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Columna
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Soluciones a largo plazo

Tras leer el artículo 'La maldición del oro amazónico' me queda una sensación de desazón, de problema irresoluble mil veces repetido en el que al final pierden los de siempre

Tras leer el artículo La maldición del oro amazónico, sobre la fiebre del oro en el Amazonas peruano (30-3-2014), me queda una sensación de desazón, de problema irresoluble mil veces repetido en el que al final pierden los de siempre. Gentes humildes que luchan por sobrevivir sin tener en cuenta las consecuencias de sus actos ni para ellos ni para el medio ambiente, sin alternativas, la corrupción endémica, la codicia, multinacionales influyendo en las decisiones de un Gobierno, un cóctel a punto de estallar sin remedio. La única solución que se me ocurre es a largo plazo: voluntad política para conseguir educación y trabajo digno para estas regiones olvidadas.

Más civismo

Por Rosa María Moreno (Granada)

Ya, ya sé que todo está dicho por parte de los fieles lectores de El País Semanal sobre el artículo siempre certero y magnífico del señor Marías Proliferación de cabestros y mastuerzos (30-3-2014). Pero llevo la lectura un poco atrasada. Entiendo que no se puede culpar a un Gobierno del comportamiento nefasto, mal educado y burro de sus gobernados (los del PP, culparían a Zapatero, desde luego). Pero es cierto que algunos Gobiernos muestran modelos sociales, que potencian conductas zafias y poco civilizadas. Basadas en la ley del más fuerte, el más pillo, el que tiene más astucia para engañar, defraudar y amedrantar al débil, ya sea pobre, inmigrante o simplemente respetuoso con la ley y la convivencia.

Hace apenas unos meses, mi marido y yo caminábamos por una callejuela estrecha de la ciudad donde vivimos, pasó un coche casi rozando a mi marido y él le dijo al conductor: “¡Que me vas a matar!”. La respuesta de la persona que iba al volante fue: “¿Qué pasa? No me importa si te mato, tengo seguro”. Nos quedamos perplejos con la respuesta tan violenta de una persona que no era un niñatillo, sino un señor de 40 años cumplidos. Pues sí, Javier Marías, esta es nuestra Marca España, lamentablemente. Lo de aliviarse en la calle, sin más pudor y sin distinción de género, es una minucia comparado con las amenazas verbales a las que en multitud de ocasiones estamos sometidos. Mucha educación necesitamos en la escuela y sobre todo en las familias. Y políticas que mejoren el respeto, la convivencia y el civismo de los ciudadanos.

Sin responsabilidad

Por Alicia Pargada (Madrid)

La historia de Isidre y Rosa, presentada por Juan José Millás en La Imagen el pasado 6 de abril, es la de dos ancianos que se encuentran al borde del desahucio. Me enfrento a la desoladora fotografía de dos personas indefensas ante la tragedia que se avecina y no puedo evitar rebelarme contra la lectura del señor Millás, que compara al banco que se dispone a ejecutar el aval con poco menos que un traficante de órganos, un buitre de pico ensangrentado.

No se equivoque, señor Millás, el responsable de la tragedia de estos dos ancianos no es otro que su hijo ya que, aunque este país se encuentre a la deriva, todavía nadie nos pone una pistola en el pecho para obligarnos a pedir una hipoteca y mucho menos nos exige involucrar en este riesgo a terceras personas.

Existen las leyes y los contratos. No cabe duda de que algunos bancos, al igual que otras muchas empresas, han realizado y realizan operaciones de ética cuestionable e incluso de dudosa legalidad. No obstante, aunque admito que sin más información que la que se deja entrever en el artículo, parece ser que en este caso particular el banco se está limitando a ejecutar la garantía otorgada. En lugar de lo fácil, tachar de carroñeros a los bancos que aplican la ley vigente, hagamos lo difícil, revisemos la regulación para que estas situaciones se repitan lo menos posible en el futuro. Como ciudadanos responsables, le ruego que no caigamos en esta clase de demonizaciones populistas que no hacen más que ahondar en la herida.

Desconcertados

Por Esperanza Lleixá (San Cugat del Vallés, Barcelona)

Leo con atención la entrevista de Jesús Ruiz Mantilla en El País Semanal ‘Gastronomía’ (30-3-2014) con José Andrés. Aunque ya le conozco me gusta saber cómo se ha labrado un prestigio como cocinero. Sus observaciones son siempre muy acertadas, pero, para mi sorpresa y sin que venga a cuento, se le pide su opinión de manera sutil sobre la aspiración de convocar un referendo en Cataluña. José Andrés hábilmente contesta sin contestar. Creo que en esta entrevista los lectores queremos saber cómo un profesional puede emigrar a otro país, empezar de cero y conseguir llegar a lo más alto profesionalmente. Cuáles son las claves de su éxito, pero nos interesa poco o nada su opinión política y menos en un tema como este que nada tiene que ver con la cocina.

Los catalanes estamos desconcertados, no sabemos, aunque sospechamos, qué se espera de nosotros. ¿Qué queremos nosotros? Vivir en paz y mantener nuestra cultura. No vamos en contra de nadie y mucho menos de España. Y España, ¿qué quiere? De momento ve como lo más normal del mundo que se critique a Shakira por cantar en catalán. Definitivamente estupefactos.

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