano, además, no es geográficamente uniforme. La brecha entre ricos y pobres en el planeta es mucho mayor de lo que se temía hasta ahora. De hecho, ocho personas poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial, 3.600 millones de personas. Y esto se manifiesta sobre el mapa en las desiguales condiciones de vida de la población mundial.
Se prevé que en 2030 los países empobrecidos duplicarán la población que vive en ciudades y llegarán a triplicar su superficie urbana actual. De hecho, el centro de gravedad de las megaciudades ya ha virado hacia estas regiones, y el 79% se encuentra en América Latina, Asia o África. Según el indicador City600, que elabora The McKenzie Institute, tres cuartas partes del PIB mundial tienen su origen en los 600 centros urbanos más grandes del planeta. Y 440 se ubican en economías emergentes o en desarrollo. Se calcula que para el año 2025 las 20 principales megaciudades estarán ubicadas en estas regiones, encabezados por China e India. Y los barrios informales que allí surgen se convierten en grandes focos de vulnerabilidad para su población, y en uno de los mayores retos urbanos actuales.
Y el problema es creciente. Un informe de la Comisión de la Seguridad Social de las Naciones Unidas de 1986 indicaba que entre un 30% y un 60% de los residentes de las ciudades más grandes de los países empobrecidos vivía en asentamientos irregulares. Hoy, la ONU-Habitat calcula que 1.000 millones de personas en el mundo vive en estos barrios, conocidos por su término en inglés slum. Y alerta de que una de cada cuatro personas vivirá en estos asentamientos de viviendas informales en la próxima década en caso de no llevar a cabo un sólido plan de intervención.
Ya en 2012, fruto de la Conferencia Internacional de Rabat , el informe Convertir a los slums en historia: un reto mundial para 2020, abogaba por la coordinación institucional para abordar este tema. Y más recientemente, la Declaración de Pretoria sobre asentamientos informales (abril 2016) reclamaba que fuera incorporado como un asunto prioritario en la Nueva Agenda Urbana adoptada en Habitat III (Quito, Octubre 2016). En un llamamiento por revertir el modelo de crecimiento urbano actual para comenzar a generar estrategias que tengan en cuenta a estos 1.000 millones de personas. Comienzan a surgir ejemplos de ello, y voces que abogan por la revitalización de las zonas rurales y la dignificación de un campesinado que pueda dejar de verse obligado a migrar a las ciudades, por impulsar medidas efectivas de sostenibilidad local, de vivienda social o de participación ciudadana.
Pero algunos de estos asentamientos, siguen creciendo. Es el caso de Dharavi, en los suburbios de Mumbai (India), la tercera ciudad más grande del mundo. Un “slum” con una población entre 600,000 y un millón de personas. O Kibera (que en nubi significa bosque o jungla), situado en los suburbios de Nairobi (Kenia) y también hogar para entre 700.000 y un millón de personas. Con una densidad de más de 2.000 personas por hectárea está considerado como el mayor barrio de chabolas de África. Donde las malas condiciones de higiene y saneamiento como la escasez de aseos públicos –en Kibera solo hay 50- generan condiciones de vida poco saludables. Los 0,80 euros diarios que supone ir al baño hacen que para algunos sea un lujo. En Río de Janeiro (Brasil) desde 1969 hay constancia de la existencia de 300 de estos asentamientos, allí denominados favelas. Una cantidad que ya se ha duplicado. En los barrios marginales de México el problema se agrava con la violencia, en los “slums” de Bangladesh con las inundaciones. En Sudán se calcula que el 90% de la población vive en asentamientos irregulares. Y, aunque en una dimensión mucho menor, también en metrópolis de países enriquecidos hay asentamientos informales (como los barrios de chabolas o bidonvilles europeos).
La sobrepoblación de las ciudades es para la ONU un fenómeno creciente y preocupante que algunos expertos ya denominan slumificación. Y es que la situación carencial en la que viven mil millones de personas en las ciudades del planeta no puede seguir siendo obviada.
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