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Tú a secundaria y yo al paritorio

América Latina y el Caribe es una de las regiones con mayor tasa de embarazos adolescentes Un concurso del BID pidió a los jóvenes que expresaran su opinión en vídeos

Silvia Ayuso
Fotograma de 'La Diferencia', corto ganador del concurso del BID sobre embarazo adolescente.
Fotograma de 'La Diferencia', corto ganador del concurso del BID sobre embarazo adolescente.

“Las niñas de 15 años deben sentir mariposas en el estómago, no las patadas de un bebé”. En el concurso Como amigo te lo digo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los jóvenes han echado mano de dramatizaciones, canciones e incluso hasta de la poesía para exponer en breves vídeos sus visiones e ideas sobre la problemática del embarazo adolescente no deseado.

El mensaje que contienen los 134 vídeos que han participado en la iniciativa, con la que el organismo con sede en Washington pretende alertar de un problema persistente en la región, es unánimemente prosaico: el embarazo adolescente no es ninguna broma. Y sus consecuencias son especialmente serias tanto en el ámbito personal como en el plano socioeconómico de todo el continente.

La diferencia, el corto de Tatiana Ceballo (Uruguay) elegido como ganador por el BID, relata las historias paralelas de dos parejas adolescentes de similar origen y modo de vida hasta que deciden dar el paso de mantener relaciones sexuales. Una de ellas usa preservativo; su relación continúa de forma tranquila y, más importante aún, ambos prosiguen su educación secundaria. La segunda no utiliza métodos anticonceptivos y tanto él como ella deben abandonar el colegio para ocuparse del bebé y trabajar en empleos mal remunerados, mientras que la relación entre los involuntarios padres se deteriora ante las crecientes responsabilidades que deben asumir como nuevos adultos.

El segundo vídeo ganador, Más vale protegerte, de Rosa María Castilla, de las Puebla (México), también hace hincapié en la necesidad de usar métodos anticonceptivos para evitar la “pesadilla” de un embarazo no deseado.

Respeto a la pareja y negociación, responsabilidad compartida tanto en la prevención como en las consecuencias —“recuerda que el embarazo es de ambos”, se escucha en otra de las cintas— son otras de las temáticas en las que han puesto el foco los autores de los vídeos recibidos desde que se convocó el concurso en febrero y que también tiene un ganador por votación popular. Se trata del corto Amiga mía, en la que una joven mexicana llama a sus coetáneas a “pensar ese gran paso” mientras enumera ciertas consecuencias de un embarazo prematuro.

En El Salvador, cada media hora, una adolescente da a luz. En Paraguay, al menos dos niñas preadolescentes, de entre 10 y 14 años, se convierten cada día en madres. En México, el 31,2 % de las chicas de 15 a 19 años son activas sexualmente y más de la mitad de ellas (56 %) han estado embarazadas, lo que convierte a este país en el primero de la OCDE en embarazos tempranos. Casi un millón de mujeres de entre 14 y 24 años en Argentina —el 24,2 % de las jóvenes de ese país— tienen hijos, según datos de Naciones Unidas y del BID.

América Latina y el Caribe, advierte este organismo, “es la única región donde ha aumentado el número de partos de niñas menores de 15 años”. Así, cada año, se producen 1,2 millones de embarazos no planificados en adolescentes. Ellas, chicas de entre 15 y 19 años, dan a luz al 18% de nacidos en Latinoamérica, acota la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Tras estos números y porcentajes, hay historias. Y dramas. Sobre todo, si se tiene en cuenta que en muchos países de la región el aborto está duramente penalizado. Lo que explica que algunas jóvenes opten por someterse a abortos inseguros (las adolescentes representan el 15% del total de estas intervenciones en la región), con los riesgos que entraña este tipo de operación sin los instrumentos quirúrgicos, personal, medicación e instalaciones adecuados. Y en países con una prohibición total, como El Salvador, el suicidio es la causa de más de la mitad (57 %) de las muertes de adolescentes embarazadas.

“Conversaciones a nivel nacional sobre temas difíciles, como las leyes que prohíben el aborto en cualquier circunstancia o que excluyen el acceso a la contracepción de emergencia, se enfrentan a los prejuicios y estereotipos negativos que muchos tienen sobre la capacidad de las mujeres de tomar decisiones fundamentales sobre sus vidas”, lamenta Tracy Robinson, relatora para los Derechos de las Mujeres de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). “Estas conversaciones deben analizar seriamente el impacto discriminatorio de este tipo de leyes y afirmar la dignidad y los derechos humanos de las mujeres”, reclama.

Más allá de ideologías, el drama del embarazo adolescente perpetúa además círculos viciosos de pobreza y falta de oportunidades. No en vano, señala el BID, “las chicas más pobres tienen entre tres y cinco veces más probabilidad de quedar embarazadas que las del primer quintil de riqueza”. Pertenecer a una minoría étnica o un grupo marginado también multiplica las posibilidades de embarazo no deseado.

La maternidad antes de haber podido completar la educación —entre el 67 y el 89 % de las madres adolescentes abandonan la escuela— dificulta más aún el acceso a oportunidades para la mejora socioeconómica. Y vuelta a empezar. Es lo que Héctor Salazar, gerente del Sector Social del BID, llama “trampas de pobreza”. “Desde que naces hasta que tienes una condición de adulto mayor, tener calidad de vida y oportunidades requiere que rompas esas trampas de pobreza, esas vulnerabilidades que a veces hacen que no puedas despegar hacia las siguientes etapas”, explica.

“Hay un debate sobre hasta qué punto los embarazos adolescentes son los causantes de resultados sociales y económicos generalmente adversos para las niñas y sus familias”, apostilla la relatora Robinson. “Ya sean su causa o su efecto, su legado negativo es profundo y puede resultar en pobreza intergeneracional y exclusión”, opina la experta, quien coincide con las conclusiones de Salazar. Para él es clave que, en estos momentos en los que el crecimiento económico de la región se está frenando, se pongan más esfuerzos en mejorar la calidad del capital humano del futuro, las adolescentes. “En la medida en que reduzcamos las vulnerabilidades, habría una probabilidad mayor de que se incorporen al mundo laboral”, explica. “Al hacer intervenciones de inversión social en la vida de estas personas, en realidad estás mejorando su calidad de capital humano, de seres productivos”, abunda.

Escuchar e implicar a los propios jóvenes en la búsqueda de soluciones puede ser un paso efectivo en la búsqueda de formas de reducir el embarazo adolescente y sus consecuencias socioeconómicas. De ahí este concurso del BID para recibir vídeos realizados por los propios adolescentes, y que ha buscado darles a los jóvenes una voz en este debate en el que ellos son los principales implicados. Los expertos en campañas de sensibilización, además, han podido  aprender cuáles son sus propios fallos cuando tratan de comunicarse con adolescentes, rebeldes por edad y naturaleza, y cómo hacer llegar mejor sus mensajes a este sector de la sociedad.

Ana Santiago, especialista en Educación del BID y una de las jueces del concurso, reconoce que gracias a este concurso ha recordado que “hay que buscar diferentes maneras de comunicar nuestro mensaje a los beneficiarios de los países. Y muchas veces estos no son adultos”.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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