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COMO YO SIEMPRE DIGO
Columna
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En pantalla o en papel

Ahora tenemos pruebas empíricas de que es más efectivo tomar los apuntes a mano que teclearlos en el ordenador

Un amigo, maestro de escuela, me ha comentado –mientras con mano temblorosa se llevaba a los labios la tercera copa de orujo: la suya es una profesión ardua– que cuando está impartiendo sus lecciones en el aula siente una irracional irritación y desconfianza al ver a sus alumnos tecleando en sus ordenadores portátiles, cual secretarias aplicadas, en vez de tomar apuntes en un cuaderno tal y como se había hecho toda la vida.

–¡Odio el tenue ‘tikitikitiki’ de esos teclados! –dice el profe–. ¡Odio esas caritas pegadas a la pantalla mientras yo hablo!

Ahora tenemos pruebas empíricas de que es más efectivo tomar los apuntes a mano que teclearlos en el ordenador que en muchas escuelas se da a cada alumno como quien les entrega la llave de la modernidad y el futuro. Pues lo malo no es solo que, como está archidemostrado, el recurso al ordenador sea proclive a distracciones de todo tipo (juegos, Internet, consultas a diccionarios…) que dificultan la atención sostenida y prolongada. Es que además el hecho mecánico de teclear en vez de garrapatear con el boli resulta tan fácil que, por una parte, el estudiante lo apunta todo sin seleccionar ni jerarquizar el interés de la información que transcribe; y, por otra parte, lo hace sin activar los mecanismos mentales de atención y retentiva.

Esta es la conclusión de los experimentos que han llevado a cabo los investigadores Pam Mueller (Princeton) y Daniel Oppenheimer (Universidad de California-Los Ángeles), recién publicada en la revista Psychological Science. “A pesar de su creciente popularidad, los ordenadores personales en el aula pueden estar causando más daño que beneficios”, afirman. Ya imagino la cara de “ya sabía yo”, el rictus de amarga victoria, que se le va a poner a mi amigo el maestro cuando lea esta columna.

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