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Las excursiones a la naturaleza perjudican la salud de los polluelos

Las crías que nacen cerca de zonas de ocio pesan menos que los que lo hacen en lugares tranquilos

Pollitos de herrerillo común con doas días de vida.
Pollitos de herrerillo común con doas días de vida.Carolina Remacha

Los polluelos que salen del huevo en nidos situados en zonas de ocio de la naturaleza son más ligeros que el resto. Es la principal conclusión de una investigación de la Universidad Complutense de Madrid, que ha estudiado 191 crías de herrerillo común, una especie que anida con facilidad en cajas nido. Los investigadores colocaron 138 de estas cajas en diferentes puntos del bosque de la Herrería, en la Sierra de Guadarrama, a 60 kilómetros de Madrid. Las crías que nacieron en las cajas situadas en la zona del merendero y coincidiendo en alguno de sus dos primeros días de vida con un festivo, tuvieron peor condición física que aquellas que salieron del cascarón fuera de esta zona de gran afluencia de gente o en día laborable. El estudio ha sido publicado en la revista PLOS ONE.

El bosque de la Herrería es un lugar muy visitado cada fin de semana o festivo, sobre todo en primavera. “Quería ver cómo afectaba la afluencia de gente del merendero a la fauna del bosque, para evaluar el impacto del uso recreativo de la naturaleza”, explica Carolina Remacha, bióloga e investigadora principal del estudio. La zona ya contaba con una serie de cajas nido de otros estudios anteriores y Remacha colocó más cajas en la zona del merendero para comparar los pollos nacidos allí con otros situados en las zonas menos transitadas del bosque. “Aunque va muchísima gente, la mayor parte se queda en ese merendero y muy poca se va por los alrededores”, señala la investigadora.

Un investigador toma la medida del tarso de un herrerillo ya adulto.
Un investigador toma la medida del tarso de un herrerillo ya adulto.J. de la Puente

Remacha y su equipo, dirigido por Javier Pérez-Tris, escogieron el herrerillo común porque se trata de una especie muy abundante en la zona y se deja manipular con facilidad por los científicos. “El herrerillo es muy conocido en biología porque son muy tolerantes a la gente. Además, son trogloditas [especies que usan cavidades para criar], lo que facilita que aniden en las cajas nido y eso para nosotros es una ventaja”, cuenta Remacha.

Las mediciones se realizaron en la primavera del 2009. “Es una especie donde crían todos a la vez y en un plazo de 10 días o dos semanas nacen todos los polluelos”, explica la investigadora. Con reglas especiales y una balanza de precisión, Remacha tomó las medidas y el peso de los pollitos hasta en cinco ocasiones entre el nacimiento y el momento en que levantaron el vuelo, a las edades de dos, cinco, ocho, 11 y 15 días. Con el resultado, el equipo realizó una curva de crecimiento para determinar la condición física, una medida que utilizan los biólogos para estandarizar el estado de salud de las aves. “Es la relación entre el tamaño y el peso”, señala Remacha.

Los investigadores tomaron las medidas y el peso de los pollitos hasta en cinco ocasiones entre el nacimiento y el momento en que levantaron el vuelo, a las edades de dos, cinco, ocho, 11 y 15 días

De las 138 cajas nido colocadas en todo el bosque, 65 están en la zona del merendero y 73 en otras zonas de menor afluencia de personas. En total, fueron 191 crías estudiadas en las 55 cajas que finalmente ocuparon, 21 en la zona perturbada y 34 en la de control. “Hay que tener en cuenta que cada nido puede tener 12 o 13 polluelos”, apunta Remacha. Y la mayoría de los pollitos que eclosionaron cerca del merendero fueron después más ligeros. “En las etapas iniciales es cuando se desarrollan todos los órganos y todo el sistema fisiológico, por lo que ocurre en estos días tiene unos costes importantes en su salud”, explica Remacha.

En cuanto a los motivos por los que las crías del merendero pesaron menos, los investigadores no pueden dar una respuesta clara. “Lo más probable es que se deba al estrés, pero no sabemos exactamente qué es lo que les influye”, admite la investigadora. Al principio, el equipo pensó que era posible que los padres les llevasen menos alimento los días de mayor afluencia de público. Por este motivo, la primavera siguiente, en 2010, los investigadores se centraron en estudiar las cebas y los cuidados parentales. “Pero vimos que no había ninguna diferencia. Los padres visitaban el nido las mismas veces tanto en festivo como en laborable y les llevaban la misma cantidad de alimento”, explica Remacha. Entonces, el equipo discutió las alternativas y basándose en otros estudios similares llegó a la conclusión de que el menor desarrollo se debe al propio estrés que les impide desarrollarse de la misma forma que si no tuviesen gente alrededor. “Pero no tenemos forma de asegurarlo”, reconoce.

Un hererrillo adulto lleva alimento a los pollitos.
Un hererrillo adulto lleva alimento a los pollitos.Carolina Remacha

Sin embargo, a pesar de estos resultados, Remacha señala la importancia de que la gente vaya a estos espacios y que disfrute de la naturaleza. “Para conservarla, hay que conocerla”, asegura Remacha, que sí señala la importancia de la conservación y la buena gestión de estos lugares. “Que haya carteles informativos, papeleras, caminos señalizados… Todo eso es bueno porque aunque haya un impacto en la naturaleza, está controlado y concentrado en un mismo lugar”, explica la investigadora.

Ahora, el siguiente paso es intentar saber qué actividad humana es la que tiene mayor impacto en la fauna. “Si son los coches de la carretera, o las bicis, o los paseos con los perros o las barcas. Hay que ver qué supone para ellos una mayor amenaza para poder crear áreas seguras para ellos”, explica Remacha, que también señala que sería importante conocer el coste que supone para las crías el menor desarrollo en cuanto a su supervivencia o su capacidad para encontrar pareja y reproducirse. Ese coste sí se conoce en otras especies, pero el problema del herrerillo en esta zona es que cuando vuela del nido se dispersa mucho y los investigadores no saben a dónde va a reproducirse. “Cuando son adultos tienen más fidelidad al nido y vuelven cada año para criar, pero eso no nos sirve para valorar el impacto de la pérdida de la condición física de los pollos”, concluye la investigadora.

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