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La prohibición de las pantallas avanza en los colegios, se acabó el optimismo tecnológico en educación: “Los dispositivos distraen”

El anuncio de Ayuso de que prohibirá los dispositivos digitales en la escuela de Madrid se suma al veto vigente en Murcia, y a las limitaciones que prepara Cataluña en línea con un informe del Ministerio de Infancia y Juventud

Un niño estudia con una tableta este jueves en su casa de Santiago de Compostela.
Ignacio Zafra

Después de años de optimismo, el viento ha girado en la forma en que los responsables educativos españoles observan el papel de los dispositivos digitales en la enseñanza. El miércoles la Comunidad de Madrid anunció un veto general a partir de septiembre al uso de pantallas, tanto en el aula como para hacer deberes, en las etapas de infantil y primaria (hasta los 12 años). Pero Murcia ya lo ha restringido este curso hasta el segundo ciclo de primaria. El Ministerio de Juventud e Infancia publicó en diciembre un informe de expertos que propone excluir los dispositivos individuales en infantil y priorizar en primaria “la enseñanza de manera analógica”. Y Cataluña constituyó en febrero una comisión formada por medio centenar de especialistas de diferentes ramas para que elabore unas directrices que conducirán muy probablemente a establecer restricciones. “Al principio, solemos recibir los cambios con cierto entusiasmo. Pero cuando con el tiempo vemos que han traído algunas cosas buenas, otras no tan buenas, y otras directamente malas, se toma la decisión de regular”, resume Màrius Martínez, que fue decano de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona y que coordina el comité de expertos creado por la Generalitat.

En la comisión creada por el Departamento de Educación catalán, que presentará su dictamen final en junio, participan personas de perfiles muy diversos; desde representantes de la asociación de directores de centros educativos y las federaciones de familias, a pediatras, pedagogos, psicólogos, neurocientíficos, policías y expertos en ciberseguridad. Uno de los argumentos principales de las críticas excepcionalmente unánimes que este jueves le llovieron al Ejecutivo madrileño por su anuncio fue precisamente la ausencia de un diálogo con la comunidad educativa y de un debate en profundidad antes de adoptar una decisión muy tajante.

En la oposición a lo anunciado por el Gobierno que preside Isabel Díaz Ayuso se unieron organizaciones de signo muy distinto. Desde el sindicato Comisiones Obreras hasta el CSIF, pasando por Anpe. Y desde las grandes patronales de la educación concertada, Escuelas Católicas y Cece, a la federación de familias de la escuela pública, la FAPA Giner de los Ríos. Incluso la asociación de colegios privados, Cicae, a la que no afectará el decreto que prepara el Ejecutivo regional porque solo se dirige a los centros financiados con fondos públicos, pero a la que le preocupa la imagen que la norma va a proyectar sobre la tecnología aplicada a la educación, se sumó a las críticas, calificando de “injerencia en la autonomía de los centros educativos” y de “retroceso en la modernización del sistema educativo” la nueva regulación. El consejero de Educación madrileño, Emilio Viciana, se reafirmó, por su parte, en su plan, que prevé limitar el uso de dispositivos digitales en los colegios a aquellos que sean de uso compartido (como una pizarra digital) y solo durante una hora semanal entre el segundo ciclo de infantil y 2º de primaria, hora y media en 3º y 4º, y dos horas en 5º y 6º. La medida podrá retrasarse hasta el curso 2026-2027 en aquellos centros cuyo proyecto educativo incluya ahora el uso de dispositivos individuales.

Sus argumentos son parecidos a los que esgrime Víctor Marín, consejero de Educación de Murcia, donde la restricción del uso de dispositivos individuales alcanza hasta 4º de primaria en las áreas instrumentales, Lengua y Matemáticas. “Numerosos estudios neurocientíficos destacan que la escritura a mano y el trabajo con recursos analógicos en edades tempranas mejoran el rendimiento cognitivo de los alumnos reteniendo mejor la información y mejorando el entendimiento de conceptos básicos para el aprendizaje, como el reconocimiento de palabras, la comprensión lectora, la expresión escrita, las operaciones matemáticas básicas y la resolución de problemas”, afirma Marín, que añade que la medida persigue también “retrasar la edad de uso de los dispositivos digitales con el fin de disminuir la adicción y dependencia de la tecnología”.

La limitación más o menos intensa del uso de los dispositivos tecnológicos, especialmente los individuales como tabletas y ordenadores, avanza poco después de que haya culminado la prohibición del uso de teléfonos móviles por parte del alumnado en colegios e institutos. Andreas Schleicher, creador del Informe PISA, apuntaba hace unos días en un artículo publicado en este periódico al uso de los teléfonos inteligentes, y más en general al “consumo elevado de contenidos digitales”, como uno de los factores que parecen estar detrás del declive del rendimiento de los estudiantes en muchos países. “La distracción digital no es solo un inconveniente, sino que parece tener una asociación tangible con los resultados de aprendizaje”, señala Schleicher.

La conveniencia de restringir, y en ese caso cómo y en qué grado, el uso de la tecnología en educación genera posiciones discrepantes en muchos colectivos. La presidenta de la FAPA Giner de los Ríos, Mari Carmen Morillas, criticó este jueves el anuncio del Ejecutivo madrileño con el argumento de que el sistema educativo “necesita actualizarse, hay realidades que no deben obviarse como los dispositivos digitales”, al tiempo que abogaba por “trabajar en su uso responsable y adecuado”. Al mismo tiempo, muchas familias con hijos en infantil, primaria y secundaria que viven en casa la tensión de limitar el uso que estos hacen de móviles, tabletas u ordenadores denuncian desde hace tiempo que los deberes que exigen su uso hacen todavía más difícil su vigilancia.

“Contribuyen a más distracción”

“Contribuyen a más distracción. Y permiten puentes hacia otros usos, como las redes sociales, los videojuegos, la pornografía, y otros contenidos digitales cuyo consumo excesivo está asociado a sentimientos de desconexión de la realidad, más agresividad, comportamientos adictivos, y otros trastornos ligados a la salud mental”, afirma Diego Hidalgo, portavoz de Escuela Off, una de las plataformas que han surgido en España para reclamar la restricción educativa de las pantallas. Hidalgo también advierte de los problemas vinculados a la privacidad que generan las herramientas utilizadas en muchos colegios. “Sabemos que hay plataformas que ponen en riesgo los datos de los jóvenes sin ofrecer garantías suficientes, y que permiten un perfilado de los menores por parte de las empresas tecnológicas”.

María del Mar Sánchez, profesora de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Murcia lamenta, por su parte, que el debate haya derivado rápidamente a las prohibiciones sin haberse detenido en cómo debería usarse la tecnología en la escuela: “No veo que se hable sobre qué se está haciendo con esas pantallas, que es la clave”. Sánchez advierte, además, de que vetos como el de Madrid o Murcia pueden ampliar la brecha en competencias digitales entre ricos y pobres. “Hay niños y niñas que no van a recibir un acompañamiento en educación digital en casa, por desconocimiento de las familias o por lo que sea. Y la escuela, en su vertiente de justicia social, es el sitio donde pueden aprender a hacer un buen uso de la tecnología”.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.
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