El bodeguero inventor
Las ventas de Remírez de Ganuza mejoran un 14,5% por la exportación. La compañía prevé crecer a doble dígito los próximos tres años.
Samaniego es un pequeño pueblo al pie de la Sierra Cantabria. En este coqueto enclave de la Rioja Alavesa fundó Fernando Remírez de Ganuza su bodega en 1989. Con casi 80 hectáreas de viñedos, con cepas que tienen una edad media de 50 años, la aventura no le ha ido nada mal. En 2012 la facturación se situó en torno a los tres millones de euros, un 14,5% por encima del año anterior. Y las previsiones para los próximos años son optimistas: el objetivo es que la cifra de negocio crezca entre un 15% y un 20% anual.
“Aquí vine por soberbia. Quería hacer mi propio vino sin que nadie me dijera cómo hacerlo”, explica. El éxito de la bodega se basa en tres pilares: la búsqueda de la calidad, la internacionalización y la innovación. Sobre este último capítulo Remírez de Ganuza es todo un experto, una especie de bodeguero inventor, ya que ha diseñado o ideado diferentes artilugios como un sistema de refrigeración para que la uva que llega del campo no se caliente, una cinta de selección de los racimos inteligente o un sistema de prensado a través de un globo de plástico que se llena de agua.
“El tiempo es lo único que no se puede comprar. Una marca se hace a base de mucho tiempo”, afirma este navarro de nacimiento y alavés de adopción. “La calidad solo se consigue a partir de una selección exigente”.
"No podemos alterar la categoría de un vino por la necesidad de financiación"
Remírez de Ganuza elabora vinos de gama media-alta que van desde los 20 euros a los 200 euros. “Sabemos que hay un público que quiere y puede pagar esos precios. Solo tenemos que encontrarlo”, asegura su fundador. La bodega elabora actualmente ocho vinos y una premisa fundamental es respetar los tiempos de maduración de los caldos para garantizar su calidad. “No podemos alterar la categoría de un vino para ajustarla a nuestras necesidades de financiación. Un reserva debe de ser un reserva y solo sacarlo a la venta cuanto su punto de consumo sea óptimo”.
La crisis en España ha provocado que muchas bodegas miren al exterior para sobrevivir. También es el caso de Remírez de Ganuza que en el último ejercicio realizó el 50% de sus ventas fuera, principalmente en México, Alemania, China y Estados Unidos. El objetivo es intensificar esta vocación exportadora y lograr que dentro de tres años la facturación exterior alcance el 70% de la cifra de negocio total. “Nuestro mercado no es Asia, es el mundo entero. Los clientes potenciales de nuestro vino se encuentran sobre todo en Europa, EE UU y Latinoamérica”.
En octubre de 2010 hubo un movimiento de calado en el capital de la empresa ya que Remírez de Ganuza vendió el 50% de las acciones al Grupo Sidercom, empresa inmobiliaria especializada en viviendas de lujo y controlada por José Ramón Urtasun. “Cada vez se necesita más dinero y seguridad. Si yo pienso en cómo hacer el vino más barato, mirando el tema económico, no me concentro en cómo hacerlo mejor”, argumenta. Sobre la valoración que se hizo de la bodega con esta operación no quiere pronunciarse. “Lo importante es que José Ramón y yo tenemos la misma forma de ver las cosas. Su oferta no fue la única que nos llegó, pero nos dio miedo asociarnos con según qué gente”.
Antes de fundar la bodega Remírez de Ganuza se dedicaba a la compra y venta de tierras. Durante 20 años ha realizado 2.400 operaciones con viñedos y todavía sigue cerrando contratos de vez en cuando. Por ejemplo, él ha sido el conseguidor de tierras para el desembarco en Rioja de Vega Sicilia y la familia Rothschild. A sus 62 años este bodeguero tiene claras sus prioridades: “No quiero vivir del negocio, sino de las posibilidades de la vida. Soy rico porque vivo como me gusta, pero ya no tengo ganas de ser millonario”.
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