El peligro tecnológico
Aunque no soy un enfervorizado fan de Javier Marías, tengo que admitir que comparto casi al completo su artículo Esclavizados y transparentes. Posiblemente porque también he sido bastante reacio a utilizar las maravillosas “bondades y ventajas” de las tecnologías de la información y comunicación. Mi integración en ellas es reducida y no va más allá de emails, móvil básico (que solo uso en viajes), búsquedas esporádicas por Internet y, desde no hace mucho y con interés decreciente, Facebook. Confieso que aun así empleo demasiado tiempo en estos inventos cibernéticos. Si a ello se añade que, aunque me parece un tanto exagerada la afirmación de Marías de que “nuestros Gobiernos nos tratan como delincuentes y criminales”, son innegables las magníficas (y abusivas) posibilidades de vigilancia y control que implican dichas herramientas virtuales. Además, mi labor docente me ha demostrado en numerosas ocasiones las nocivas –y a veces peligrosas– consecuencias que la adicción compulsiva de las nuevas tecnologías producen en los adolescentes, ocasionando con frecuencia alienaciones y dependencias totalmente indeseables y perniciosas para la labor educativa.
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