Así responde su cuerpo cuando bebe alcohol en ayunas
No es lo mismo una copa después de cenar que tras 5 horas sin comer. Su estómago y su cerebro demandan grasas para seguir brindando
La mayoría de los españoles practica su consumo. Según la última Encuesta Domiciliaria sobre Alcohol y otras Drogas (EDADES), el 78,3% de nosotros ha bebido alcohol en los últimos 12 meses. Pero no es igual para todos. La forma de beber influye y mucho: si se toma en ayunas, llega antes al torrente sanguíneo y precipita sus efectos, que pueden llegar a su clímax entre 30 minutos y 2 horas después del consumo, según Forcon, especialistas en toxicología. En cambio, cuando se bebe después de haber comido, los efectos secundarios del alcohol se minimizan. Se considera que el estómago "está vacío" cuando han pasado entre 2 y 4 horas de la última ingesta.
La mayor parte del alcohol se absorbe en el intestino delgado, de forma que al beber con el estómago vacío pasa rápidamente al intestino, produciéndose un pico elevado de concentración en sangre" Xavier Parés, profesor de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad Autónoma de Barcelona
Así lo ha demostrado un estudio realizado por investigadores del Hospital Universitario de Linköping, en Suecia, y publicado en el Journal of Forensic Sciences. "La mayor parte del alcohol se absorbe en el intestino delgado, de forma que al beber con el estómago vacío pasa rápidamente al intestino, produciéndose un pico elevado de concentración en sangre. Por el contrario, si se bebe con el estómago lleno, el alcohol se absorbe lentamente porque el vaciado gástrico tarda más en producirse y el pico de concentración en sangre es más moderado, por lo que resulta menos tóxico para el organismo", explica Xavier Parés Casasampera, profesor de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad Autónoma de Barcelona. La clave, por supuesto, reside en no beber. Pero si ha decidido hacerlo, vigile, con alimentos, su pico de concentración. Y con algo más, como la graduación de las copas, ya que las bebidas destiladas (como la ginebra, el vodka o el ron) producen un pico más agudo que las bebidas fermentadas (como la cerveza o el vino), según un estudio reciente publicado en Wiley Periodicals. El doctor Francisco Camarelles, miembro de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc), añade un inconveniente más al hecho de beber en ayunas: "Si la graduación de la bebida es alta, puede irritar [aún más] la mucosa gástrica". De hecho, la gastritis o inflamación de las paredes del estómago es un problema derivado de la ingesta excesiva de alcohol y suele provocar molestias, náuseas y vómitos.
Nada es lo que parece
Los expertos consultados coinciden en señalar que al ingerir bebidas alcohólicas con el estómago vacío se consiguen efectos secundarios más rápidos e intensos. El doctor Francisco Pascual, vicepresidente de la Sociedad Científica Socidrogalcohol, los enumera: calor, desinhibición, alteración de los reflejos, mareo, habla rápida y distorsionada y descoordinación de movimientos. "Aparecen muy rápido y son muy intensos porque los niveles de alcoholemia (nivel de alcohol en sangre) se alcanzan a gran velocidad. Y en los jóvenes es aún más vehemente, pues su tolerancia al alcohol es más baja que la de las personas adultas, que están acostumbradas a beber de forma regular, aunque sea moderadamente", insiste.
Pero, ¿qué notará si bebe con el estómago vacío? Lo primero, una sensación de calor desbordante. Aunque la temperatura ambiente sea fría, usted no lo sentirá. El alcohol produce una vasodilatación periférica que lleva la sangre a las zonas más distales del cuerpo, al mismo tiempo que disminuye el riego en los órganos internos, por eso se nota calor en la piel. "Pero en el fondo, aunque se sienta calor, lo que en realidad sucede es que se está perdiendo temperatura porque al llevar la sangre a la periferia, el calor corporal se escapa al exterior. Por eso, en los casos de coma etílico, uno de los riesgos es la hipotermia", advierte Antoni Gual, psiquiatra y jefe de la Unidad de Conductas Adictivas del Hospital Clinic, en Barcelona. Esta falsa sensación de calor aumenta el riesgo de congelación en climas extremos (por debajo de 0 ºC).
Cuando el alcohol llega al cerebro también consigue engañarlo. Afecta en primer lugar a la corteza cerebral, la zona que gestiona los pensamientos y la memoria, produciendo conductas de desinhibición
Cuando llega al cerebro, el alcohol afecta en primer lugar a la corteza cerebral, la zona que gestiona los pensamientos y la memoria, por eso sentirá desinhibición y comenzará a hablar de manera rápida. "Es lo que la gente considera euforia, aunque en realidad el alcohol actúa como depresor. El efecto de desinhibición aparece cuando se toman una o dos copas, pero si se beben más, entonces se deprime también otra zona, el cerebelo límbico, produciendo sopor, somnolencia y alteraciones en la coordinación psicomotora. Y si se sigue bebiendo, se deprime la zona del cerebro que controla los órganos y aparece el coma etílico", describe Gual.
Para reparar todo este desaguisado, el hígado cuenta con un batallón de enzimas ("alcohol deshidrogenasas") que oxidan el alcohol y lo convierten en acetaldehído, un compuesto que vuelve a ser oxidado por otras enzimas ("aldehído deshidrogenasas") hasta transformarlo en acetato, una sustancia no tóxica que se elimina principalmente por la orina. "Este compuesto se distribuye por el organismo, que lo utiliza también como fuente de energía, por eso las personas que beben habitualmente no suelen tener mucho apetito", aclara Xavier Parés. Sin embargo, para la eliminación, comer ya no vale, como explica Francisco Pascual, que no considera la ingesta de alimentos como un acelerador de la expulsión de tóxicos. "El hígado lo metaboliza a un ritmo constante de 0,1 gramos de alcohol por litro de sangre. Por ejemplo, el alcohol contenido en dos cervezas puede tardar 3 o 4 horas en eliminarse por completo del organismo", concreta. "Comer un filete justo antes de beber sí es una buena idea, ya que las grasas retrasarán su absorción", concluye Moisés Robledo, médico de familia y secretario de información de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
Despacio y con el estómago lleno
- Antes de beber, asegúrese de haber comido bien. Esto ayudará a que el alcohol pase al torrente sanguíneo de forma lenta y gradual. "Si el estómago está lleno de proteína (carne) e hidratos de carbono (legumbres, pasta, patata, pan) se retrasa la digestión y por tanto el alcohol tarda más en pasar a la sangre. Es importante incorporar a la comida algo de grasa porque esto favorece que la digestión de las proteínas sea más lenta", explica Eduardo Carreño Rendueles, especialista en conductas adictivas en la Clínica Médico Psicológica Asturias, en Gijón. Y si acostumbra a tomar alguna bebida alcohólica antes del almuerzo tenga la precaución de añadir algún aperitivo, "es una buena costumbre acompañarla con alguna tapa para que el estómago no esté vacío", aconseja el doctor Francisco Pascual.
- Tómeselo con calma. La absorción del alcohol también depende de la velocidad a la que se beba: cuanto más rápido se tome la bebida, mayor será la velocidad de absorción. "Hay que beber despacio, lo recomendable es que la copa dure más de media hora", dice el doctor Antoni Gual.
- Hidrátese. El alcohol etílico es soluble en agua en cualquier proporción, por lo que cuanto mayor sea la presencia de agua en el organismo mayor será la dilución del alcohol y, por tanto, menor su concentración en la sangre. La hidratación es fundamental: "Conviene alternar las bebidas alcohólicas con otras sin alcohol, como el agua o los zumos de frutas, para hidratar el organismo, ya que el alcohol deshidrata las células", explica Antoni Gual.
Siga leyendo para una vida buena…
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.