El Banco de España recorta sus previsiones por la guerra de Ucrania y advierte sobre la elevada inflación
La institución aparca al tercer trimestre de 2023 la plena recuperación tras rebajar su pronóstico de crecimiento del 5,4% al 4,5% en 2022 y del 3,9% al 2,9% el año siguiente
El despegue definitivo de la economía española vuelve a verse abortado de nuevo. Cuando la actividad por fin se había adaptado a las sucesivas olas de contagios de covid-19, la invasión rusa de Ucrania se erige como un nuevo obstáculo en la recuperación. España seguirá creciendo, y a un ritmo elevado, pero no regresará a sus niveles anteriores a la pandemia hasta el tercer trimestre de 2023. Así lo prevé el Banco de España, que, en un ejercicio sometido a enormes incertidumbres, este martes ha rebajado su previsión de crecimiento del 5,4% al 4,5% en 2022 y del 3,9% al 2,9% en 2023.
Las proyecciones elaboradas por la institución que dirige Pablo Hernández de Cos se alejan mucho de las del Gobierno, que aún recoge un crecimiento del 7% que deberá actualizar en el cuadro macroeconómico que remita a Bruselas a finales de este mes. Pero el principal golpe de la guerra está en la tasa de inflación, que el Banco de España prevé que alcance una media anual del 7,5% (el doble que hace un año) a causa del encarecimiento de las materias primas y la energía, y a pesar de la rebaja de más de medio punto que suponen las medidas que el Ejecutivo ha aprobado hasta ahora. Esa subida de los precios, según la institución, está mermando la capacidad adquisitiva de las familias, puesto que los sueldos no están subiendo al mismo ritmo.
El Banco de España ya había recortado en diciembre sus previsiones para 2021 ante la irrupción de una nueva variante de la covid-19 en Europa. Sin embargo, la actividad de la economía resistió mucho mejor de lo esperado ese nuevo golpe de la pandemia y el año acabó con un avance del 5,1%. “La actividad nos estaba sorprendiendo al alza. Notábamos un menor impacto de la variante ómicron y se notaban ya signos de relajación en los cuellos de botella”, explicó el director general de Economía y Estadística de la institución, Ángel Gavilán. La inercia del año pasado, según la institución, permitirá que España siga creciendo por encima del 4%. Pero la guerra ha puesto fin con esas dinámicas alcistas que despertaron en el tramo final del año. “La invasión de Ucrania por Rusia constituye una perturbación económica muy severa, cuya duración e intensidad están sometidas a una enorme incertidumbre”, arranca el Boletín Económico publicado este martes por el Banco de España.
Hay dos buenas noticias. Según el Banco de España, los daños infligidos hasta ahora a la economía no tienen carácter estructural y la exposición directa de España a algunos canales de transmisión es “inferior a la que presentan otros países europeos”. Aun así, hay tres rendijas por las que se está filtrando la crisis: las materias primas, el comercio global y la desconfianza de los mercados. Los paros en algunos sectores, en particular en el transporte, han dado ya la puntilla a la actividad económica en este comienzo de año a causa del “agravamiento de las alteraciones en las cadenas de suministros”. El mayor impacto sobre la actividad se espera que se produzca este segundo trimestre, cuando se espera que la economía solo avance un 0,1% y la inflación siga con unas tasas de entre el 9% y el 10%. Y eso lastrará de nuevo el ansiado rebote pendiente, que no se culminará hasta el tercer trimestre de 2023, en lugar de finales de este año.
La institución prevé que la inflación empiece a moderarse en verano si, como apuntan los mercados de futuros, los precios de la energía se relajan en julio. Con una condición: que los temidos efectos de segunda ronda tengan una magnitud “reducida”. En plata, que las subidas de precios y de salarios no se retroalimenten, generando una espiral de difícil resolución. Si eso no se produce, el Banco de España cree que la inflación descenderá drásticamente en 2023, hasta el 2%, y 2024, al 1,6%. Esa proyección recoge las medidas del Gobierno, pero no la propuesta hispanolusa remitida a Bruselas. Por ahora, el paquete aprobado por el Consejo de Ministros permitirá reducir la inflación media del año entre 0,5 y 0,8 puntos porcentuales.
Más déficit por las pensiones
El entorno, no obstante, es muy volátil. “Las previsiones están plagadas de una extraordinaria incertidumbre”, admitió Gavilán. Los riesgos, apunta el documento, son a la baja para la actividad económica y al alza para la inflación. Y dependerá también, añade, de la efectividad de las medidas adoptadas por los Gobiernos europeos tras haber hecho un esfuerzo enorme durante la pandemia. En el caso de España, el Gobierno ha destinado 6.000 millones a esta crisis en forma de ayudas directas, y 10.000, con préstamos del Instituto de Crédito Oficial (ICO).
A pesar de que la inflación es un revulsivo para la recaudación tributaria, también puede ser un lastre para las cuentas públicas. El Banco de España prevé que la Administración pública cierre el año con un déficit del 5% este año y del 5,2% el que viene. La deuda también crecerá hasta el 112,8%. Una de las explicaciones de ese deterioro de las cuentas públicas está en las pensiones, que están indexadas a la inflación. Eso significa que el Estado deberá abonar entre 12.600 y 13.500 millones de euros más en esas prestaciones.
Las proyecciones del Banco de España se alejan de las que sigue manteniendo el Ejecutivo, del 7%. Las instituciones internacionales ya habían rebajado esas expectativas antes de que Rusia atacara Ucrania, desatando una crisis energética y de suministros. La Comisión Europea, por ejemplo, creía que el avance de España sería del 5,6%. Sin embargo, la guerra hizo añicos esos cálculos de inmediato y Bruselas advirtió de que el crecimiento se vería mermado en alrededor de un punto porcentual en el conjunto de la Unión Europea. La vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño, consideró el lunes durante la reunión del Eurogrupo en Luxemburgo que existe una previsión “generalizada” de que la guerra en Ucrania ralentizará con fuerza la recuperación económica, pero no la pondrá en peligro ni acabará provocando una recesión.
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