¿Es pornografía eso que suena?
Los vídeos que provocan respuestas sensoriales (AMSR) a través de estímulos audiovisuales son el último fenómeno en YouTube
Empieza el vídeo y entra en escena una mujer que parece afónica. Susurra de forma sugerente frases prácticamente incomprensibles. En un momento determinado saca un peine de madera y lo muestra a cámara como si fuese el vellocino de oro. Pasa sus uñas -largas y pintadas en dorado- por las cerdas. Suavemente, recreándose en el sonido que produce. Luego, las hace tamborilear sobre la empuñadura. Fin. No se trata de la última performance de Marina Abramovick, ni de un nuevo y minoritario tipo de fetichismo sexual. Es un vídeo de ASMR (no, tampoco estamos hablando de la última droga de diseño): respuesta sensorial meridiana autónoma, en sus siglas en inglés. Un fenómeno semejante al que experimentan algunas personas cuando se les acaricia el pelo o rasca la espalda, pero que se desencadena ante estímulos audiovisuales. El sonido de un folio al doblarse rítmicamente, el de unos rotuladores al pintar, o ver -y oír- cómo se cepilla lentamente una melena, genera un hormigueo en el cuero cabelludo y una sensación de relajación y adormilamiento.
Según los expertos no todas las personas son capaces de experimentar ASMR, y, además, cada individuo reacciona ante distintas imágenes y sonidos. Se conoce aún muy poco sobre cómo funciona y los primeros estudios médicos al respecto aún están en marcha. De hecho, el término en sí fue acuñado en 2010 por la trabajadora sanitaria estadounidense Jennifer Allen. Pero pese a su corta vida y falta de base científica, los vídeos de AMSR se han convertido en todo un fenómeno en la Red y han generado a su alrededor una gigantesca comunidad de seguidores y ASMRist, como se autodenominan las personas que crean estos contenidos supuestamente relajantes. María Viktorovna, la mujer que tamborilea el peine de madera, tiene un canal de YouTube –Gentle Whispering- con cerca de 200.000 suscriptores. Sus vídeos han sido vistos más de 50 millones de veces.
Una realizadora estadounidense, Lindasy Ragone, incluso está preparando un documental sobre el AMSR titulado Braingasm (Orgasmo mental), pues así es como muchos definen esta sensación.
Muchas de estas grabaciones pueden resultar, como poco, ridículas. Gente susurrando, soplando velas o abriendo bolsas de plásticos. En el vídeo de presentación de Heather Feather, por ejemplo, resulta imposible no imaginar a Joaquín Reyes quitándose la careta para descubrir que todo es un sketch. Pero la realidad es que los vídeos de ASMR siguen multiplicándose exponencialmente, lo que revela otro hecho incontestable: su audiencia cada vez es mayor. Para muchos, un síntoma de lo ansiosa y solitaria que se está volviendo la sociedad occidental. Para otros, otra prueba más de su estupidización.
¿Por qué querríamos ponernos un vídeo donde alguien estruja pajitas, baraja cartas o pasa páginas de revistas? Estos estímulos audiovisuales posicionan a la audiencia en dos extremos: por un lado, aquellos que los encuentran tremendamente relajantes; por otro, los que los consideran espeluznantes. No hay términos medios. Dentro del primer grupo, muchos utilizan estos vídeos para conciliar el sueño, según reconoce la psicóloga Saima Latif en Elle UK. Quizá por eso, dentro de esta corriente ha surgido otra subcorriente: la del role play o juego de roles, en el que el AMSRist mantiene un monólogo (susurrando siempre, claro) en el que finge ser un maquillador, un sastre o -uno de los más populares- un médico que realiza un análisis del sistema nervioso craneal a su oyente (sí, existe gente a la que someterse a un estudio neurológico les relaja). “Es un ruido de fondo monótono y tranquilo que te va llevando lentamente al sueño, como la radio pero sin sus cambios de ritmo e intensidad y, sobre todo, sin que sientas la tentación de prestarle atención. Hay algo muy placentero en estos vídeos: te los pones en mitad de un día duro y además de tranquilizarte llega un punto en que sientes como un escalofrío por la espalda. Tienen algo de hipnótico”, explica un consumidor que prefiere mantenerse en el anonimato.
Por supuesto ya han surgido canales de ASMR españoles y también otros, como The Water Whispers, que elaboran vídeos de estimulación sensorial por encargo y de forma gratuita. Si lo que a usted le va es, pongamos, el sonido de la tiza sobre la pizarra, ya sabe, puede enviarles su petición o grabarse usted mismo y crear así su propia comunidad nicho de amantes de ASMR de tiza y pizarra. Todo cabe en la Red.
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