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Remedios de la abuela que avala el médico

¿Servían para algo las propuestas curativas de la figura más entrañable de la familia?

Cordon

En general y con el paso del tiempo, cuando se piensa en las curas de la abuela afloran sentimientos de nostalgia y ternura hacia una mujer que tenía remedios para solucionar cualquier problema. En las últimas décadas, se ha comprobado que muchos de los remedios que utilizaban las abuelas “antiguas”, por tradición cultural, están justificados científicamente. Estos son solo siete:

1. Agua con limón para prevenir los catarros o curar el estómago. Es un refresco natural, ideal para el verano, que quita la sed y tranquiliza. El limón es rico en vitaminas C, del grupo B y minerales. Su poder antioxidante y antiviral protege frente a los catarros y las gripes y posee propiedades depurativas. Las abuelas daban limonada alcalina para la diarrea, una mezcla de agua, limón, una punta de una cucharada pequeña de sal y otra de bicarbonato con un poco de azúcar para endulzar. Hoy se mantiene esta pauta, y se puede tomar así o adquirir soluciones isotónicas en la farmacia. “Estas mezclas reponen los líquidos y los minerales que se pierden en la diarrea y previenen la deshidratación”, apunta José Luis Espejo, médico de familia del centro de salud de Solana del Pino, en Ciudad Real.

2. Sopa de ave para la fiebre o la falta de apetito. Son platos muy reconfortantes y altamente recomendables en caso de tener fiebre o dificultades para digerir los alimentos (da igual que sea verano). Las abuelas las cocían despacio, echaban gallina, huesos de pollo, verduras y luego añadían o no la pasta. Susana Monereo, jefa de servicio de Endocrinología del hospital Gregorio Marañón de Madrid, subraya: “Es una forma cómoda y agradable de ingerir proteínas fáciles de digerir y conseguir un efecto nutritivo”.

3. Plátanos para los calambres. Esta molestia tan desagradable suele aparecer cuando se pierden sales minerales, sobre todo potasio, por sudor o vómitos. “El plátano es una de las frutas más ricas en potasio, junto con la papaya o las nueces. La abuela lo sabía, y ahora ya sabe usted por qué Rafael Nadal come plátanos en sus partidos de tenis”, bromea Arturo Granero, jefe del área de secuelas de la mutua Fraternidad Muprespa.

4. ¿Le duele el estómago? Tome manzanilla. En España existe una gran cultura y variedad de tisanas. Se pueden tomar hervidas solo con agua, o mezcladas con leche, como ocurre con la tila y el té. La manzanilla dulce es una de las plantas medicinales más consumidas por sus múltiples propiedades que aportan bienestar general, si bien destacan las digestivas. “Alivia los ardores, la indigestión y otras molestias gástricas, pero no sustituye a ningún medicamento. Los médicos naturistas la indicamos como protector gástrico y tratamiento de la úlcera de estómago, tanto en infusiones como en el aceite esencial de las flores de la manzanilla, la parte de la planta donde se encuentra un compuesto antiulceroso llamado azuleno”, destaca Espejo. ¿Entiende ahora por qué su abuela se ponía tan pesada con la tacita humeante?

Las compresas con vinagre durante 15 minutos al día son un remedio magnífico para tratar las heridas que no cicatrizan" (Ricardo Ruiz, médico, Clínica Ruber)

5. Fomentos de alcohol para los golpes. Los fomentos son paños empapados en alcohol de 90º que al evaporarse causa un efecto de frío en la zona que se aplica, normalmente afectada por una contusión. “El fomento de alcohol de romero es uno de los más utilizados por su doble acción, de frío y antiinflamatoria, tanto para estas lesiones como para los dolores musculares y artritis crónica”, apunta Granero.

6. Friegas de alcohol para la fiebre elevada. Cuando los niños tenían fiebre muy alta y los antitérmicos no la bajaban lo suficiente, la abuela les daba friegas de alcohol de 90º, que actúa por el mismo mecanismo que los fomentos, solo que, esta vez, incluye masaje: el alcohol se evapora, refresca la piel y baja la fiebre. Según explica Granero, a veces, hay que incluso meter al niño en baños de agua fría, pero nunca de golpe. "Se llena la bañera con agua tibia hasta que cubra medio cuerpo del niño, por ejemplo, y se añade agua fría despacio para que se enfríe poco a poco y el crío vaya normalizando la temperatura”, matiza el doctor.

7. Compresas de vinagre para heridas rebeldes que no cicatrizan. El vinagre (ácido acético) es uno de los aderezos que las abuelas tenían más a mano. Posee múltiples propiedades y usos. "Las compresas con vinagre durante 15 minutos al día son un remedio magnífico para tratar las heridas que no cicatrizan. El vinagre es un excelente antibiótico que elimina las bacterias que suelen infectar la piel de forma inmediata, sobre todo, el estafilococo aureus y la pseudomona. La Clínica Mayo de EE. UU. utiliza estas curas para ayudar a cicatrizar todo tipo de heridas", apunta Ricardo Ruiz, jefe de la unidad de Dermatología de la Clínica Ruber, de Madrid.

Todos los remedios de la abuela se ven potenciados, si no es acaso un bien en sí mismo, por el aspecto psicológico estabilizador que aporta esta figura a la unidad familiar. “No es solo el aspecto biológico o curativo, sino que la abuela ejerce un papel de unidad y cohesión. No hay que olvidar que la red familiar es una de las estructuras de apoyo de los humanos, junto con la empatía y la inteligencia”, concluye José Francisco Tinao, director médico de la Clínica de Medicina Integrativa de Madrid.

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