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Potencia energética mundial

El Gobierno de Dilma Rousseff está decidido a convertir al país en uno de los principales productores mundiales de crudo

Molinos de viento en Prainha do Canto Verde. / YASUYOSHI CHIBA (AFP)
Molinos de viento en Prainha do Canto Verde. / YASUYOSHI CHIBA (AFP)

El sello distintivo de la energía brasileña son los biocombustibles. La historia se remonta a 1532, cuando se introdujo la caña de azúcar en el Estado de Pernambuco para convertirla en una industria con vocación exportadora. Cuatro siglos después, en 1919, el gobernador del mismo Estado impuso el etanol como el carburante de los vehículos oficiales, marcando la diferencia para llevar a Brasil al liderato mundial de los biocombustibles. Es el segundo productor mundial de etanol y el quinto de biodiésel, según datos de la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe (Cepal). Para no perder pie, el país pisa el acelerador de la producción de ambos combustibles y llegará a doblar la del etanol en 2019.

 El 90% de los vehículos vendidos en el país tiene motores flexibles, una variante de los de gasolina que también funcionan con etanol, la energía limpia que ahorra 15 céntimos de euro por litro. La tradición de los biocombustibles ha marcado impronta. “La matriz energética del país es marcadamente renovable: un 45% de la energía total procede de fuentes renovables y llega al 86% en el caso de la energía eléctrica”, asegura Fernando Salazar Palma, consejero económico y comercial de la Embajada de España en Brasilia.

Brasil no es solo una potencia en biocombustibles, es el segundo mayor productor de petróleo de América del Sur. Frente a los Estados de São Paulo, Río de Janeiro y Espirito Santo tiene un mar de crudo que se adentra 300 kilómetros en el océano. Es un bosque de perforaciones recientemente enriquecidas con las reservas encontrados bajo el Pré-sal, la capa geológica de sal localizada a una profundidad de 5 a 7 kilómetros. “Brasil duplicará la producción de petróleo en esta década y se convertirá en la quinta potencia mundial, con una producción de seis millones de barriles/día en 2020 y siete millones en 2025”, explica Andrés Navarro, socio director de consultoría para Brasil de Addenda Consulting. El país ya tiene superávit de crudo y está construyendo las refinerías adecuadas a su tipo de petróleo para eliminar la importación de algunos derivados.

Grupo Petrobras es el resultado de tamaña riqueza. La petrolera semipública es la mayor empresa brasileña, la mayor petrolera de América Latina y la quinta del mundo. El gigante opera “el 92,7% de la producción nacional de petróleo y el 98,5% del gas natural. Realiza el ciclo completo de petróleo y gas y sus derivados. Tiene 16 plantas termoeléctricas y 4 de energía eólica, y produce biocombustibles”, desgrana el portavoz de Petrobras. Once de las 13 refinerías brasileñas son suyas.

Repsol participa en varios de los consorcios realizados por Petrobras para extraer crudo. Lo hace a través de Repsol Sinopec Brasil, una de las mayores empresas energéticas privadas de Latinoamérica, con un valor de 13.878 millones de euros, controlada por la petrolera española. Repsol llegó a Brasil en la liberalización de mediados de los años noventa, pero la reciente explosión del Pré-sal la decidió a sumar fuerzas con Sinopec, la mayor petrolera china. “Tenemos una buena posición, somos el líder extranjero en derechos de exploración en las tres cuencas donde se localizan los campos de Pré-sal, la zona de mayor potencial mundial de crudo; produciremos 100.000 barriles al día entre 2017 y 2020. Queremos participar en los nuevos bloques de exploración, tenemos tecnología puntera y Petrobras nos percibe como un socio amable. Invertiremos 1.000 millones de euros en 2013”, asegura José María Moreno Villaluenga, ceo de Repsol Sinopec Brasil.

Doblarse la capacidad

Las cuencas hídricas son la tercera fortaleza energética brasileña, un potencial de 260.000 MW (equivalente a unos 290 grupos nucleares) de energía limpia, del que se aprovecha la tercera parte. “La capacidad del sistema eléctrico debe doblarse en 12 años para atender el aumento del 5% anual de la demanda y reducir emisiones”, explica Fernando Salazar de Palma. El segundo Programa de Aceleración del Crecimiento del Gobierno prioriza aumentar la generación a través de todo tipo de fuentes renovables. “El programa del Gobierno federal contempla una inversión superior a los 40.000 millones de euros entre 2011 y 2014”, detalla Andrés Navarro. A finales de 2020 habrá, al menos, 11.000 MW de energía eólica y 5.400 de biomasa.

Eletrobras, otro gigante semipúblico, domina en la electricidad. “Realizamos generación, transmisión y distribución en todo el país. Llegamos al 97% de la población \[el 70% del territorio\] por medio del Sistema Interligado Nacional (SIN), quedando fuera apenas la región norte, que vamos a integrar al SIN en 2013”, explica el portavoz de Eletrobras. El 99,6% del mercado brasileño de energía eléctrica estará, entonces, conectado en uno solo sistema. El Plan Decenal de Energía indica que “el SIN debe crecer en un 43% en la presente década, llegando a 142.000 kilómetros de líneas de transmisión”, añade Fabio Meira, jefe del sector económico de la Embajada de Brasil en Madrid. “Un reto de menor inversión, pero muy querido por el Gobierno, es el Programa Luz para Todos, desarrollado desde 2003 para eliminar la exclusión eléctrica en más de 14 millones de personas. Tiene un reflejo positivo en la economía de las regiones más pobres”, añade Fabio Meira.

Las empresas españolas también pisan el acelerador eléctrico. “Nos asociamos con Abengoa e Iberdrola para construir líneas de transmisión y algunas plantas de generación, y esperamos intensificar la relación”, explica el portavoz de Eletrobras. Iberdrola participa con un 39% en el holding Neoenergía y en 2011 cerró la compra de la distribuidora brasileña Elektro. “Gracias a una inversión de 5.800 millones de euros, realizada en 15 años, distribuimos energía eléctrica a casi 12 millones de clientes, tenemos presencia en generación de electricidad con 2.080 MW de potencia operativa y sumaremos otros 2.670 MW hasta 2018. Invertimos 1.995 millones de euros entre 2012 y 2014, el 19% de las inversiones del grupo, porque Brasil es eje de nuestro futuro crecimiento”, asegura el portavoz de Iberdrola.

La apuesta de Endesa no es menor. Cubre todo el ciclo del negocio y suministra electricidad a seis millones de clientes, el 9% del mercado. “Realizamos inversiones continuas para atender el crecimiento. El Plan Real de Fernando Henrique Cardoso inició una etapa de modernización en los años noventa que llega hasta hoy. Los Gobiernos han trabajado para incorporar a la clase medida a 40 millones de personas que vivían en la pobreza. El descubrimiento del Pré-sal nos favorece porque atrae a pymes a la periferia de Río de Janeiro, donde operamos. Estimamos incorporar 200.000 clientes cada año y aumentar el 5% de las ventas”, cuenta Marcelo Llévenes, presidente de Endesa Brasil.

No son las únicas empresas españolas que llegaron con la liberalización del mercado y ahora se benefician de su brutal crecimiento. Gas Natural Fenosa va como un tiro. En 2011 logró un Ebitda de 327 millones de euros y ha aumentado las ventas de gas en un 19,5% en lo que va de año sobre el mismo periodo del año anterior gracias a su presencia en Río y São Paulo, Estados de gran densidad de población. Abengoa ha podido situarse en el liderato mundial de la tecnología de biocombustibles de segunda generación gracias a su experiencia en el mercado brasileño. La lista es interminable.

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