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Europa busca trabajadores

La falta de mano de obra cualificada se ha convertido en un problema para la mayoría de economías continentales, que ven en riesgo la recuperación

José Luis Aranda
Un trabajador pasa por delante de un camión con un anuncio de contratación, el pasado miércoles en Londres.
Un trabajador pasa por delante de un camión con un anuncio de contratación, el pasado miércoles en Londres.DPA vía Europa Press (Europa Press)

Más parados con más empleo y más vacantes sin cubrir. La mayoría de economías avanzadas a ambos lados del Atlántico lidian con esa paradójica ecuación. El coronavirus mermó la actividad hasta niveles impensables y, cuando la recuperación ha llegado, falta mano de obra para atenderla. En EE UU, las dificultades para las empresas son patentes hace meses: “Páguenles más”, aconsejó ya en junio el presidente Joe Biden. En Europa la percepción es que la situación solo afecta a ciertos sectores, pero su combinación con el Brexit y la escasez de combustibles ha mostrado en el Reino Unido que tiene potencial para escalar de contratiempo empresarial a emergencia nacional. España y otros países de la UE habrán tomado nota: el transporte aparece en todos los diagnósticos como un segmento crítico.

¿Es posible que falten trabajadores en un país con casi 3,3 millones de parados como España? “Parece increíble”, responde Antonio López, director de soluciones de para grandes clientes de Adecco. Pero está sucediendo: “El diagnóstico de todo esto es que faltan perfiles, no tenemos centros formativos para abastecernos y no está alineada la oferta de empleo que tenemos con la oferta de Formación Profesional”, sintetiza.

La importancia de la formación es un mensaje en el que insisten las patronales, pero añaden otras preocupaciones. “Necesitamos mano de obra y todavía no han llegado los fondos europeos. Cuando lleguen, vamos a tener mucha más tensión”, lamenta Pedro Fernández-Alén, de la Confederación Nacional de la Construcción. Su organización calcula que las ayudas de Bruselas —de momento se han recibido 9.000 millones y el año próximo el Gobierno contempla la llegada de 27.000— generarán 700.000 empleos solo en construcción.

Lloverá sobre mojado, porque la dificultad para encontrar ciertos perfiles profesionales ya existe. Lo mismo que pasa en el transporte, señala el presidente de la patronal Fenadismer, Juan José Gil. “Se manejan cifras estimativas de que faltan entre 10.000 y 15.000 personas”, asegura, “las empresas se encuentran con problemas para cubrir plantilla cuando alguien se jubila”.

Incluso en sectores tan insospechados como la hostelería, la temporada alta demostró que el mercado laboral vive sobre el alambre. “Cuesta contratar y en algunos puntos de España es dramático”, sostiene Emilio Gallego, presidente de Hostelería de España, quien pone la lupa sobre “zonas interiores de alto atractivo turístico que están despobladas”. Para Gallego hay factores demográficos (envejecimiento poblacional, escasa movilidad geográfica...) a los que, en el caso de bares y restaurantes, se suma el vapuleo de la pandemia. “Estamos sufriendo cierres y aperturas y muchos trabajadores huyen de esa inseguridad”, explica.

A todos estos problemas, se añade una preocupación macroeconómica. Occidente vive una situación inflacionista desconocida en décadas. Los bancos centrales le restan importancia y dicen que es temporal. Pero no faltan voces que defienden que, si la presión sobre el empleo acaba en subidas salariales, costará más controlar la carestía de precios. El ministro francés de Economía, Bruno Le Maire, ha encarnado esa línea de pensamiento como nadie. A finales de agosto le preguntaron por la escasez de trabajadores y respondió que “el trabajo debe pagarse”. Semanas después se declaraba contrario a una subida generalizada de sueldos porque “debilitaría la competitividad francesa”.

En España, la recuperación ya ha llevado aparejada un alza sin precedentes de los costes laborales. A la vez, la afiliación a la Seguridad Social se sitúa en cotas históricamente elevadas (unos 19,5 millones) aunque esa cifra no puede traducirse enteramente en empleos porque hay que descontar a las personas afectadas por ERTE, unas 180.000 según las últimas estimaciones. Pero esa aparente anomalía que vive España no lo es si se compara con otros países.

Portugal: Cifra récord de empleo

Trabajadores de una fábrica de bicicletas en Anadia (centro de Portugal), en septiembre de 2020.
Trabajadores de una fábrica de bicicletas en Anadia (centro de Portugal), en septiembre de 2020. PEDRO NUNES (Reuters)

La recuperación ha devuelto el mercado de trabajo a una situación prepandemia, con una tasa de paro del 6,7%. De hecho, en el segundo trimestre se ha alcanzado la mayor cifra de empleo de la década: 4,81 millones de trabajadores. Pero el mercado laboral portugués presenta dos grandes agujeros.A corto plazo, falta mano de obra en el pujante sector inmobiliario residencial y turístico. El déficit es una herencia de la crisis de 2008, cuando el cierre de las empresas de construcción obligó a una emigración masiva de trabajadores al norte de Europa. Es una mano de obra que no ha regresado. “Y no quiere volver dado que la diferencia salarial es muy significativa”, señalaba recientemente Ricardo Pedrosa, presidente de la patronal de constructoras.

El otro gran problema es la falta de cualificación profesional, sobre todo en perfiles relacionados con tecnología, digitalización, comercio digital, sanidad o logística. A pesar de la mejoría en el ámbito educativo en los últimos años, el país sigue siendo uno de los que cuenta con mayor tasa de fracaso escolar de Europa, a lo que se suma el éxodo de jóvenes titulados de la Gran Recesión. Según un estudio de la Universidad de Coimbra, el país perdió en esos años casi una quinta parte de su mano de obra cualificada.

Francia: Prioridad nacional

Un hombre hace gestiones en una oficina de empleo de Niza (sur de Francia), en mayo de 2020.
Un hombre hace gestiones en una oficina de empleo de Niza (sur de Francia), en mayo de 2020. Eric Gaillard (Reuters)

Aunque el problema ya había sido detectado antes del coronavirus, el primer ministro, Jean Castex, ha declarado que las dificultades para reclutar personal son “el problema número uno” de la recuperación pospandemia. “Nuestras empresas quieren contratar, hay un nivel inédito de creación de empleo, pero no encuentran siempre los trabajadores para ocuparlos”, dijo el jefe de Gobierno al inicio del curso político.

Una encuesta de la asociación de dirigentes empresariales CJD reveló que el 71% de pymes dicen tener algún puesto vacante. Y en el último mes, la prensa ha destacado que la web de Pôle Emploi, el INEM francés, tiene un millón de ofertas sin cubrir.

A nadie le ha pillado por sorpresa. El presidente de la patronal Medef, Geoffroy Roux de Bézieux, alertó en verano de la situación. A los sindicatos les agradó escuchar del jefe de los patronos que ello implicaría “forzosamente aumentos salariales bastante significativos”. El Gobierno lo aprueba, aunque subraya la necesidad de hacer más atractivos algunos sectores más allá del salario. La intención de reformar el seguro de desempleo “para poner en valor el trabajo” ya provocó choques sindicales en el pasado.

Alemania: Salir a reclutar fuera

Trabajadores de la construcción demandan mejores condiciones laborales y salariales, en una protesta en Berlín, el 6 de octubre.
Trabajadores de la construcción demandan mejores condiciones laborales y salariales, en una protesta en Berlín, el 6 de octubre. MICHELE TANTUSSI (Reuters)

La falta de mano de obra cualificada se ha convertido en un grave problema para la mayor economía europea. La secretaria de Estado de Integración, Annette Widmann-Mauz, alertó de ello al hablar de la necesidad “desesperada” de atraer trabajadores extranjeros. 270.000 puestos de trabajo cualificados estaban vacantes antes del verano. Los sectores más afectados son el de los cuidados, el sanitario, la construcción y el de las nuevas tecnologías. Según datos de agosto pasado, la mitad de desempleados carecen de formación cualificada, mientras el 77% de vacantes se dirigen a profesionales y académicos. “Es ahora mismo uno de los mayores inhibidores del crecimiento de la economía alemana”, apunta una portavoz de la Oficina de Empleo.

Entre los motivos, el más obvio es el envejecimiento de la población: cada año entran menos personas en el mercado laboral. Pero las compañías alemanas también han tenido muchas dificultades para reclutar en el extranjero. El año pasado se modificó la legislación. Aunque sigue habiendo problemas para homologar titulaciones, que se suman a las dificultades del idioma, la inmigración es la que está aliviando la falta de mano de obra cualificada. “El 50% del crecimiento del empleo se atribuye a trabajadores extranjeros”, aseguran en la Oficina de Empleo. Pero no es suficiente y en 2020 la situación empeoró. El año pasado fue el primero en una década en el que la población no creció y el número de solicitudes para homologar títulos profesionales cayó un 3%.

Italia: Un problema que crece

Varias personas esperan para entrar en una oficina en Roma este viernes, primer día de obligatoriedad del certificado covid en el trabajo.
Varias personas esperan para entrar en una oficina en Roma este viernes, primer día de obligatoriedad del certificado covid en el trabajo. DPA vía Europa Press (Europa Press)

Con 2,3 millones de desocupados, cerca del 1,8% de los puestos de trabajo están vacantes en Italia, según la estadística oficial. Es el nivel más alto desde 2016, cuando se inició la serie histórica, que va en constante aumento. En el segundo trimestre del año, los puestos desiertos por las dificultades para encontrar trabajadores cualificados subieron entre un 0,2% y un 0,6%, dependiendo del sector.

En la campaña estival, los restaurantes no lograron encontrar los cocineros y camareros que necesitaban, lo mismo que ocurrió en numerosos segmentos del sector turístico. El problema se está convirtiendo en estructural. Afecta también a las profesiones que deben impulsar la modernización tecnológica, a la que Italia llega con décadas de retraso. Las compañías no encuentran a un 30% de los informáticos y físicos necesarios, a un 28% de los trabajadores mecánicos y al 46% de técnicos de producción. Las causas son múltiples y algunas se comparten con otros países, como la falta de orientación profesional, el abandono escolar o los bajos salarios. También influyen la escasez de licenciados en materias científicas y el bajo número de mujeres trabajadoras.

Holanda: Más vacantes que parados

Trabajadores instalando placas solares en Holanda, en una imagen de archivo.
Trabajadores instalando placas solares en Holanda, en una imagen de archivo. Mischa Keijser (GETTY IMAGES)

Las ayudas financieras del Gobierno holandés para combatir los efectos de la pandemia han evitado miles de despidos, pero han provocado una crisis de otro tipo: en el segundo trimestre, la cifra de vacantes superó a la de parados y por cada 106 ofertas de trabajo había un promedio de 100 desempleados, según la Oficina Central de Estadística. Los sectores de servicios, comercio y sanidad son los más afectados por la falta de personal cualificado. Con una tasa de paro del 3,3%, Peter Hein van Mulligen, economista jefe del servicio estadístico, indicó en agosto que la covid-19 explica en parte lo sucedido, “aunque también hay que tener en cuenta el regreso a sus países de los trabajadores migrantes y el envejecimiento de la fuerza de trabajo”. Debido a lo segundo, añadió, faltan maestros y profesores y hay huecos entre el funcionariado.

Reino Unido: En desventaja por el Brexit

Mangueras de una gasolinera cerrada en Londres por falta de carburante, el 5 de octubre.
Mangueras de una gasolinera cerrada en Londres por falta de carburante, el 5 de octubre.ANDY RAIN (EFE)

El Gobierno de Boris Johnson acaba de dar luz verde, esta misma semana, a la concesión de 800 visados temporales para carniceros y matarifes de la UE. La Asociación Nacional de Ganaderos Porcinos ha advertido de la urgencia de una situación en la que hasta 10.000 cerdos deberían ser sacrificados semanalmente en las propias granjas por falta de personal cualificado en los mataderos. Y lo mismo sucede con los camioneros, causa última de la falta de combustible en las gasolineras del país o de las estanterías semivacías de muchos supermercados. También con los empleados de la construcción, con los camareros o con los recolectores de frutas y verduras.

La escasez de mano de obra que afecta a toda Europa se ha agravado en el Reino Unido por la obsesión ideológica del Brexit. En cuanto se produjo la salida de la UE, lo primero que hizo Downing Street fue aprobar una nueva Ley de Inmigración que acababa con la libertad de movimiento de personas en territorio comunitario e imponía condiciones de entrada mucho mas restrictivas a los futuros inmigrantes de la Unión Europea: un buen inglés, buenas calificaciones académicas y un contrato laboral firmado previamente que garantizara un sueldo anual de al menos unos 25.000 euros. “No vamos a levantar de nuevo la palanca de sueldos bajos y trabajadores poco cualificados que ha mantenido un sistema fallido, con una inmigración incontrolada”, prometía Johnson en el congreso conservador de Mánchester, hace dos semanas.

Downing Street ha querido hacer de la necesidad virtud. La escasez de mano de obra, aseguran en el Gobierno, forzará a los empresarios a invertir de una vez en más bienes de equipo, más formación laboral y mejores salarios. De momento, lo único que ha logrado es un enfrentamiento entre el Partido Conservador, tradicional aliado del mundo de los negocios, y la mayoría de empresas británicas, que acusan a Johnson y a su equipo de desconocer una realidad económica global.


Tormenta perfecta antes de Navidad en EE UU

María Antonia Sánchez-Vallejo (Nueva York)

Los estudiantes de varios condados de Nueva Jersey vieron modificados sus horarios en el arranque del curso por falta de conductores para los buses de transporte escolar. De la humilde peluquería de barrio al anquilosado servicio postal de EE UU, pasando por el gigante Amazon o los despachos de Wall Street, las ofertas de empleo se multiplican desde primavera, cuando la recuperación de la pandemia se confirmó. 

Pero el déficit de mano de obra en EE UU parece condenado a eternizarse, por una combinación de factores estructurales y circunstanciales, ligados directamente a la pandemia. Un informe del Departamento de Trabajo constataba un récord de 9,3 millones de empleos disponibles en abril, mientras ese mes solo 266.000 personas salían de las listas del paro. En agosto, un mes marcado por la ralentización, las ofertas de trabajo superaban los 10 millones, según el Departamento de Trabajo: un millón más que los solicitantes de empleo.

Algunas empresas han venido quejándose ante la Casa Blanca y el Congreso de que tienen serias dificultades para contratar, especialmente en trabajos a tiempo parcial con bajos salarios. De ahí que el meollo del problema sea, según los expertos, no tanto la escasez de mano de obra, sino la reevaluación o reformulación del trabajo, incluida la capacitación del trabajador. Antes de que se declarase la emergencia sanitaria, la automatización y la globalización habían transformado la forma de trabajar, y los empleadores ya habían hecho sonar la alarma de la escasez de perfiles cualificados. Hay además factores coyunturales, como el regreso a sus hogares por la pandemia de decenas de miles de estudiantes —habitual mano de obra a tiempo parcial en el sector de la restauración— o incluso el éxodo de población de las grandes ciudades hacia el campo gracias a la generalización del teletrabajo.

La escasez de mano de obra queda de manifiesto especialmente ahora, con la oferta de trabajo estacional de numerosas empresas minoristas y sectores afines, de cara a la gran temporada de compras, del Black Friday a las navidades. La confluencia del déficit estructural con la aceleración estacional actúa así como otro torbellino dentro de la tormenta perfecta. 

Muy distinto es el caso de las grandes corporaciones. Amazon anunció en septiembre que planea contratar a 125.000 trabajadores en Estados Unidos para ampliar su sistema logístico ante el crecimiento del comercio digital por la pandemia. Con salarios de 18 dólares la hora, parece hacer bueno el célebre comentario del presidente Joe Biden cuando, preguntado esta primavera por el déficit de mano de obra, contestó a los empresarios: “Paguen más a los trabajadores”.

CRÉDITOS

 Con información de Tereixa Constenla (Lisboa), Silvia Ayuso (París), Elena G. Sevillano (Berlín), Lorena Pacho (Roma), Isabel Ferrer (La Haya) y Rafa de Miguel (Londres).  

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Sobre la firma

José Luis Aranda
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS, diario donde entró a trabajar en 2008. Escribe habitualmente sobre temas de vivienda y referentes al sector inmobiliario. Es licenciado en Historia por la Universitat de València y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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