La huelga del transporte pone a prueba a los supermercados: la leche, el producto que más escasea
La crisis no ha provocado un desabastecimiento generalizado, pero sí puntual, en parte debido a un efecto acopio
Primero fue el acaparamiento de papel higiénico durante la pandemia. Luego, los problemas en la cadena de suministro global por el colapso de puertos y la falta de barcos. Más tarde, un nuevo movimiento de pánico comprador con el aceite de girasol como protagonista por la guerra en Ucrania, donde los cultivos de cereales han quedado sepultados bajo la maquinaria militar. Y ahora, una huelga del transporte que está dificultando las entregas de un producto tan básico como la leche, y amenaza con golpear a buena parte de la industria alimentaria y echar de las estanterías españolas a compañías internacionales de prestigio, como la francesa Danone o la holandesa Heineken, si no se halla pronto una solución.
El supermercado, antaño el pacífico lugar donde llenar la despensa cada semana, se ha convertido últimamente en un inesperado termómetro de los tiempos. Entre sus pasillos es posible ser testigo, como en pocos sitios, de las consecuencias de disfunciones macroeconómicas —la inflación—, comerciales —los cuellos de botella— y geopolíticas —la invasión rusa—. De momento, las patronales de la distribución insisten en que no existe un desabastecimiento generalizado, pero la preocupación es creciente porque a los problemas de reparto por el estallido de malestar de los camioneros se une el efecto acopio de los consumidores, que compran más ante el temor de que haya escasez.
El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, defiende que la falta de algún producto en los supermercados ha sido “puntual”, y culpa de ellas a las elevadas compras por parte de clientes que acaparan productos. Los datos que maneja apoyan esa tesis: la semana pasada las compras fueran un 20% mayores que hace un año. La situación de la huelga es sin embargo desigual: varias fuentes señalan que el problema es mayor en comunidades como Galicia, Asturias, Cantabria y Andalucía.
En esa última región, los productos que más escasean en los lineales de los supermercados son los de carácter perecedero. Lácteos, aceites, huevos, harina, azúcar, frutas, verduras, carnes y pescados. “Hubo un acopio extraordinario durante el fin de semana, y la carencia de determinados productos se ha dejado sentir especialmente el lunes y martes en los establecimientos mayoristas, minoristas y en el canal de la hostelería”, explica Álvaro González, director general de la Confederación Andaluza de Empresarios de Alimentación y Perfumería (CAEA), quien advierte de que “la situación es insostenible”.
Y más en Andalucía, puntualiza, porque hay 280.000 producciones en origen de carácter ganadero, pesquero y agroalimentario que no reciben materia prima y tampoco pueden hacer llegar sus productos a las plataformas logísticas y al canal mayorista. Los cálculos del fin de semana cifraban las pérdidas en la cadena alimenticia en 120 millones de euros (el 20% del total español), explica González, si bien el vicepresidente de la Junta, Juan Marín, aumentaba hasta los 600 millones las pérdidas. “Estamos tratando de hacer llegar nuestros productos sorteando piquetes, marchas lentas… pero muchos camioneros tienen miedo de las represalias”, lamenta el responsable de CAEA.
La situación, sin embargo, parece estabilizarse en Mercasevilla, el principal mercado de abastos de Andalucía y el cuarto de España. Este martes han entrado 1.888 toneladas de mercancía, una cantidad superior a las 1.633 del lunes, y que contrasta con las 78 toneladas de hace una semana. “Con la entrada de productos se ha atendido a los minoristas que han acudido a realizar sus compras a Mercasevilla, incluido el pescado”, indica un portavoz del Ayuntamiento hispalense.
En Mercagranada, uno de los puntos más afectados la semana pasada, la llegada de los productos, según Julián García, su director comercial, ha sido normal y sin incidentes ni manifestantes que dificultaran el acceso. El abastecimiento y la actividad comercial ha sido de “relativa normalidad” con hortaliza y fruta suficiente para atender la demanda, pero no de pescado, que apenas ha llegado debido a la huelga de los pescadores. Esta falta ha afectado a algunas pescaderías de la ciudad, que se han visto obligadas a no abrir sus puertas por falta de género.
“Las empresas se están planteando ERE”
Jordi Espín, secretario general de Transprime, la Asociación española de empresas cargadoras, que tiene entre sus miembros a algunas de las firmas que están operando con dificultades, como Mahou San Miguel, Capsa —dueña de Central Lechera Asturiana— o Danone, percibe una enorme inquietud en sus reuniones diarias con ellos. “Ni en los momentos más duros de la pandemia falló la cadena. Se está atacando el derecho al suministro de supermercados, farmacias u hospitales. Los asociados nos cuentan que están reduciendo la producción. Están cargando solo un 10 o un 20% de lo que tendrían que cargar y se están planteando soluciones más duras, como ERE”.
Hay otros indicios algo menos lúgubres. En la capital catalana, Mercabarna ha ingresado un 7% menos de pescado y un 20% menos de frutas. Y la actividad en Mercamadrid, apoyada por un dispositivo de seguridad, se desarrolló en la mañana del martes cerca de la normalidad, al 90% de un martes del mes de marzo. El dato es mejor que el de hace una semana, cuando solo entraron el 50% de las mercancías habituales.
La leche, lo más buscado en Madrid y Barcelona
En Madrid, la leche es el producto que más les cuesta encontrar a los consumidores. Si la semana pasada los cortes de suministro afectaban mayoritariamente a la lecha fresca, en los últimos días se ha extendido al resto. En el Carrefour del barrio de Ventas hay únicamente leche de almendra, de coco, de soja y avena. De vaca quedan algunas botellas de leche fresca en la nevera. “Se acaban existencias muy rápido en los almacenes y los camiones llegan a cuentagotas”, comenta un reponedor.
Hay escasez de paquetes de papel de cocina e higiénico. Los de arroz, alubias, garbanzos y lentejas tampoco abundan. La harina para pizza y de fritura se acabó el fin de semana pasado y no se han vuelto a reponer. “Entre mañana o pasado quizá lleguen algunas unidades, pero no lo puedo asegurar. Exponemos los pocos productos que recibimos, pero la gente se los lleva rápido”, añade otro dependiente. Las botellas de aceite no sobran, sobre todo de girasol, en el epicentro por la crisis ucrania. Encontrarlas se ha convertido en una especie de búsqueda del tesoro, y cuando está, su precio sorprende. “La marca que compraba costaba menos de un euro y ahora vale más del doble”, comenta una clienta. No obstante, otros aseguran no verse afectados. “He encontrado de todo, afortunadamente”, celebra Victoria, que sale con la bolsa llena.
En el establecimiento Día de la misma zona, la estantería de leche también lleva unos cuantos días vacía. “Algunos clientes cogen todo lo que pueden ante el miedo al desabastecimiento, pero el problema es que no recibimos la mercancía. Pido cajas todos los días, pero no llegan”, comenta Sara, una dependienta. En este punto de venta, los yogures empiezan a escasear, aunque de momento faltan solo algunas marcas.
El relato de la crisis tiene matices al cambiar la ciudad más poblada del país por la segunda. Madrid por Barcelona. Pero es, en esencia, similar. “Ha habido algún retraso puntual, pero no lo estamos notando mucho”, comenta Ana María Bagallo, la coordinadora de un supermercado de Barcelona de la cadena Keisy. “Nos han dicho que pidiéramos más leche por si falta stock”, explica. En las estanterías del establecimiento hay vacíos en algunas de las marcas de lácteos, como sucede también en otros dos supermercados cercanos, de Bonpreu y Consum, donde también faltan algunas marcas de harina, pasta, papel higiénico y azúcar. Ninguno de los productos está agotado en su totalidad.
En los supermercados de la capital catalana los efectos de la huelga de transportistas dependen del local donde se mire. En Consum se ve especialmente vacía la sección de legumbres. “No nos están llegando”, comenta la encargada que, por política de empresa, prefiere mantener el anonimato. En los pasillos de las tiendas visitadas, entre los distritos de Gràcia y L’Eixample, falta aceite, sobre todo de girasol por la guerra en Ucrania y también algunas marcas de oliva.
En la sección de verduras del Consum solo hay dos pimientos rojos y menos variedad de tomates de lo habitual, productos que vienen de la huerta de Andalucía, una de las comunidades donde se está notando más la huelga. La responsable de Keisy explica que en la última semana ha habido escasez de estos frescos —también de fresones— en algún momento.
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