Los argentinos se refugian en las criptomonedas ante la escasez de dólares y la debilidad del peso
El volumen de transacciones de intercambio con bitcoin se disparó en noviembre. El país sudamericano se perfila como uno de los adoptantes más importantes en la región
Marcados por décadas de inestabilidad financiera y crisis, por lo menos un millón de argentinos han adoptado criptomonedas como alternativa a su moneda nacional, como instrumento de inversión o para transferir fondos sin necesidad de un banco. Hoy, ante el éxito de las criptomonedas en los mercados globales, las implicaciones para la tercera economía más grande de América Latina pueden ser enormes. Y los riesgos, también.
Este mes, la criptomoneda más reconocida y mejor establecida en el mundo, bitcoin, rompió su récord histórico al cotizarse en más de 34.000 dólares, impulsada por la entrada de inversores institucionales como bancos globales y fondos de inversión. Las bajas tasas de interés impuestas en países desarrollados han abierto el apetito de inversores por otros activos más riesgosos y redituables, entre ellos, las criptomonedas.
En concreto, una criptomoneda es un activo digital que se puede intercambiar de manera segura a través de un lenguaje secreto o criptografía. Su existencia es posible gracias a una sofisticada tecnología digital llamada blockchain, que funciona como una especie de libro contable que registra cada transacción. Las criptomonedas no tienen un banco central que las emite o respalde. No tienen, siquiera, una clara autoridad o responsable.
Pero para los argentinos, las criptomonedas son más que la inversión de moda: son una alternativa a su moneda fíat, es decir la moneda emitida por su banco central, y tienen muchas razones para no confiar en ella. Han visto hiperinflación, deuda insostenible, dramáticas devaluaciones. Su historia financiera es una serie de decisiones fallidas de sus gobiernos, sin importar el partido político o posición en el espectro ideológico. La falta de confianza es tal que el Gobierno ha tenido que limitar la cantidad de dólares estadounidenses permitidos para ahorro personal y, cuando eso no fue suficiente, puso restricciones a la compra de divisas, el uso de tarjetas en el exterior y hasta operaciones cambiarias con bonos.
Comprar moneda extranjera para preservar el valor del dinero es algo que los argentinos siempre han hecho por la debilidad de su moneda, dice Lucas Llach, economista y autor de varios libros sobre la historia económica de su país, quien fue vicepresidente del Banco Central de 2015 a 2018 y del Banco de la Nación Argentina en 2019. Ante las restricciones, los argentinos están recurriendo a bitcoin, a otras criptomonedas y hasta a stablecoins — criptomonedas cuyo valor está atado a otros activos, como materias primas o metales preciosos, por ejemplo.
“Es una manera también de comprar algo que resguarda más el valor, con más riesgo”, dice Llach al teléfono desde Buenos Aires. “Lo que estoy ya dando por sentado aquí es que los argentinos, como tienen una moneda débil en general, buscan moneda fuerte. Y la pregunta es ¿por qué no el dólar y más criptomonedas? Bueno, creo que un factor es que en Argentina hoy yo no te puedo comprar un dólar a ti, así, legalmente, porque es una transacción cambiaria y eso tiene una ley especial que se llama Ley penal cambiaria y está muy castigado, mientras que sí te puedo comprar criptomonedas legalmente, es un activo digital. Es como si te comprara un par de zapatos”.
Energía creativa
Hay un segundo factor que pudiera explicar el atractivo de las criptomonedas en Argentina, apunta Llach: la comunidad de desarrolladores web, informáticos y empresarios en el espacio digital que han adoptado de manera muy temprana la banca digital. Empresas cuyo negocio está basado en la tecnología de la información o el comercio en línea como Mercado Libre, Globant y OLX nacieron de esta comunidad argentina y hoy son líderes a nivel mundial. ”Ha habido mucha energía creativa y ellos han sido como evangelizadores de la criptomoneda, me parece”, dice Llach.
La tecnología ha avanzado en los últimos años para permitir que empresas de servicios financieros digitales, conocida como la industria fintech, permita a las personas transferir dinero de manera electrónica sin que pase por un banco. Durante su vicepresidencia, cuenta Llach, el Banco Central facilitó una integración entre la banca convencional y las empresas fintech. “No digo que haya sido el factor decisivo, pero en estas cosas la experiencia del usuario siempre es relevante,” opina. En ese momento, el banco veía la interacción entre criptomonedas y moneda fíat “como oportunidad en ciertas dimensiones,” dice el experto. “Es cierto que algunas de las promesas de cripto no están del todo cumplidas, pero sobre todo lo veíamos como oportunidad en lo que es transferencias internacionales”.
Argentina se ubica en el puesto 28 de 142 países en el mundo en el más reciente índice global de adopción de criptomonedas elaborado por la firma Chainalysis, líder en información de este mercado. En América Latina, solo Brasil, Colombia y Perú le llevan delantera. El índice se basa en el volumen de transacciones hasta junio de este año, sin embargo, información del medio internacional especializado Coindesk apunta a que el volumen de transacciones de fíat a criptomonedas ha ido creciendo en Argentina de manera consistente desde el verano, tocando un volumen récord de 1,2 millones de dólares en noviembre.
“Muchas personas no pueden obtener cuentas bancarias, que es otro factor que impulsa la adopción de criptomonedas,” dice el reporte anual de Chainalysis, publicado en septiembre. “Sin un acceso bancario fácil, muchos jóvenes en América Latina recurren a las criptomonedas como un medio para almacenar valor”. La popularidad de stablecoins como la DAI, la cual está atada al precio del dólar estadounidense, apunta a la importancia de las monedas estables para los latinoamericanos que buscan proteger sus ahorros, agregó la firma.
Por su parte, Coindesk reportó este mes que uno de los intercambios de criptomonedas más grandes de Argentina, Ripio, empezó el año con 400.000 usuarios y lo cerrará con un millón. “Tiene mucho sentido que Argentina sea un país que esté adoptando las criptomonedas”, dice Emily Parker, autora y editora gerente de Coindesk. “Lo que hay que recordar sobre bitcoin, su belleza y su importancia, es que es una moneda que opera independientemente de los gobiernos y los bancos. Entonces, bitcoin es particularmente atractivo en países donde existe desconfianza en el sistema bancario o desconfianza en la política monetaria. Argentina, después de haber pasado una serie de crisis financieras, es una especie de buen candidato para bitcoin”.
En mayo, la Unidad de Información Financiera del gobierno argentino anunció que pediría información “ante el incremento de la operatoria con activos virtuales”, sin referirse directamente a bitcoin o a criptomonedas. “En los últimos tiempos se observa un incremento de las operaciones realizadas a través de activos virtuales. En este contexto, la UIF-Argentina advierte que dichas operaciones podrían estar siendo efectuadas por personas que pretenden soslayar los estándares internacionales y evitar el sistema preventivo de Lavado de Activos y Financiación del Terrorismo”, dice el comunicado.
Sin regulación
El gran riesgo cuando se trata de invertir en criptomonedas es la falta de regulación, dice desde Londres Teresa Walsh, directora global de inteligencia de FS-ISAC, organización global de intercambio de inteligencia cibernética centrada en servicios financieros. “Las instituciones financieras llevan años invirtiendo en ciberseguridad y resiliencia, en parte porque están fuertemente reguladas. Están obligados a invertir en ciberseguridad y tener planes en caso de ataques. En muchos países, los depósitos bancarios están asegurados por el gobierno. Esto significa que si un cliente pierde dinero, puede haber una forma de recuperarlo”.
“Sin embargo, con entidades no reguladas como los intercambios de criptomonedas, no es necesario invertir en ciberseguridad, tener planes de respuesta a incidentes o tener un seguro para proteger a los consumidores. Hemos visto ataques cibernéticos que han afectado a los intercambios de cripto, con pérdidas millonarias. En estos casos, los consumidores no tienen ningún recurso legal para intentar recuperar los fondos”, agrega Walsh.
La percepción de las criptomonedas ha cambiado de ser una moneda utilizada por el crimen organizado o los comercializadores de armas, a ser una opción de inversión legítima. “La explicación más simple, probablemente, es la aceptación por parte de inversores instituciones, algo que hemos visto mucho este año”, asegura Parker, de Coindesk. El cambio en la narrativa, por lo tanto, no refleja necesariamente que la seguridad de la inversión haya mejorado radicalmente.
Es precisamente en los mercados emergentes, como Argentina, en donde la regulación efectiva será más importante para proteger a los consumidores, opina Walsh. “Existe una oportunidad para que estos países innoven y desarrollen regulaciones y controles efectivos que sentarán las bases para la adopción responsable de sistemas de cifrado en todo el mundo”, dice la especialista.
Y a los inversores, Walsh ofrece un último consejo: “Las claves para los inversores de criptomonedas en donde quiera que estén son la educación y la investigación correspondiente. A diferencia de las instituciones financieras reguladas, es posible que nunca sepa quién es responsable de su dinero. Si invierte, considérelo una clase de activo de alto riesgo y sepa que cualquier pérdida derivada de un ciberataque probablemente sea permanente”.
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