Hoy no han llegado las raciones de arroz
En Bor, Philipo evalúa el grado de desnutrición de los niños refugiados Su alimentación peligra cada vez que no llega la comida a los campos
Philipo, trabajador de Unicef, espera a la sombra con su carpeta llena de instrucciones sobre cómo atender a un niño desnutrido. Madres y embarazadas primerizas van tomando asiento. Sillas blancas y azules de procedencia china, esterillas y telas inundan el círculo de sombra que crea una acacia. Un representante del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA) ha llegado hace tres minutos en un todoterreno desde el que anuncia, con la ventanilla bajada, que la ración de arroz de hoy no llegará. Se percibe el frío del aire acondicionado que sale desde el coche. Ha habido un problema con el camión que hace el recorrido a diario desde el aeropuerto de Bor hasta el pueblo. “No fuel”, se excusa. No hay gasolina. Las caras de desolación son signo del sometimiento a la realidad que martillea esta tierra seca a la orilla del río Nilo.
Apenas unos pocos de los 248.000 niños que han sufrido desnutrición aguda severa en Sudán del Sur este año serán tratados por Philipo hoy. El país más joven del mundo, con una población aproximada de 12 millones de habitantes, se mantiene en situación de emergencia aguda desde que en julio de 2013, solo dos años después de la independencia, se viera sumido en una guerra civil entre los partidarios del presidente, Salva Kiir, de la etnia dinka, y los del vicepresidente, Riek Machar, de la etnia nuer. El Banco Mundial señala que a pesar de que los dinkas (unos cuatro millones) y los nuers (aproximadamente dos millones) son las etnias mayoritarias en el país, existen unos 52 grupos diferentes.
Alrededor del 80% de los Estados afectados por el conflicto como Jonglei, Northern Bahr al Ghazal, Warrap, Unity y Upper Nile se encuentran en estado de emergencia. Pero la situación es especialmente preocupante en los dos últimos, pues los recientes combates han interrumpido o cerrado al menos la mitad de los servicios de alimentación que muchos de estos niños necesitan para sobrevivir. Más de 750.000 personas se han quedado sin acceso a asistencia humanitaria, según Unicef.
El comodín del experto
Bosco Agetta es el responsable de los programas de nutrición de Unicef en Bor. Vestido con un chaleco multibolsillos que lleva el logo de la organización, no deja de apuntar. De observar. De mirar su reloj. ¿De verdad sirve de algo un reloj en una zona remota como ésta?, le preguntamos. "El tiempo es un concepto occidental, lo sé. Pero aquí es cuestión de salvar vidas. Tengo que controlar que cumplimos el horario porque hay muchas madres que nos esperan después".
¿Cuáles son las causas de la desnutrición infantil?
"La desnutrición infantil es el resultado de la ingesta insuficiente de alimentos (en cantidad y calidad), de la falta de una atención adecuada y de los brotes de enfermedades infecciosas. Detrás de estas causas inmediatas hay otras subyacentes como la falta de acceso a los alimentos, la falta de atención sanitaria, la utilización de sistemas de agua y saneamiento insalubres y las prácticas deficientes de cuidado y alimentación", subraya Bosco. El origen de todo se halla en factores sociales, económicos y de irresponsabilidad política como el empobrecimiento, la desigualdad o falta de acceso a la educación de las madres.
La ciudad de Bor se encuentra dentro del Estado de Jonglei, el más grande de Sudán del Sur, y Bosco busca la respuesta a la pregunta de cuáles son las previsiones para los próximos meses. "En Unicef tenemos documentados más de 30.000 casos de niños de entre 6 y 59 meses que padecen malnutrición. Pero todo apunta a que las cifras aumentarán hasta finales de año y será una tragedia".
Cuando el grupo, de unas 80 mujeres, está al completo, Philipo comienza a explicar en inglés y en dinka (lengua de la etnia con el mismo nombre) la importancia de los cuidados durante el embarazo, así como la de seguir una correcta alimentación, adaptada a los recursos de la zona, necesaria para que el futuro bebé crezca correctamente. Esta información es fundamental para la gran mayoría que no ha tenido la oportunidad de recibir una educación básica en la escuela por las sucesivas guerras en la región.
Más de un 68% de la población, es decir, casi ocho millones de los 11,6 que tiene el país, según el censo de 2011, sufrirán inseguridad alimentaria durante la temporada de lluvias, entre los meses de junio y noviembre. De estos ocho millones de personas, al menos la mitad experimentará inseguridad alimentaria severa. A esto se une otra preocupación: la escasez de fondos última de las agencias internacionales que asisten a los más vulnerables. El Programa Mundial de Alimentos calcula que le faltan unos 230 millones de dólares para financiar su operación de nutrición de emergencia en el país.
Philipo debe tener en cuenta que la mayoría de sus pacientes se encuentran en sus primeros 1.000 días de vida, el periodo de mayor vulnerabilidad, en el que más posibilidades tienen de morir. Comprenden el embarazo y los dos primeros años desde el nacimiento y constituyen el periodo clave para prevenir la desnutrición. En esta etapa es cuando se produce su desarrollo básico, por lo que la falta de atención adecuada afectará a su salud y a su desarrollo intelectual el resto de su vida.
Con esta información siempre presente, Philipo además necesitará varias herramientas para realizar su trabajo: evaluar qué niños y qué madres necesitan asistencia médica y nutricional inmediata. Repasamos:
La cartilla de seguimiento
Es una tarjeta donde se apuntan datos relativos al peso de las madres y los niños para que los médicos puedan realizar un seguimiento y darles un tratamiento adecuado a su estado de salud. El método es simple. Los trabajadores locales recogen la cartilla que se les ha entregado previamente a cada madre acogida al programa. Hay de dos tipos: de atención durante el embarazo y la correspondiente al período de lactancia. En ellas se escribe el nombre de la propietaria y se apunta el peso tanto de la mujer como del bebé cada semana.
En ella se pueden anotar varios indicadores:
- Bajo peso al nacer: un recién nacido con un peso inferior a los 2.500 gramos.
- Desnutrición aguda moderada: el peso del niño para su estatura se encuentra entre dos y tres puntos por debajo de la media para su población.
- Desnutrición aguda grave o severa: el peso del niño en relación con su estatura se encuentra por debajo de tres puntos de la media para su población.
Medidor para la desnutrición
El MUAC (Middle Upper Arm Circumference) es una cinta de plástico milimetrada con tres colores y se utiliza para medir la desnutrición aguda en niños de 6 a 59 meses de edad. Debe colocarse en la parte media del brazo, entre el hombro y el codo, y observar: el rojo señala desnutrición aguda grave (perímetro braquial inferior a 115 milímetros) y requiere atención médica urgente; el amarillo indica desnutrición moderada (inferior a 125 milímetros) y requiere un tratamiento inmediato para prevenir que empeore; y el verde significa que el niño está bien. Hoy todos marcan rojo y amarillo.
La cesta y la balanza
Aquí, en este descampado a las afueras de Bor, la balanza y la cesta que cuelgan de una rama despoblada de hojas parecen formar parte ya del cuerpo de la acacia. Atados con un trozo de trapo, los recién nacidos y los niños de hasta cinco años son pesados para controlar su evolución de forma semanal.
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