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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Colombia, a un paso de la paz

La difícil negociación de paz iniciada en 2012 está en sus últimos flecos

Guerrilleros de las FARC, a principios de 2016, en la región de Antoquia.
Guerrilleros de las FARC, a principios de 2016, en la región de Antoquia.Rodrigo Abd (AP)

En medio de un turbulento y muchas veces desesperanzador panorama internacional, Colombia se aproxima cada vez más a lo que está llamado a ser uno de los grandes hitos de su historia como país. Eso es lo que se desprende del anuncio de que —en principio, aunque la fecha puede ser extensible— durante el próximo marzo el Gobierno de Bogotá y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) pueden firmar un acuerdo definitivo de paz y de que Naciones Unidas se encargará de supervisar y verificar el desarme total de los insurgentes.

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Si esta previsión se confirma, la difícil negociación iniciada en 2012 estaría en sus últimos flecos, y muy pronto podríamos asistir al cierre formal de una guerra civil que se ha prolongado durante medio siglo y al desmantelamiento de la guerrilla más antigua de Latinoamérica.

El que las conversaciones que se desarrollan en La Habana hayan entrado aparentemente en su último estadio demuestra la eficacia de un diálogo que está sirviendo para desatascar —y mucho más que eso, para resolver— situaciones que parecían irresolubles.

Cuando el presidente Juan Manuel Santos, anunció la apertura de las conversaciones no faltaron las voces agoreras, dentro y fuera de Colombia, que vaticinaron un final estéril, idéntico al de iniciativas anteriores. Es de justicia reconocer el coraje del mandatario colombiano, que ha dado prioridad a la consecución del acuerdo y ha sabido mantener la estrategia incluso en los momentos —esporádicos pero determinantes— en los que volvieron a hablar las armas. La firma será, sin duda, el gran legado de su mandato.

La prudencia invita a no lanzar las campanas al vuelo hasta que no haya ratificación. Y ya es sabido que falta tiempo para la reconciliación y para que cicatricen las heridas. Pero, por fin, la realidad permite un horizonte de optimismo.

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