El año que comienza
Los motivos para el optimismo español se basan en que ya falta menos para vencer la crisis
Parece que estos días navideños han sentado bien a los mercados financieros. De repente se ha desatado la euforia, las Bolsas suben, las primas de riesgo de los países en dificultades bajan y, lo que es más significativo, a los bancos y empresas españoles se les ha entreabierto la ventana del crédito. Hay motivos para este optimismo, pero ya los había antes, por lo que sorprenden estos rápidos e intensos movimientos. Por eso debemos mantener la cautela. Sabemos que los mercados financieros se mueven como las manadas de ganado, que pueden darse la vuelta rápidamente sin una explicación convincente.
Los motivos para el optimismo en el caso español se basan en que ya falta menos para vencer la crisis. Durante los últimos años, la economía viene haciendo ajustes muy duros que han llevado aparejada la destrucción de más de tres millones de empleos y miles de empresas. Pero esos ajustes no son en balde. Junto a las reformas ya realizadas, están mejorando notablemente la productividad y la competitividad y restableciendo los equilibrios financieros básicos. El déficit de la balanza de pagos por cuenta corriente del 10% del PIB en 2007 se ha transformado en un superávit al finalizar 2012. La empresa española está ampliando posiciones en los mercados exteriores no europeos, que son los más dinámicos. La deuda de las familias, empresas y bancos está disminuyendo a buen ritmo, aunque aún falta mucho recorrido para que se sitúe en niveles sostenibles a largo plazo. Durante 2012 se ha hecho frente, después de perder mucho tiempo en componendas, a la crisis bancaria. Pueden discutirse muchos detalles del proceso, pero los bancos y antiguas cajas de ahorros se han sometido a un profundo saneamiento de sus balances, se han recapitalizado y están llevando a cabo la mayor reestructuración de todos los sistemas bancarios europeos. Desde septiembre último se ha taponado la sangría de capitales hacia el exterior que ha estado sufriendo la economía desde mediados de 2011, y tímidamente vuelven los inversores extranjeros. El ajuste que va más retrasado es el del sector público. El déficit se está reduciendo mucho menos de lo previsto y, lo que es peor, los avances se hacen fundamentalmente a base de recortar inversiones públicas y otras medidas temporales, pero escasean las medidas y reformas estructurales, que son las que pueden y deben hacer sostenibles las finanzas públicas a largo plazo.
En 2012, el PIB real habrá caído entre un 1,3% y un 1,4%
Pero todo ello no significa que la economía real pueda iniciar su recuperación de forma inmediata. La mejora de las condiciones financieras, aunque se mantenga, tardará en filtrarse al sistema productivo, los ajustes en marcha (fiscales, de empleo, de reducción de la deuda, etcétera) seguirán ejerciendo efectos contractivos a corto plazo, las economías familiares se encuentran exhaustas y con un nivel de ahorro en mínimos históricos, lo que no deja margen para reactivar el consumo, y las principales economías europeas están estancadas o en recesión. Los últimos datos conocidos muestran que la recesión ha continuado e, incluso, se ha intensificado en el cuarto trimestre de 2012, aunque, posiblemente, algo menos de lo previsto. El PIB ha podido caer unas seis décimas respecto al trimestre anterior y el empleo ha podido reducirse en unos 300.000 empleos (200.000 en cifras desestacionalizadas). Con ello, el PIB real del conjunto del año habrá descendido entre un 1,3 y un 1,4% y el número de ocupados se habrá reducido en un 4,5% (800.000 personas, según la EPA).
Las previsiones, que podrían quizá superarse algo si se acelera la mejora de las condiciones financieras, apuntan a que el PIB siga descendiendo, al menos hasta el último trimestre aunque a ritmos cada vez más moderados. Ello nos lleva a una caída media anual del PIB de unos 1,5 puntos porcentuales. El empleo tardará unos cuantos trimestres más que el PIB en recuperarse por lo que podrían perderse otros 500.000 empleos en el conjunto del año. Por eso, la tasa de paro seguirá al alza, hasta una media anual algo mayor al 27%, dos puntos más que en 2012. Estas cifras deben tomarse como puramente indicativas, dada la incertidumbre y volatilidad de la actual coyuntura, pero indican que aún nos queda camino para terminar la travesía del desierto. Eso sí, los ojeadores ya apuntan que a lo lejos se ve el oasis.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
Malos datos al acabar 2012
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