Mariposas amarillas
Vale la pena poner atención a las razones detrás de las campañas del 'Sí' y el 'No' en el referéndum colombiano
“Se le avisa a Mauricio Babilonia, allá en Macondo, que suelte las mariposas amarillas, que la guerra terminó.” La frase hace referencia a Cien años de soledad, y fue el mensaje que recibieron miembros de las FARC el 29 de agosto —cuando se hacía efectiva la orden de cese al fuego—. La orden vino unos días después del anuncio de los acuerdos de paz entre las FARC y el gobierno colombiano y ponía fin a 52 años de conflicto armado. El siguiente paso era el referéndum popular de ayer.
A lo largo del domingo 2 de octubre, los colombianos respondieron “Sí” o “No” a la pregunta: “¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?” La campaña del “Sí” fue intensa y consistente, pero también fue tomando fuerza la campaña del “No”, impulsada por Álvaro Uribe, un expresidente tan reaccionario que hace parecer a la derecha austriaca un Montessori. Más allá de los resultados –que, como en tantos plebiscitos, no son tan vinculantes– vale la pena poner atención a las razones detrás de ambas campañas, porque dan una radiografía de cómo se divide ideológicamente la sociedad colombiana (no distinta de tantas otras, por lo demás).
La lógica detrás del “No” uribista: los acuerdos de paz entregan impunidad en vez de castigo a las FARC. El “No” asume que en la historia hay buenos y hay malos, y que el derecho a otorgar perdón o condena solo lo tienen quienes escriben esa historia. El “No” obedece la lógica de un “ojo-por-ojo” institucionalizado.
La lógica detrás del “Sí” es de hilado más fino. Entre los argumentos, el más importante es quizá la noción del “Sí” como oportunidad histórica para integrar a la sociedad a miles de personas que un sistema de privilegios y segregaciones —sistema tan cínico y tan pinche latinoamericano— siempre ha excluido. El “Sí” reitera que no hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda y, por tanto, reconoce que el perdón histórico tiene que ser una avenida de doble circulación.
A Mauricio Babilonia, ladrón de gallinas, lo perseguían en vida mariposas amarillas, como un augurio ominoso de muerte. Un día un militar le dispara en la columna y lo deja inmóvil. Muere, luego, “atormentado por las mariposas amarillas que no le concedieron un instante de paz, y públicamente repudiado…” El “Sí” es un mensaje a los Mauricios Babilonia de la historia: ya no tienen que vivir como culpables, ya no van a ser perseguidos por el vaticinio amarillo de los condenados a muerte perpetua.
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