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Glosario básico de la crisis argentina

Cuevas, inflación, arbolitos, ‘dólar blue’ o ‘dólar Messi’... Seis claves para comprender la convulsión económica ocasionada por la devaluación del peso

Francisco Peregil
Un político opositor al Gobierno argentino escenifica la venta de dólares en el mercado negro
Un político opositor al Gobierno argentino escenifica la venta de dólares en el mercado negrocharly díaz (getty images)

Cepo al dólar. El 28 de octubre de 2011, tras ganar por segunda vez las elecciones presidenciales, Cristina Fernández, implantó de forma paulatina restricciones a la compra de dólares. Debido a los impagos que Argentina acometió con países y organismos extranjeros, el acceso a los créditos internacionales le resulta muy costoso. Además, el país comenzó a sufrir ese año un gran déficit energético (Repsol sería expropiada en abril de 2012) que no ha parado de crecer. Y el Gobierno necesitaba disponer de la mayor cantidad posible de divisas para importar energía.

La primera medida consistió en obligar a bancos y casas de cambio a pedir permiso al ente recaudador de impuestos antes de autorizar una transacción. En los meses siguientes se prohibió a las empresas girar dividendos al exterior, las pensiones procedentes del extranjero se comenzaron a retribuir en pesos y en julio de 2012 se prohibió la comprar de dólares con fines de ahorro. Allá donde el Gobierno tapaba un agujero para la salida de dólares de las arcas estatales miles de ciudadanos encontraban otros que el Gobierno intentaba tapar después. Así se llegó hasta esta semana. El martes 21 de enero, tres días antes de que el Gobierno anunciase que las personas físicas podrían comprar dólares, el Gobierno obligó a presentar declaraciones juradas para compras por Internet y a pagar un impuesto del 50% por el monto de la operación. Y el miércoles limitó a dos veces por año la adquisición de mercancías por Internet.

A Fernández no le gusta la expresión cepo. En octubre de 2012 culpó a los medios de usar esa fórmula: “El cepo era un instrumento de tortura del siglo XIX. Pero era, fundamentalmente, un instrumento de inmovilidad, de que nada se mueva, de que nada ingresa ni egresa. Por eso, acá no existe cepo cambiario. Por favor cambien ese título mediático”.

Dólar blue. Es la forma políticamente correcta de evitar la palabra negro. En realidad hace referencia al dólar paralelo, al que se vende y se compra en el mercado ilegal. A medida que el Gobierno fue restringiendo el acceso al dólar oficial el blue aumentaba su valor. Así, en octubre de 2011, al inicio de las medidas restrictivas, el dólar oficial costaba 4,24 pesos y el blue 4,49. El pasado mayo el blue superó la barrera de los 10 pesos y se le comenzó a llamar dólar Messi. Pero la divisa del mercado informal también terminó superando a Messi. Esta semana el dólar oficial costaba ocho pesos y el blue se disparó hasta los 13 para cerrar el viernes a 11,70.

¿Por qué la gente ha insistido en comprar este dólar paralelo tan caro respecto al oficial? Primero, porque el acceso al oficial se les fue vetando. Y segundo, porque para muchos ciudadanos comprar dólares es la única forma posible de ahorrar en un país donde la inflación ronda el 25%.

El ministro de Economía, Axel Kicillof, suele insistir en que la relevancia del dólar paralelo dentro de la economía argentina es insignificante, que apenas mueve entre un 3% y un 5% de los dólares que circulan en el mercado. No obstante, el Gobierno nunca dejó de ensayar medidas para ponerle freno. Hasta ahora, sin éxito.

Arbolitos. Así se les llama a las personas que compran y venden dólares blue en plena calle. El nombre deriva del color de la divisa. Suelen situarse en la céntrica calle Florida de Buenos Aires y sus inmediaciones, donde proliferan los turistas cargados de divisas.

Cuevas. Son los lugares donde se compran y vende el dólar negro. Las hay de todo tipo: algunas son trastiendas de pequeños comercios y otras operan en los lujosos pisos superiores de agencias de viajes. Cada cierto tiempo, cuando el dólar paralelo se dispara de forma escandalosa, el Gobierno hace una batida en algunas cuevas. En esos casos algunas cierran como medida de precaución pero tardan poco en reemprender su actividad. Algunas cuevas ofrecen la discreción de varios despachos para atender de forma individual a cada cliente. Y otras atienden tras unas ventanillas, con lo que el cliente de al lado puede enterarse de lo que el otro está haciendo.

El precio del dólar blue suele aparecer minuto a minuto en varias páginas de Internet. Con lo cual, cuando uno acude a la cueva ya tiene una referencia. Pero la última palabra siempre la tiene el “cuevero”. Hay algunos que se niegan a hablar del precio del dólar por teléfono. Otros no tienen empacho en hacerlo. Si se negocia un buen precio por teléfono, cuando se acude a las cuevas con ventanilla la gente anota el importe y la cantidad negociada en un papelito. Así, los clientes que están al lado no se enteran de nada.

La inflación. Es la madre del cordero, el gran problema tabú de la economía argentina. Los economistas de los partidos opositores insisten en que mientras que el Gobierno no aborde un conjunto de medidas para frenar las escalada de los precios, todo lo que haga será poner parches. La inflación oficial —que nadie cree, ni el Fondo Monetario Internacional, ni los sindicatos— se sitúa en 10,9% sobre el PIB. La extraoficial ronda el 25%.

Reservas del Banco Central. Cuando el Gobierno emprendió en octubre de 2011 su cruzada contra la fuga de divisas las reservas del Banco Central ascendían a 47.821 millones de dólares. Y ahora el banco solo dispone de 29.063 millones en divisas, su peor nivel en siete años. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, asegura que si el Ejecutivo no hubiese pagado las deudas que contrajeron otros Gobiernos las reservas serían de 73.000 millones de dólares. Pero la oposición cree que el problema es que la falta de confianza en el Gobierno ha alejado a los inversores. El opositor y exministro de Economía Roberto Lavagna (2002-2005) señala: "Cuando uno va manejando -conduciendo- detrás de alguien que hace zig-zag, sabe que lo que tiene que hacer es alejarse, tomar distancia. Porque si no va a terminar chocando”.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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