Así ayudó ‘Juego de Tronos’ a unas costureras en Ruanda
La fundadora de la ONG Irembo explica los orígenes de la organización
Irembo comenzó en las navidades de 2013 un trabajo en equipo con Bertrand, a quién conocí en Ruanda mientras realizaba la investigación para el trabajo de fin de máster. Él se ocupaba de identificar a aquellos niños que no podrían ir al colegio porque sus padres no tenían dinero para pagar las tasas escolares. Nosotros, desde Almería, nos encargábamos de transmitir a amigos y familiares la situación de estos menores y los animábamos a colaborar económicamente para asegurar su escolarización. En 2013 logramos mandar a la escuela a 11 niños de Kigali. En 2014, el número subió a 30.
No pasó mucho tiempo para que nos diésemos cuenta de que esa era sólo una solución a corto plazo. La raíz del problema era que los padres de esos niños no tenían una formación ni mucho menos un trabajo para poder valerse económicamente y hacerse cargo de las tasas escolares. Esas madres no tendrían ningún incentivo para formarse y lanzarse a buscar un empleo si sabían que cada año recibirían dinero y sus hijos podrían ir al colegio. De manera involuntaria, las estábamos posicionando en una situación de dependencia a una ayuda externa. Era una solución parche. Por eso decidimos ir un paso más lejos, buscar la solución duradera. ¿La idea? Alejarnos del modelo tradicional y poco eficiente de las ONGs y buscar un modelo sostenible y autogestionable, algo más cercano a lo que hoy llamamos empresas sociales. Para ello lanzaríamos un programa de formación profesional en costura para las madres de estos niños unido a una tienda donde se venderían sus productos. Como toda empresa, necesitábamos una inversión inicial, y para ello decidimos lanzar una campaña de la mano del maravilloso método del crowdfunding.
Nuestra campaña fue algo ambiciosa porque la limitamos a 25 días y porque la gran mayoría de mi entorno cercano nunca había oído hablar de este sistema de recaudación de fondos. La pregunta más común durante esos días era: “¿crowd qué?”. Así que decidimos utilizar la artillería pesada para llegar a la gente, la cual incluía, entre otras cosas, aprovechar la presencia de algunos actores de la serie Juego de Tronos en la ciudad de Almería. El día que más donaciones recibimos fue el que publicamos una foto del personaje Sir Jorah Mormont, interpretado por el actor Iain Glen, posando con un cartelito que avisaba a la gente de que sólo quedaban 23 días para poder formar parte de la campaña de financiación colectiva. Después de eso vino Conleth Hill (Varys en la serie), Nerea Camacho (Camino), Luís Fernández (de la serie Mar de Plástico) o Edu Casanova (de Aída). La gente aún nos pregunta que cómo conseguimos que participasen. ¿La verdad? En la mayoría de los casos fueron sorpresas del azar: un viaje en tren, coincidir en una cafetería... y echarle cara, eso siempre. Entre la campaña de financiación colectiva y la colaboración de la Fundación Eduarda Justo (Grupo Cosentino), llegamos a nuestra meta. Puede que 5.000 euros no sean una fortuna, pero cuando han sido aportados de manera colectiva por más de 100 personas, estos multiplican su valor por mil.
Poner en marcha un proyecto de esta naturaleza es de las cosas más gratificantes que alguien puede hacer en la vida, pero es tremendamente agotador: regateos en precios, gastos inesperados, problemas de comunicación (muchos), discrepancias, falta de organización... Me pregunté varias veces quién nos habría mandado meternos en ese berenjenal durante aquel mes de locura en el que dimos hasta el último aliento para ponerlo todo en marcha y para que los fondos fuesen utilizados de la manera más eficiente posible. Se eligió la casa y terreno donde estarían el taller y tienda así como área de juegos para los niños. Se construyó el centro de costura y se hicieron reformas en la casa. Se amuebló la tienda, se compraron 11 máquinas de coser y materiales para las clases. Se seleccionaron a las dos mujeres que a día de hoy trabajan como instructoras, a artistas voluntarios le dieron color al lugar y hasta organizamos un mercadillo benéfico de navidad con venta en Kigali y España. También comenzamos una campaña de marketing y muy pronto empezamos a percibir el interés por parte de turistas y extranjeros residentes en Kigali.
Sabemos que existe un creciente interés en dar un toque social a los viajes a África. Por eso nosotros hemos decidido canalizar estas ganas de ayudar para que desemboquen en una acción verdaderamente efectiva: ¿Quieres tener un impacto positivo en tu viaje a Ruanda? ¡Estupendo! Pásate por Irembo Foundation, conoce a las mujeres que están empezando una nueva vida gracias a este programa de formación profesional, compra un bonito bolso, un monedero o unas sandalias y comparte tu foto con ellas en tu Instagram y tu Facebook. Tu dinero estará asegurando que sus hijos reciban una educación y además estarás dando promoción gratuita a nuestra marca, así de fácil y transparente.
A día de hoy, Irembo forma a 25 mujeres y se ocupa de la escolarización de 30 niños. Contamos con una pequeña tienda en el barrio de Kacyiru, un taller de formación y otro comercio más en la casa anexa a este taller. Nuestro siguiente proyecto es habilitar las dos habitaciones restantes que componen esta vivienda para poder alquilarlas a turistas a través de Airbnb, una fuente de ingreso importante para asegurar la sostenibilidad del proyecto. Irembo sigue, además, trabajando en ideas para facilitar la integración de la tecnología en estos contextos socio-económicos, especialmente en el ámbito infantil. Para ello realiza consultas a expertos en distintas áreas y abiertos a las ideas de aquellos que quieran llevar la innovación al campo social.
Irembo no sigue el modelo tradicional, nunca hemos buscado donaciones sino inversiones sociales, es decir, personas que inviertan en la capacidad de estas mujeres para desarrollar su potencial y ser agentes de cambio de su propia vida y la de sus hijos. Gracias a estas personas, a su generosidad, corazón y ganas de hacer de éste un mundo mejor, Irembo es hoy una realidad.
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