Robots y empleo en países emergentes
La adopción de autómatas en los países industrializados reduce los puestos de trabajo en las naciones en desarrollo
En las dos primeras décadas del siglo XXI, los efectos de la automatización en el mercado laboral han recibido una gran atención tanto por parte de las investigaciones en economía como de los responsables políticos. La preocupación por los potenciales efectos negativos sobre el empleo es especialmente relevante en los países emergentes, donde en los últimos años se ha observado una rápida aceleración en la adopción de robots y una creciente participación en las cadenas de valor mundiales, con el consiguiente aumento de la exposición a la competencia extranjera. En un trabajo reciente con Luis Díaz Pavez hemos estimado el efecto de la adopción de robots en los procesos productivos sobre el empleo y la participación de las rentas del trabajo en la renta total de diez países emergentes —incluyendo los denominados BRIIC (Brasil, Rusia, India, Indonesia y China), Bulgaria, Polonia, México, Rumania y Turquía—.
La primera hipótesis planteada es que la automatización en los países desarrollados puede suponer un riesgo para el empleo en los países emergentes si va acompañada de una reducción en la deslocalización de la producción (offshoring en inglés) hacía dichos países o de una relocalización o vuelta a casa de la misma (reshoring). La segunda hipótesis es que ciertos trabajadores podrían ser sustituidos por robots con la consecuente reducción de la participación de las rentas del trabajo en el PIB.
Los principales resultados del estudio muestran que la adopción de robots en países industrializados, pero no en los emergentes, ha reducido el empleo en los últimos, mientras que la contribución de las rentas del trabajo al PIB no se ha visto afectada. Al analizar los efectos por sector, se observa que el efecto negativo de adopción de robots en el extranjero sobre el empleo se ha producido principalmente en la agricultura y en el sector de maquinaria industrial, habiendo estado el primero impulsado por una reducción de la deslocalización y afectando a más del 50% de los puestos de trabajo en los países emergentes considerados. Aunque la causa no es tan evidente para el caso de la maquinaria industrial, una explicación posible es que la adopción de robots en los países desarrollados puede generar un ahorro en costes laborales elevado y potencialmente sustituir a un gran número de trabajadores en los países emergentes fomentando la vuelta a la producción local. Además, el hecho de que la agricultura sea el sector con mayor cuota de empleo en los países emergentes considerados hace que éste sea el principal responsable del efecto negativo global de la exposición a los robots extranjeros sobre el empleo.
Por otro lado, los resultados del trabajo muestran efectos positivos de la adopción de robots en el extranjero sobre el empleo en los sectores de caucho, plástico y minerales, electrónica y productos farmacéuticos. Estos hallazgos validarían los efectos de complementariedad entre robots y trabajadores cualificados que se han derivado en los modelos teóricos sobre el tema desarrollados por Daron Acemoglu.
Tres son las implicaciones de política económica para los países emergentes que se desprenden de este estudio. En primer lugar, las tendencias de automatización en la agricultura y el sector de maquinaria industrial en los países desarrollados pueden ser identificadas como factores desestabilizadores en el mercado laboral de los países emergentes, y servir como información crucial a los responsables políticos a la hora de diseñar políticas laborales, distributivas y sectoriales. En segundo lugar, los países emergentes deberían invertir más en capital humano y en políticas de capacitación para adultos para que los trabajadores del futuro sean más complementarios a los robots, protegiéndolos así de la pérdida de empleo y aumentando su productividad. Igualmente, y ajustándose al contexto, los gobiernos de países emergentes podrían aplicar políticas fiscales más flexibles que favorezcan las inversiones extranjeras en sectores con alta automatización en los países desarrollados, para disminuir sus costes de producción y aumentar los incentivos a la producción deslocalizada, así como también incentivar las inversiones en tecnologías compatibles con el trabajo humano, que por tanto generen empleos de calidad.
Por último, cabe destacar que son necesarias investigaciones más granulares del efecto de la automatización en el mercado laboral basadas en datos de empresas en países emergentes. Otra cuestión que merece especial atención es la descomposición de los efectos de la adopción de robots sobre empleo y los salarios según el nivel de cualificación de los trabajadores para saber cómo afecta a trabajadores concretos.
Inmaculada Martínez-Zarzoso es profesora de las universidades de Göttingen y Jaume I.
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