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EL PULSO
Columna
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Aquello que el tiempo borra

El fotógrafo Miguel Bergasa suma 27 viajes a América Latina e incontables instantáneas en blanco y negro. Una selección se expone en Madrid

En 2014, Bergasa fotografió la celebración de la fiesta de la Virgen de la Candelaria en Puno (Perú).
En 2014, Bergasa fotografió la celebración de la fiesta de la Virgen de la Candelaria en Puno (Perú).Miguel Bergasa

El blanco y negro tiene un halo especial, te traslada a otra época, dice Miguel Bergasa (Pamplona, 1951). Tomemos como ejemplo las fotografías que encabezan este texto. Las señala. “Parecen venir de un tiempo lejano, pero son actuales”. Las tomó el 9 de febrero de 2014 en Puno, Perú, durante la fiesta de la Virgen de la Candelaria. Él cree que es leal al blanco y negro porque las primeras exposiciones de fotografía que vio se ceñían a esa “rica” escala de grises. Su afición por la disciplina se remonta a principios de los años setenta, cuando no se perdía las actividades que organizaba la Sociedad Fotográfica de su Pamplona natal. Luego se trasladó a Madrid, a estudiar Ingeniería de Telecomunicaciones. “Y en los colegios mayores había un ambiente espectacular: se organizaban continuamente jornadas fotográficas”. Hace memoria: en lo que hoy es el Museo del Traje, por entonces el Museo de Arte Contemporáneo, vio una fantástica muestra dedicada a Latinoamérica donde contempló por primera vez fotos, en blanco y negro, de Sebastião Salgado, Martín Chambi, Graciela Iturbide, Manuel Álvarez Bravo.

Inició sus viajes al otro lado del Atlántico en 1983. Tenía 32 años. Un compañero del colegio mayor vivía en Asunción y le animó a que lo visitara. “En aquel momento se miraba mucho hacia allá, y América Latina ofrecía imágenes muy interesantes para un fotógrafo”. Hoy suma 27 viajes a Paraguay, Bolivia, Perú, Uruguay, Ecuador, México, Panamá o Cuba en 30 años. Ahora una selección de 28 instantáneas traídas de allá se exponen en Miradas en Latinoamérica en la galería Espaciofoto de Madrid (hasta el 31 de julio), dentro del festival PhotoEspaña. Encierran la mirada de Bergasa a un continente que, insiste, “muchas veces hemos cometido el error de juzgar con los parámetros de aquí”. También las miradas que a él le devolvieron. Todos sus retratados apuntan a su objetivo. “Me gusta confrontar la mirada. Dice mucho”.

Bergasa es leal al blanco y negro y, también, a la fotografía documental. “Me gusta la imagen de aquello que sabes que el tiempo borra. Hay un componente de añoranza”, justifica. Y a eso se ha dedicado, asegura, a documentar historias antes de que desaparezcan para siempre. Cada año empleaba su mes de vacaciones, y a veces otro de permiso sin sueldo, para sus proyectos fotográficos. Quiso dedicarse por completo al oficio, pero se impuso la realidad. En 1991 participó en un seminario en El Escorial. Estaba Sebastião Salgado. Estaba Cristina García Rodero. Estaba Navia. Reconocidos fotógrafos procedentes de todas las esquinas del mundo. Bergasa preguntó: ¿cuántos se dedican a hacer ese tipo de reportajes? A viajar, observar, fotografiar. Bastaron los dedos de una mano.

Recuerda la primera vez que llegó a Cuzco, una ciudad tomada por militares armados con metralletas. “Los mochileros pasábamos entre sus filas”. Aquella vez en la que visitó con un amigo el salar de Uyuni, en el altiplano boliviano. Corría 1989 y estaban solos. Cuando regresó años después, lo encontró atestado de todoterrenos, atestados, a su vez, de turistas. “Ley de vida”, se dijo. Recuerda la paciencia infinita de sus retratados. Allí el tiempo no jugaba en su contra: todos posaban, sin queja, ante el objetivo de las tres cámaras que cargaba. También el devenir del menonita paraguayo Jacob Wall. Lo fotografió durante años junto a su numerosa familia hasta que, en 2011, le dijeron que ya no pertenecía a la comunidad. Pero no trabajaba lejos de allí y tenía celular. Hoy son amigos de Facebook.

Bergasa, que siempre se ha ocupado de que las historias no se desvanezcan, ahora hace lo propio por la suya. Está digitalizando su archivo y autoeditando libros. No tiene previsto viajar en 2015. Quizá más adelante. “Seguro que hay historias por hacer”.

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