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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Se frena la recuperación

El principal riesgo para la economía española sigue siendo su elevado endeudamiento con el exterior

José Carlos Díez
Trabajadores en la planta de Ford en Almussafes (Valencia).
Trabajadores en la planta de Ford en Almussafes (Valencia).

El PIB del primer trimestre volvió a caer tras dos trimestres creciendo y sigue un 10% por debajo de sus niveles del cuarto trimestre de 2019, antes de la pandemia. Sin duda, una crisis económica más intensa que la de 2008, pero la recuperación comenzó antes. Recordemos que el PIB cayó sistemáticamente entre 2008 y 2013 salvo algunos trimestres ocasionales.

La causa de la caída es el rebrote de la pandemia. En España la segunda ola provocó un mes de diciembre con caída de actividad y entramos en el primer trimestre ya en negativo. Entonces llegó Filomena y cerró casi todo el país durante 3 días, o sea el 10% del mes y el 3% del trimestre. Desde Filomena, según los datos de afiliados a la Seguridad Social y de ERTE, continuó la recuperación y por lo tanto el próximo trimestre tendremos un crecimiento del PIB positivo.

La intensidad dependerá del ritmo de vacunación en España y en Europa y de las restricciones a la movilidad de los gobiernos. La pésima negociación de la Comisión Europea de las vacunas y la escasez de las mismas ha explicado buena parte de la caída del PIB de los países el pasado trimestre. Por fin las vacunas están llegando masivamente. España tiene un sistema de salud con mucha capilaridad que explica que se inyecten el 90% de las vacunas que llegan con mucha eficiencia.

El 70% de los mayores de 60 años en España ya han recibido su primera dosis y con una tasa de efectividad del 70% de promedio indica que el 50% de esa población ya está inmunizada. En mayo seguramente esa tasa estará próxima al 80%. La población mayor de 60 años ha supuesto el 95% de los fallecimientos por Covid. Esto ayuda a explicar que el Gobierno considere que ya no es necesario prorrogar el estado de alarma.

Madrid es el experimento en esta pandemia. Fue la zona cero, la primera en la colapsar su sistema de salud, la primera en necesitar la intervención del ejercito para frenar el crecimiento exponencial de muertos y la que forzó a toda España a un confinamiento extremo de varias semanas que explica que seamos el país con mayor caída de PIB y empleo. Tras volver a cerrar Madrid en enero y buena parte de febrero con restricciones de libertad y toque de queda en los bares a las nueve de la noche, la Comunidad de Madrid decidió relajar las restricciones.

Sus datos de contagios han sido mucho peores que la media nacional pero igual de malos que en País Vasco y Navarra, donde había fuertes restricciones. Y la vacunación ha permitido reducir el número de hospitalizados y, sobre todo, de fallecidos en la tercera ola. En clave económica, Madrid ha tenido un mejor comportamiento que el resto, especialmente en creación de empleo. Por lo tanto, Madrid anticipa que si el resto de comunidades eliminan las restricciones y se acaba el estado de alarma asistiremos a un fuerte crecimiento del empleo y del PIB en toda España durante el segundo trimestre.

La clave para España y la mayor incertidumbre está en el turismo internacional, que sigue un 96% por debajo de sus niveles previos a la pandemia. El turismo era el principal sector de actividad en nuestra economía y generaba 2,7 millones de empleos directos e indirectos. La clave es abrir las fronteras y permitir la movilidad segura; vacunación y/o test PCR. Si la Comisión Europea lo consigue, los turistas desean más que nunca venir a nuestras playas y volverán. En Lanzarote se va a poner en marcha una prueba piloto con tecnología blockchain que emite un certificado de vacunación y test y que los hoteles o restaurantes no se pueden descargar los datos personales. Por lo tanto, cumple las leyes europeas de protección de datos y permitiría salvar el verano y la temporada de otoño invierno en Canarias. Aún así la recuperación del turismo internacional será más lenta y se tardará tiempo en recuperar los niveles de 2019.

Los fondos europeos van muy retrasados. Los países acaban de enviar sus planes a Bruselas, que tardará dos meses en evaluarlos. España parece que recibirá en el siguiente semestre 9.000 millones, que suponen menos del 1% del PIB. Y cuando lleguen hay que aprobar los planes concretos, licitarlos y ejecutarlos y aún no hay reglas y procedimientos claros desde Bruselas y en España tampoco se conoce aún el reglamento. El decreto para ejecutar los fondos agilizará los trámites burocráticos pero el impacto de los fondos sobre el PIB y el empleo se notará en 2022.

Donde si hay buenas perspectivas es para la industria y las exportaciones. En el primer trimestre las exportaciones estuvieron estancadas, pero ya han recuperado prácticamente su nivel anterior a la pandemia. España es una economía muy abierta y las exportaciones siempre son las que nos sacan de las recesiones y se ha vuelto a cumplir la regla. Los índices industriales PMI están en máximos y anticipan una intensa recuperación del comercio mundial. China ya crece a velocidad de crucero y vuelve a provocar inflación en las materias primas, especialmente los metales. Y EE UU se ha recuperado en V y los planes de inversión de Biden anticipan una intensa recuperación que puede situar la tasa de paro de nuevo en pleno empleo en 2022. De hecho, el debate en EE UU es si el plan es demasiado intenso y puede acabar provocando inflación el próximo año y forzar a la Reserva Federal a subir tipos y provocar un nuevo episodio de inestabilidad financiera global.

Por lo tanto, el escenario para lo que queda de año es de intensa recuperación. El principal riesgo para la economía española sigue siendo su elevado endeudamiento con el exterior y ahora, tras dos graves crisis, la mayor parte de la renovación de esos vencimientos son de deuda pública. El Tesoro tiene que emitir este año unos 300.000 millones de euros. De momento, gracias a las compras del BCE sigue emitiendo a tipos negativos y no hay ninguna señal de temor de los inversores internacionales. Si hay problemas para emitir esa deuda, habría que hacer un ajuste fiscal brusco para conseguir un superávit primario rápidamente, como le sucedió a Mariano Rajoy en 2012, cuando se vio forzado a pedir un rescate internacional.

En esta ocasión el BCE lo está evitando, pero los españoles deberían ser conscientes de esos riesgos y aprobar en el Congreso una senda fiscal a medio plazo creíble que comience el ajuste en 2022, cuando esté ya afianzada la recuperación. El déficit estructural estará próximo al 5% del PIB y eso exigirá aumentos de impuestos y reducciones de gasto público de medio punto del PIB durante una década, como anticipa el Banco de España. Por desgracia, en la campaña de Madrid el PP, en la peor crisis de deuda pública desde 1898 cuando perdimos Cuba y Filipinas, vuelve a proponer bajar los impuestos. El PP ha negado el rescate de 2012 y es evidente que no aprendieron la lección. Como nos enseñó Adenauer, la historia es aquello que se pudo evitar. Los alemanes, que tienen elecciones este año para suceder a Merkel, tienen previsiones de deuda pública para 2022 próximas al 70% del PIB. España y Francia, al 120% e Italia por encima del 150%. Veremos.

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