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Los recortes de Ayuso en la universidad: merma en los laboratorios, menos optativas, sin libros, sin congresos y con goteras

Profesores y alumnos de los campus madrileños relatan los efectos de la sangría financiera que tiene a la comunidad académica en pie de guerra

Recortes Universidades
Elisa Silió

Cuando en noviembre los seis rectores de las universidades públicas de Madrid afirmaron que no podían “garantizar la calidad del servicio público”, no iban de farol. Finalmente, el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso subió su presupuesto tras las enmiendas un 4,2%, ―ellos pedían un 18%, son los peor financiados de España―, con lo que no cubren ni las nóminas. La cara de los recortes ya es muy visible, sobre todo en la Complutense y la Autónoma, cuyos profesores y estudiantes han sido los primeros en movilizarse y aspiran a que los de la Carlos III, Rey Juan Carlos, Alcalá y Politécnica se sumen. No tienen dinero para libros, visitas de campo o congresos, ni pueden estabilizar las plantillas. Veinte colectivos y sindicatos han convocado este domingo a los 32.700 profesores y personal de administración de la universidad pública y a sus 186.100 alumnos a manifestarse en el centro de Madrid, sumando sus consignas en una misma marcha a las de familias y docentes de etapas preuniversitarias que llevan meses saliendo para que se invierta más en enseñanza pública y bajen las horas lectivas y las ratios.

La sangría económica en la educación superior no es nueva en la región con mayor Producto Interior Bruto de España (36,5% por encima de la media), pero las universidades tapaban los agujeros con los 456,2 millones ganados en el Tribunal Supremo al Gobierno de Esperanza Aguirre por incumplimiento de planes de financiación. Pero esta partida se terminó en 2024. El tinerfeño Alejandro Pérez, que cursa Derecho y Administración y Empresas y ejerce de portavoz del Consejo de Estudiantes de la UAM, pone muchos ejemplos de la sangría. Quiere que sus compañeros sean conscientes de la tijera, aunque no les hayan subido la matrícula: se han cerrado grupos en primero de los grados de Educación y Turismo, hay menos materias optativas y las partidas para actividades de las asociaciones estudiantiles o el servicio de apoyo psicológico se han visto muy menguadas.

Este año el Vicerrectorado de Estudiantes y el Consejo habían trabajado para crear una ayuda al alquiler aprovechando que Ayuso ha duplicado las becas socioeconómicas ―hasta los seis millones, una cantidad raquítica para casi 200.000 inscritos― , pero no hay suficientes administrativos para gestionarlo y no se ha podido poner en práctica. Más Madrid trata ahora de que el Gobierno regional desembolse 300 millones de euros de fondos de emergencia sobrevenida (contingencia y créditos centralizados) para sacarlos del hoyo.

Que la Complutense no vaya a Aula, la feria en la que todos los campus exhiben sus titulaciones más novedosas, da idea de la falla económica que sufre. La doctoranda Ana Uhía es una de las damnificadas. Cobra 1.139 euros de un contrato de la UCM para hacer la tesis. Filosofía y sociedad, su departamento, cuenta con la mitad del presupuesto del año anterior y piensa que los recortes duelen más cuando tienes un sueldo bajísimo. Para investigar necesita, por ejemplo, obras que vienen de Estados Unidos y que “no bajan de los 80 euros”. “Si tengo que pagar el alquiler, el abono, comer… comprar uno de esos libros es un drama”, admite. La noticia hace unos días en redes de que la biblioteca de Filosofía no adquiriría obras este curso causó tal estupor que el decanato finalmente abonará un número casi simbólico.

En el departamento de Uhía van a replantearse los desplazamientos de los tribunales de tesis. Aurora, psicóloga que prefiere no dar su verdadero nombre, vive una situación aún más angustiosa. También trabaja en su tesis, pero sin contrato; sobrevive con los 480 euros que gana dando clases de sustituta y como colaboradora de un proyecto de investigación en otra universidad. “Faltan muchos profesores para dar docencia, no hay dinero para sacar plazas. Me da miedo que no vaya a haber más contratos predoctorales de la universidad y terminar la tesis sin uno. Ya no se habla de la fuga de cerebros, pero están ahí”. A los profesores más veteranos, que podían dar menos clases para dedicarse a investigar, ya les han avisado de que tendrán que impartir más asignaturas, lo que redundará en una menor producción científica.

Supuestamente, a los dos años, con una acreditación a contratada doctor y una valoración positiva en docencia, Irene Rujas, ayudante doctor en Psicología, tenía que haber pasado a ser esa figura. Pero ahora resulta que “las colas son infinitas” y lleva cuatro años en el mismo puesto. El año pasado apenas salieron una veintena de plazas para toda la universidad, cuando en 2023 tenía 3.537 profesores con un contrato por tiempo determinado (no solo ayudantes doctor).

Rujas necesita publicar para seguir subiendo peldaños, cuando no hay dinero para la revisión de la traducción de sus artículos, y si quiere ir a un congreso internacional, le dan 300 euros y solo la inscripción cuesta 350. Se costea parte de su proyección investigadora, como Carla Sebastián, la secretaria académica de su departamento, Investigación y Psicología en Educación. Logró el pasado año una beca Erasmus Plus de 800 euros para irse a Leipzig (Alemania) y ha corrido con el resto de los gastos, unos 2.000. Estuvo contratada en la Universidad de La Rioja, también pública, como ayudante doctor y entonces sí contaba con 1.500 euros al año para viajes. No descarta irse a trabajar al extranjero, visto el percal, y no es la única.

Asamblea de estudiantes y profesores en la Facultad de Filosofía de la UCM, el 12 de febrero.

Cada miembro del departamento cuenta solo con 350 euros al año, pero si se rompe el ordenador, como en el caso de Carla Sebastián, se acabó la partida. Ella usa el suyo personal. “Tenemos asumido que si te vas de congreso, el 75% te lo pagas tú”. A finales de mes se volverá a recortar el presupuesto de los decanos, como ocurrió a mediados de 2024, “y ya sabemos que no vamos a tener ni para bolis”, denuncia la secretaria académica.

LaAutónoma está reponiendo solo a la mitad de los que se jubilan

La Autónoma ha salvado las cuentas de los dos últimos años porque el primero presupuestó más dinero que el que gastó en energía ―con la guerra de Ucrania de fondo― y ha vendido patrimonio en el segundo, un edificio por 12 millones de euros. “En esta dinámica de recortes no tenemos, por ejemplo, dinero para arreglar la cubierta de la facultad, que se estrenó en 1989″, cuenta Nacho Montero, dos mandatos decano de Psicología (2015-2023). “Tiene goteras y, cuando llueve, ponemos cubos por todo el hall. Estamos en una cola de proyectos que tiene que pagar el rectorado. Cada año trata de resolver lo que considera más urgente”. Más de un techo se ha desprendido en la UAM y han tenido que clausurar un espacio a la espera de fondos para arreglarlo. Madrid ha reducido 12 veces su presupuesto respecto a 2007 para obra y reformas en las seis universidades.

La UAM está reponiendo solo a la mitad de los que se jubilan y lo hace con ayudantes doctor, la categoría más baja, de forma que ahorran. Con la crisis de 2012 no se echó a nadie, pero se creó una bolsa de acreditados para ser profesores titulares y catedráticos ―demostraron sus méritos científicos para subir de peldaño― que empezó a resolverse en 2019. De forma que la plantilla se ha precarizado. El Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades permite desde 2021 que por cada 10 jubilados se convoquen 12 plazas para paliar la sangría de profesores fijos causada por la crisis económica, pero ninguna puede permitírselo.

A Belén Rodríguez Fonseca, catedrática del departamento Física de la Tierra y Astrofísica, le desespera no poder pedir tantos proyectos como querría como investigadora principal porque no hay suficiente personal de administración que la ayude con la endiablada burocracia. “En Noruega, aunque estás empezando, te ponen a un montón de gente especializada”, sostiene. “Aquí hay mucho potencial humano”,. Paradójicamente, conviven los recortes en Madrid con un momento boyante de fondos europeos y del Ministerio de Ciencia.

La catedrática de la Facultad de Físicas Belén Rodríguez Fonseca, en una asamblea para organizar la manifestación.

La lista de quejas de Rodríguez Fonseca es larga. Se rompen ordenadores de enorme potencia y precio porque no funciona bien el aire acondicionado; han dejado a medio dotar un laboratorio de meteorología para los estudiantes; no se abren más grupos en primero ―es una carrera tan demandada ahora que las universidades privadas también han empezado a ofertarla― porque no hay personal...

Y a la catedrática le apena, en especial, que los 19 proyectos de cooperación que hubo el año pasado en toda la UCM se vayan a convertir en solo cuatro, con una dotación total de 65.000 euros. Su departamento tiene desde hace años “un programa que ya no es de cooperación sino de colaboración” con investigadores de Senegal sobre el impacto de la variabilidad del clima en la pesca, la salud o las migraciones. “Allí tiene una repercusión tremenda”. Su continuación, claro, está en el aire.

María Vázquez ha venido a la capital a estudiar Ingeniería Matemática porque la carrera no existe en Canarias. Paga 1.100 de residencia, sin comida. “¿Qué familia puede permitirse pagar 1.300 o 1.400 euros en que su hijo estudie”, se indigna. Entre las posibles medidas para tener ingresos la UCM se plantea subir el precio de sus colegios mayores, que rondan los 950, y las actividades deportivas. En las dos universidades canarias los precios de los colegios y residencias, aparejados a la renta familiar, van desde los 131 euros mensuales (sin comida) si es un estudiante desfavorecido.

Esta alumna brillantísima ―la nota de acceso a su grado superaba el 12,4 sobre 14― lamenta que se estén recortando asignaturas optativas para contratar a menos profesores ―”eso redunda en nuestra formación”―, que haya agujeros en el techo o que tengan que cambiar de aula constantemente porque no funciona la calefacción.

La Rey Juan Carlos cerró 2023 con menos 43,9 millones

En la Carlos III sí que va a haber presupuestos en 2025, mientras que en la UCM han tenido que prorrogar y van a aplicar recortes en los exiguos de 2024. También ingresó algo más de lo que gastó ―ha aumentado la financiación privada, contratos de investigación―, así que su déficit ha bajado. Pero se practica una economía de guerra. “En la microgestión nos ratean en cosas pequeñas. Llevan dos años recortando dinero de los gastos corrientes: de las fotocopias, los bolis, los lápices...”, cuenta el director de uno de sus departamentos. “Se ha implantado un discurso de austeridad desde que llegó el nuevo rector [Ángel Arias, en 2024]. Nos miran con lupa las contrataciones. En los últimos años hemos perdido en este departamento a bastante personal a tiempo completo y nos dicen que nos busquemos la vida. Significa que terminamos con contratos a tiempo parcial. Con profesorado asociado, básicamente, que sale más barato”.

En la Politécnica, la colaboración con empresas amortigua algo la situación. Incluso se plantea abrir Fisioterapia. Aunque su nuevo rector, Óscar García, le recordó a Ayuso, presente en su toma de posesión, que cada vez les costaba más competir entre las mejores universidades de Europa por la falta de fondos. La semana que viene verán los presupuestos. La fundación de la Universidad de Alcalá alerta, por su parte: “Nos encontramos en una situación de gran inestabilidad económica, lo que puede tener un impacto sobre todas las áreas de la actividad”.

En la Rey Juan Carlos, donde habrá elecciones en pocas semanas, el rector Javier Ramos ha prorrogado los presupuestos unos meses. Cerró 2023, según su liquidación, con un ajuste de -43,9 millones entre derechos y obligaciones, pero asegura que pueden sobrevivir tres años más. Y eso que sus números son “escandalosos”, según sus propias palabras: disponen de 2.100 euros de financiación por alumno y año, casi tres veces menos que la media española.

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Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.
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