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Miles de estudiantes afrontan con nervios y excitación la última Evau antes del cambio de modelo

La Comunidad de Madrid y La Rioja empiezan este lunes los exámenes y el resto de comunidades, excepto Baleares, lo hará a partir del martes. El Partido Popular y Vox agitan el debate sobre una Selectividad única en toda España

Varios estudiantes se preparan para empezar la Evau en la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid, este lunes. Foto: JAIME VILLANUEVA | Vídeo: EPV
Pau Alemany

Nervios, tensión y excitación se reparten a partes iguales entre los miles de alumnos convocados en las universidades de la Comunidad de Madrid y de La Rioja. Ellos empiezan este lunes las pruebas de acceso a la universidad; mañana martes lo harán en el resto de comunidades —excepto Baleares, que comenzará la siguiente—. Los apuntes bailan de mano en mano mientras los estudiantes intercambian las últimas impresiones y hacen las últimas quinielas antes de escuchar su nombre en voz alta, presentar el DNI y entrar al aula del examen. A partir de ese momento, el runrún constante que se escucha en el exterior se convierte en silencio. Ahora solo queda aplicar todo lo estudiado a lo largo del Bachillerato y demostrar los conocimientos adquiridos. Alea iacta est.

Alrededor de 300.000 estudiantes se presentan este año a la Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad (Evau) ―también conocida como Ebau o Selectividad―. Los madrileños Víctor Bela y Pablo Santos, ambos de 18 años, son dos de ellos. Sentados en un banco en el campus de la Complutense y esquemas en mano reconocen estar un poco nerviosos. “La primera semana de estudio me la tomé con más calma, para ir entendiendo conceptos, pero en la segunda ya me puse más serio”, comenta Bela.

Esta será la última Evau diseñada a la vieja usanza, ya que el curso que viene se plantearán exámenes con más preguntas que obliguen a razonar y más competencial, es decir, menos memorístico y más aplicado. Las faltas de ortografía bajarán hasta un 10% la nota de cada prueba y se dará la opción de elegir entre distintas preguntas en los ejercicios, pero siempre que no sea posible dejarse una parte del temario sin estudiar, como sí se podía hacer hasta ahora. En un principio, este nuevo modelo iba a aplicarse este año, pero la convocatoria de elecciones generales avanzada obligó a su aplazamiento. La gran novedad para este curso es que los estudiantes tendrán que elegir entre Historia de España y Filosofía en la fase obligatoria, aunque después puedan escoger la otra en la específica.

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Los estudiantes reciben la primera prueba de la jornada en la Comunidad de Madrid y en La Rioja, las dos únicas comunidades que han empezado la Evau este lunes. Jaime Villanueva

Tanto Mónica Rodríguez como Adriana Salas, ambas de 17 años, se han decantado por hacer las dos asignaturas. Salas se ha reservado Filosofía para la parte optativa, cuenta, porque se le da mejor y puntúa más. Misma estrategia han seguido Ángel García y Martín Sánchez, de 18 años, que repasan en voz alta la ideología marxista y su relación con la actualidad mientras se lían un cigarrillo enfrente de la acampada en defensa de Palestina en la Complutense de Madrid. La elección de ambas asignaturas, en su caso, estuvo motivada por querer evitar hacer dos pruebas de Matemáticas, las aplicadas y las académicas. “Nervioso no estoy, pero hay más presión que en Bachillerato”, comenta García, y Sánchez añade que “con las cinco horitas” que ha dormido, “es suficiente”.

El objetivo final no es otro que sacar la mejor nota posible y poder así elegir la carrera y la facultad de destino preferidas. En algunas, como el doble grado de Matemáticas y Física o Medicina, la exigencia es altísima y es imprescindible rozar la perfección para poder conseguir una de las codiciadas plazas. En otras, en cambio, es suficiente con aprobar el Selectivo, un requisito que consiguió el 96,2% de los aspirantes presentados en la convocatoria ordinaria, la de junio en 2023, y un 80,9% de los de la extraordinaria. Con una nota media disparada en los últimos años, gracias a las facilidades otorgadas desde la pandemia para elegir las preguntas en los exámenes, hay grados en los que sacar menos de un 13,5 sobre 14 supone quedarse fuera.

Leyre Ruiz, de 18 años, sonríe aliviada al salir del primer examen de la jornada, el de Lengua Castellana y Literatura. “Me lo esperaba así, no han ido a pillar, ha sido igual que los que había practicado”, comenta, y agradece la buena preparación de su profesora. Coinciden con el diagnóstico Óscar Petria y Marcos Valcárcel, compañeros de instituto, aunque Petria se lamenta por no haber tenido suerte con la parte de literatura. “Me estudié unas pocas y no me han caído”, explica resignado. Uno de los textos propuestos para analizar ha sido el artículo España duerme poco y mal, de EL PAÍS. Todavía les quedan dos exámenes a lo largo de la jornada, el de Filosofía y el de Inglés, así que aprovechan la hora de descanso “para repasar algún autor”. Ser original o emplear frases cortas son algunos de los consejos de cuatro correctoras para sacar una nota más alta.

La competencia cada vez más voraz entre los estudiantes por rascar décimas de donde sea, ha desencadenado también una batalla entre centros por facilitar que sus alumnos entren en la carrera que desean. Y es que el expediente de Bachillerato cuenta un 60% en el cómputo final en la Evau, mientras que la parte obligatoria un 40% y las optativas hasta dos puntos cada una. Así, los colegios (especialmente los privados) y los institutos inflan los expedientes de sus alumnos. Canarias y Andalucía son las dos comunidades en las que el desfase entre la nota media de Bachillerato y la de la fase general es mayor, con 1,5 puntos de diferencia y 1,3, respectivamente. Castilla y León y Navarra, con 0,5, donde menos.

Los exámenes son distintos en cada comunidad autónoma, que tienen las competencias para elegir las preguntas. En Cataluña, Comunidad Valenciana, Baleares, País Vasco y Galicia, además, se añade una asignatura extra, la de la lengua cooficial. Pero el acceso a las universidades se hace por distrito único nacional, es decir, todos los estudiantes compiten entre ellos, con independencia de cuál sea su autonomía. Un hecho que, para el Partido Popular y Vox, supone un agravio comparativo.

Con la promesa de deshacer esta desigualdad, tanto los populares como los de extrema derecha llevan años repicando la melodía de hacer un examen único e igual para todo el territorio nacional. El último movimiento en esta dirección se produjo este domingo, cuando el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, anunció que las 14 comunidades autónomas donde gobierna su partido habían alcanzado un acuerdo para elaborar una Evau “común, justa y homogénea”. Así lo incluyeron, también, en su programa electoral de las últimas generales ambas formaciones. Los expertos consideran, sin embargo, que por muy sensata que suene la medida en la teoría, en la práctica es muy compleja de aplicar, debido al conflicto educativo y político que desencadenaría.

A la salida de cada examen, un rosario de alegrías y lamentaciones se entremezcla entre los estudiantes. Algunos optan por echarse una partida de cartas para desconectar y distraerse. Otros apuran hasta el último minuto con los apuntes en la mano. Incluso algunos comentan las ganas de terminar y de irse de viaje.

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