Hasta que pase la tormenta
Dos de las personas más vigiladas del mundo, completamente solas frente a un bosque del que lo mismo podría salir un oso que un terrorista
He aquí una foto imposible: dos de las personas más vigiladas del mundo, completamente solas frente a un bosque del que lo mismo podría salir un oso que un terrorista. Sorprende también el gesto de relajo de ambas, como si se hubieran contagiado del sosiego de la naturaleza que las rodea. Quizá, piensa uno, no sean los verdaderos Obama y Merkel, sino unas siluetas de cartón de tamaño natural que han colocado ahí para espantar a los pájaros. De hecho, y pese a la vista panorámica, no se ve ninguno. Realmente, esta imagen llama la atención por lo que no aparece en ella. Observen, por ejemplo, el respaldo del banco en el que apoya Obama los brazos: ¿no sería lógico que hubiera una hormiga recorriéndolo?
Tanta naturaleza y ni un solo soplo de vida animal. Es que, por no apreciarse, no se aprecia ni una mariposa revoloteando entre las flores amarillas que rompen la monotonía del verde. Ni una mosca, ni un moscardón, ni siquiera una abeja, en un medio en el que los insectos deberían proliferar como el acné en el rostro de un adolescente. Si no me creen, coloquen la imagen bajo una lupa, incluso bajo la lente de un microscopio, y comprobarán lo que digo. Significa que algo inquietante pasa, aunque ignoramos qué. ¿Y si las figuras humanas fueran reales y el paisaje de plástico? Se trata de otra posibilidad, desde luego, pero muy remota. Lo más probable es que la fauna de la región esté acojonada, como lo estaríamos usted y yo ante semejante presencia, y haya buscado refugio en los penetrales del bosque hasta que termine el G 7 o lo que los haya conducido allí.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.