Por no poder comer
Etiopía está sufriendo una de las peores sequías de las últimas décadas. La desnutrición que está provocando es una causa de muerte silenciosa e invisible.
Hace pocos días, y aprovechando que Iñaki Alegría tuvo que volver a Barcelona desde Etiopía, tuvimos una larga charla. Al finalizar la misma coincidimos en que la situación de hambruna que sufre Etiopia hacia necesario hacer la máxima difusión y sensibilización. Iñaki y su compañera Cristina, una vez finalizaron su formación como residentes en pediatría y medicina general respectivamente, y atrapados por la riqueza espiritual de Etiopía y por la necesidad de combatir la desnutrición, decidieron irse a vivir a la antigua Abisinia para implicarse plenamente con la comunidad etíope más necesitada. Para ello fundaron la ONG Alegría Sin Fronteras, con el objetivo de promover el empoderamiento, el liderazgo comunitario, la equidad de género y de disminuir la desnutrición y la pobreza en las comunidades rurales de Gambo y en Meki en colaboración con la Fundación Pablo Horstmann.
Durante la larga conversación que mantuvimos surgieron muchísimos temas, pero la situación de la salud y el incesante aumento de niños desnutridos que tienen que atender, especialmente procedentes de las zonas rurales fueron los principales. Hace un año tuve la suerte de poder estar en Gambo, lo que me permitía entender un poco mejor lo que Iñaki me explicaba y que se trataba de una situación todavía peor de la que había conocido dentro de la pobreza extrema.
Inmediatamente coincidimos en que en la situación de Etiopía, y más concretamente la desnutrición, no podía quedar en esta charla, así que le sugerí que escribiera un artículo de casos reales vividos por él y que yo, por mi parte, escribiría una introducción con una visión más global, aprovechando que estoy trabajando en los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Precisamente, el primer ODS dice: acabar con la pobreza extrema (para el 2030), incluida el hambre. El objetivo consiste específicamente en poner fin a la pobreza extrema en todas sus formas. En otras palabras: complementar los Objetivos del Milenio ( 2000-2015) mediante la inclusión del hambre, el retraso de crecimiento, la malnutrición y la seguridad alimentaria, y dar un apoyo especial a los países altamente vulnerables como Etiopía.
Hayque recordar que los ODS guiarán la diplomacia económica mundial de la próxima generación y el punto de partida se da en un mundo superpoblado. En la actualidad viven en el planeta 7.200 millones de personas, nueve veces más que la que albergaba en el año 1750, al comienzo de la revolución industrial . La población mundial sigue creciendo a gran velocidad, en unos 75 millones de personas al año. En la década de 2020 habrá ocho mil millones y tal vez lleguemos a los nueve mil millones en 2040. La esperanza de vida media entre 1950 y 1955 estaba en torno de los 47 años. Hoy, se acerca a los 71 y en los países de ingresos altos alcanza los 81.
La pobreza extrema, que ha disminuido en estos últimos años, la sufren unos 1000 millones de personas y, según otras fuentes, incluso 2500 millones. Esta pobreza significa que las personas no pueden cubrir sus necesidades básicas. La vida es para ellos una lucha constante por la dignidad, incluso por la supervivencia. Les preocupa saber si tendrán suficiente para comer; si el agua que beben les causará alguna enfermedad potencialmente mortal o si la picadura de un mosquito transmisor de la malaria se llevará la vida de su hijo por no poder pagar los 80 céntimos de dólar que cuesta la medicina necesaria para tratar la infección. En los niños de temprana edad, la desnutrición puede causar perjuicios irreparables con consecuencias adversas para la salud que le afectarán a lo largo de toda su vida. Dichas consecuencias pueden incluir deficiencias en el desarrollo cerebral y vulnerabilidad a diversos tipos de enfermedades no transmisibles (como enfermedades cardiovasculares y trastornos metabólicos) en la edad adulta.
Etiopia está en la actualidad sufriendo una de las peores sequías de las últimas décadas. El descenso de las lluvias de primavera y el fenómeno del niño hace que las lluvias del verano hayan descendido en un 80-85 % en todo el país. Esto comporta una gran inseguridad alimentaria, malnutrición y un descenso muy importante de la subsistencia en más de seis regiones de Etiopía. Esto significa que para 2016 necesitarán asistencia alimentaria unas cuatro millones y medio de personas, lo que representa un aumento en 2,9 millones (un 55% más) sobre las 1,6 millones de personas calculadas. Sólo la sequía de 1984 fue peor. Esta es la conclusión tras comparar la cantidad de lluvia caída a lo largo de 2015 con la de los últimos años.
Las previsiones no pueden mostrarse optimistas pues la sequía es un hecho y es cuestión de tiempo que la falta de agua y alimentos comiencen a hacer estragos. Éstas son algunas cifras:
- 15 millones de personas necesitarán asistencia alimentaria.
- 1,5 millones de niños con desnutrición moderada que requerirán programa de suplemento alimenticio.
- 450.000 niños con desnutrición aguda severa que requerirán tratamiento intensivo de rehabilitación.
- 450.000 animales morirán por falta de agua y alimento.
La región de la Oromia, la más poblada del país, es la más afectada. En concreto, las woredas de Dugda y Arsi en las que nos encontramos trabajando con proyectos contra la desnutrición pertenecen ambas al máximo nivel de alerta. En concreto en la región de Meki no hay ninguna ONG actuando y ahora estamos estableciendo lazos de cooperación y sinergia con organizaciones que están presentes en Etiopía para poder dar respuesta a las necesidades que surjan en el entorno de Meki y Gambo.
Pero lo que pretendíamos al hacer este articulo es que la introducción fuese simplemente una ayuda para intentar explicar mejor lo que es lo verdaderamente importante: detrás de todo siempre está una persona, un niño o una familia entera con rostro propio, nombre y apellidos que tienen que ser la única y última razón de la demanda de ayuda frente a esta terrible sequía. Por ellos, por Nassaneth, Birhanu, Tuji…
A continuación, unas reflexiones a pie de terreno de Iñaki Alegría:
El río seco, tan solo piedras
El agua del río corría con fuerza y energía sorteando piedras, creando pequeñas cascadas. Un bello paisaje. Acudían al río los niños a bañarse y jugar, las mujeres a lavar la ropa y cargar bidones de agua y algunos hombres a pescar. La cosecha va creciendo a la espera de las lluvias que deben llegar en estos meses. Pero las lluvias no llegan. Tardan en llegar. Y cuando llegan lo hacen en pequeña cantidad y pocos días.
No es suficiente para saciar la sed del campo, ni tampoco del río, ni del ganado, ni de los niños, ni de las mujeres, ni de los hombres… Y en este orden se van desnutriendo hasta acabar muriendo de sed y hambre literalmente.
Pasan los meses. La sequía se prolonga. Empieza a hacer estragos. Se mueren las primeras reses del ganado a falta de alimento y agua. La cosecha se seca. El río, que hace unos meses traía agua, ahora no tiene corriente, está seco. Tan solo mantiene algunas zonas con agua estancada, hábitat ideal para los mosquitos, especialmente preocupante el Anopheles, el transmisor de la malaria.
Birhanu y su familia
Birhanu es ganadero. Es el único ingreso de toda su familia, formada por su mujer y sus siete hijos. Debido a la sequía están muriendo sus vacas, que representan toda su riqueza. Birhanu, así como otros ganaderos, no tiene dinero para comprar alimentos para su familia y tampoco para alimentar el ganado, por lo que se ve obligado a venderlo a bajo precio antes que gastarse el poco dinero que tiene en alimentarlo. De este modo, algo gana. El resultado es que está vendiendo una vaca a un equivalente de 6 euros cuando su precio normal serían casi 90. La pérdida de dinero es en todos los sentidos: pérdida de cosecha, pérdida de ganado, pérdida de dinero para comprar alimentos para familia y ganado.
La economía de Etiopía está creciendo a un ritmo de más del 10%. Ha provocado un aumento del precio de los productos de necesidad básica, en concreto el precio del cereal ha aumentado el 200% en los últimos dos años.
Lo peor está por llegar. Estamos sufriendo ahora las consecuencias de la sequía: la muerte del ganado por falta de alimento, una cosecha escasa. La próxima temporada no tendrán dinero para comprar las semillas para plantar, es todo un ciclo de pobreza. La pobreza atrae más pobreza. Debemos romper este ciclo.
De llorar la muerte a llorar el milagro de revivir
No olvidaré su mirada el primer día. No olvidaré su sonrisa el día que renació. Tuji. Un nombre propio. El pequeño niño de seis meses y tres kilos con un perímetro braquial de ocho centímetros nos llega en brazos de su madre. El pequeño Tuji y su madre están asustados y preocupados.
Lo ingresamos en la unidad de renutrición. Le ofrecemos una ducha, ropa limpia y una cama. Junto a todo el personal de la clínica le proporcionamos todo el cuidado, la alimentación y cariño.
Tuji succiona con todas sus fuerzas. Bebiendo, la leche se le va al pulmón, hace una broncoaspiración. Su estado se vuelve muy crítico. Pierde la respiración por un instante, pierde la fuerza. Le administramos oxígeno. A duras penas reacciona. Su madre llora, llora desconsoladamente. Llora la muerte de Tuji. Pero Tuji no está muerto, dentro de su cuerpo, su alma y corazón siguen latiendo, no ha llegado aún su hora, le ofrecemos todo nuestro cuidado y apoyo en estos momentos críticos.
El milagro empieza a obrarse. Tuji empieza a recuperarse, a tener fuerzas para mover sus bracitos, abre los ojos, se ilumina su mirada… Y en unos días empieza a sonreír.
Tras tres semanas de ingreso, Nassaneth, su madre, ha pasado de la desconfianza y la preocupación los primeros días al ver cercana la muerte de su hijo, a una extrema alegría y agradecimiento al ver renacer a Tuji.
No hay mejor regalo que la inocente sonrisa de Tuji ante la mirada agradecida de Nassaneth. Por esta sonrisa, todo ha valido la pena. Y detrás de la sonrisa de Tuji estamos todos, ya que ha sido posible gracias a vuestro apoyo, de modo que en la sonrisa de Tuji estamos todos. Tuji puede seguir viviendo, crecer, alimentarse, soñar con un futuro, Tuji ahora puede empezar a escribir su historia.
Timire, sobreviviendo el hambre, sed de vida
Timire. Un año y medio de vida. Tres kilos de peso. Perímetro braquial de 6,2 centímetros. Llanto irritable pidiendo a gritos la gota de leche que hace días lleva esperando, demasiados días, demasiadas noches… Pero su corazón sigue latiendo, cada vez con más fuerza; quiere vivir, tiene sed de vida, hambre de vida… Tiene mucho que decir en este mundo, aportar su granito de amor al mundo, escribir su historia.
No es solo Timire. También lo es su hermano gemelo. También son Timire mucho otros niños en las regiones rurales de Etiopía. Por todos los timires.
Por ellos, Nassaneth, Birhanu, Tuji… Por no poder comer… Seamos su voz, alimentemos sus vidas. Que el hambre no acabe con ellos y puedan escribir su historia.
Xavier de Las Cuevas es responsable de Cooperación del Colegio de Médicos de Barcelona
Iñaki Alegría es pediatra en las regiones rurales de Meki y Gambo (Etiopía). Fundador y presidente de la ONG Alegría Sin Fronteras. Colaborador con Fundación Pablo Horstmann y Hospital de Gambo.
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