Los directivos de bancos centrales de América Latina advierten de que la pandemia ha profundizado la brecha digital
En México hay 40 millones de personas que tienen un teléfono móvil, pero no una cuenta bancaria
Las medidas de confinamiento por la covid-19 empujaron al mundo a migrar en línea. Desde el teletrabajo hasta las compras, y, por ende, los pagos, se concentran cada vez más en internet. Sin embargo, para los países latinoamericanos, ciudadanos con habilidades tecnológicas, una conexión a la web y una cuenta bancaria viven en un mundo mucho más ágil y cómodo que quienes están rezagados, coincidieron quienes encabezan los bancos centrales en México y Brasil, en una discusión moderada por el Banco Internacional de Pagos (BIS son sus siglas en inglés).
El gobernador del Banco de México Alejandro Díaz de León y el presidente del Banco Central de Brasil, Roberto Campos Neto, discutieron sobre la fuerza tecnológica que hoy mismo arrasa a la región en materia de pagos y transferencias financieras. El mexicano destacó que, mientras la tendencia en el mundo de las finanzas es ofrecer servicios y productos digitales cada vez más fáciles de usar, persiste en el país una importante exclusión financiera.
“La pandemia ha profundizado la brecha digital”, apuntó el economista, “la inclusión financiera ha pasado de ser una oportunidad a un imperativo para nuestros países y los bancos centrales tienen muchos roles en esto, como reguladores, operadores, desarrolladores y catalizadores”. Durante la pandemia, las transferencias electrónicas menores a los 400 dólares (8.350 pesos al tipo de cambio actual) incrementaron en 9%, aseguró el gobernador del Banco de México, alcanzando 885 millones de transacciones. “Esto nos demuestra que, especialmente durante la pandemia, este tipo de pagos son críticos”.
México lanzó en septiembre de 2019 una aplicación móvil gratuita para hacer cobros de manera rápida y segura llamada CoDi. Sin embargo, solo ocho millones de usuarios se han registrado, informó Díaz de León. “Esperamos que la herramienta sea un elemento crítico en la inclusión financiera, ya que, en México, hay 40 millones de personas que tienen un teléfono móvil, pero no una cuenta bancaria”.
Bancos centrales de Uruguay, Bahamas y el Banco Central del Caribe Oriental ya están probando sus propias critpomonedas en una sección de la población, aseguró el moderador del evento Alexandre Tombini, representante de la oficina para las Américas del BIS, y el tema es uno que ocupa ya a la mayoría de los bancos centrales en el mundo. Una criptomoneda es un activo digital que se puede intercambiar de manera segura a través de un lenguaje secreto o criptografía y en países como Argentina y Venezuela está surgiendo como una inversión accesible y alternativa a las inversiones en moneda local, ya que no es susceptible a la inflación en el país.
“En Brasil estamos en un proceso ya formal de desarrollar una criptomoneda propia, estamos en una etapa avanzada”, anunció Campos Neto, quien encabeza el banco central en ese país. Restan preguntas técnicas por resolver, agregó, como ¿qué tan centralizada será la emisión y la custodia de esta nueva moneda? “Es muy importante entender que el uso de monedas digitales se dará en conjunto con los móviles, con la red 5G y con innovaciones tecnológicas”.
Díaz de León aseguró que para México también, “no es cuestión de si se hará o no, sino de cómo y cuándo será y es algo que tenemos que abordar muy rápidamente”. La moneda digital mexicana debe ser una extensión de la que ya emite el banco central, aseguró, y se deberá hacer considerando la protección al consumidor y las implicaciones en la política monetaria.
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